Marco Martos, nacido en Piura en 1942, es considerado uno de los principales representantes de la Generación del 60 en la poesía peruana. Es, además, presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
“Piura, espejismo de eternidad”
El reconocido escritor, poeta y periodista peruano, Marco Martos presenta hoy su libro “Piura, espejimso de eternidad”. La cita es a las 8 p.m. en el Colegio de Periodistas (calle Tacna 970, Piura).
Marco Martos, nacido en Piura en 1942, es considerado uno de los principales representantes de la Generación del 60 en la poesía peruana. Es, además, presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
Ha publicado 26 libros de poesía y ha merecido diferentes distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Poesía del Perú.
“En Piura, espejo de eternidad” los poemas de tono personal se van sumando a aquellos otros colectivos que muestran el sufrimiento y la esperanza de los pobladores a lo largo de la historia, y así desfilan en estos versos los tallanes y mochicas, las costumbres heredadas del imperio incaico, la Piura virreinal y republicana.
CENIZA POR MARCO MARTOS·
La palabra es fuego que consume al papel que la sostiene. Esa ceniza es lo que digo, fantasma que vuela en el convulso mar de la gramática, una poña en el viento, en el agua, en el ojo sangriento de la lagartija acezando en el lecho del río seco. Y ese calor en la plaza de Lancones que te parte la crisma, la boca frágil, también es una palabra, una lengua que con infinito espanto habla y calla.
* El poema “El Perú”, de Martos, fue leído en 44 lenguas en la inauguración de los Juegos Panamericanos.
Me encanta decirlo en versos, eso tiene su alegría,
pero debo desconfiar de toda satisfacción,
puesto que vivo en el infierno, en su barro tenaz.
ABEJORRO EN HOMENAJE A GEORG TRAKLPOR MARCO MARTOS
Conozco a Walt Whitman, esa petulante gana de vivir, y la necesidad de decirla a los cuatro vientos, de escribirla en el aire, en las mesas, en lo más profundo de corazón. Un tatuaje. Prefiero a los abejorros, que llevan oro en las alas y luz. Vestida de púrpura aguarda la noche con su carroña y su metal. Ya se sabe: la muerte vencerá, tragará al gran Whitman, a sus decires, y al abejorro antes, aunque lleve en su cuerpo al susurro sigiloso, suma de la verdad: pasa todo como una exhalación. Quedan solo ruinas y el rumor del mar. Me encanta decirlo en versos, eso tiene su alegría, pero debo desconfiar de toda satisfacción, puesto que vivo en el infierno, en su barro tenaz.
ALDEAS ABANDONADAS POR MARCO MARTOS
Hay pueblos que son nómades, tienen raíces en el viento,
en las nubes, en las copas de los árboles,
vuelan esos gorriones, silban las serpientes.
Conocen a veces las hachas y los cuchillos,
los clavos, los vestidos y las mantas,
pero viven fuera de las casas,
prenden fuego a los tablones de las camas.
Se alejan de las vacas y los toros
que deambulan a la ventura, en manada.
Sienten rechazo por la carne de las reses
y las leches blancas, espumosas y azuladas.
Cazan en plena selva con arco y con flechas
y dejan fusiles y pistolas herrumbrándose
en las perchas de las casas solitarias,
cuyos techos van hundiéndose
con la lluvia en las aldeas abandonadas.
ANIMALES DEL DESIERTOPOR MARCO MARTOS
En el desierto de Gobi vivieron dinosaurios
y pueden encontrarse sus huellas en los arenales,
y hay camellos con sus jorobas y dromedarios con su joroba sola.
Encontrarás osos pardos y lobos y leopardos de la nieve
con fuego en sus ojos rojos, al águila dorada, perfecta en sus vuelos,
planeando en las montañas de seca tierra en ese calor que burbujea.
Delicada viene la gacela de cola negra, escoltada por un ratón,
el más pequeño del mundo, del tamaño de un dedo de un hombre.
En los aguazales me guarezco, en esas depresiones llenas de líquido,
pues calman la sed de solo verlos y sentirlos a lo lejos. De cerca son un sueño.
Cuando llego al oasis de la media luna, quisiera quedarme mucho tiempo,
como los camellos retozando en ese verde, como los dromedarios
tranquilos, reposando, rumiando sus pensamientos con su joroba sola
ANIMALES POR MARCO MARTOS
Estos dos animales que no se conocen
se comunican algo por el aire, medio silbidos, medio palabras,
algo que se parece a lo que murmuran los humanos,
cuando se mandan mensajes por correo, por teléfono,
es decir, no se dicen casi nada, solo constatan la presencia
de un ser al otro lado de la línea, en otro lugar del mundo,
que anhela comunicarse, sabiendo que la esencia del mundo
es la compañía, el sueño de estar juntos, aunque nunca se cumpla.
Eso que se mandan es un ladrido, si son perros, un maullido
tratándose de gatos, pero no un discurso complejo,
decir te extraño ya es demasiado profundo para pronunciarlo,
también para los seres humanos que están calculando
lo que deben pronunciar y lo que deben callarse.
Por lo que digo me encantan las luciérnagas
que encienden sus luces en la noche, su mensaje es simple
y puedo comprenderlo: soy una luciérnaga, estoy viva,
busco a otra luciérnaga para hacer el camino de la luz.
En las tinieblas están los otros, los que no quieren hablar
ni comunicarse, los muertos en vida, los silenciosos.
APEÑUSCADOS CORAZONES POR MARCO MARTOS
Apeñuscados los corazones aguardan quién sabe qué.
Los días se deslizan como las corrientes de los ríos
y como múltiples gemelos se parecen unos a los otros,
hasta que algo pasa, un amor desdichado, un viaje inesperado,
un conflicto en la calle entre terceros y una piedra
que pasa como una bala rozándote la sien.
¿Es la vida algo más que esperar a Godot que tal vez no llegue?
¿En qué se diferencia la paciencia del asceta
con sus innumerables ejercicios para vaciar su vida
de todo lo vano, de aquello que guarda minuciosamente en la memoria,
en qué se distingue de la conducta de los que en la pocilga levantan su copa de ajenjo
una y otra vez para olvidar lo aciago de sus días y su propio nombre?
Tal vez la felicidad sea no saber, tener la inocencia de los niños,
la suave sonrisa de la demencia silente en la noche de abril.
AZARES Y QUERERES POR MARCO MARTOS
Naces por azar en el lugar que escoge el destino,
parece acaso puro el encuentro de tus padres,
no es azar tener la lengua que ellos hablan,
tampoco es azar querer después a tu terruño,
estar pegado a lo que mejor conoces,
llevarlo por el mundo con las nubes y con el viento.
Nacer en el Perú es un instante
que luego valoras con los años.
Te tocó lo difícil, quién lo duda,
luchar tenazmente contra el infortunio.
Después de las torrentadas, de los días más aciagos,
tu casa se levanta, el puente se levanta,
y vuela la sonrisa de los niños.
BOFEDALES POR MARCO MARTOS
Anduve por callejones, por las ciénagas de Lima, por las barandas del puente de Barranco, por las agujas, y en todos lados distinguí, en el fervor de la noche, a la hermosura con su vestido de flores, sus palmeras, sus agudos cantares en los principios del verano, y luego, arropada de negras prendas y bufandas de colores, cruzando toda la inmensa bahía de la costa verde, subiendo a los bofedales donde nacen las altas nieblas, los manantiales, la mollizna de los virreyes, las garúas del invierno.
CABALLO DE AGUA POR MARCO MARTOS
Hay un caballo de agua que mora en las cavernas,
en lo más profundo de la tierra silenciosa,
de sus cascos salen los manantiales,
los delgados líquidos que suben a las montañas
y bajan cantando entre los árboles, bajito,
como en un murmullo.
Hay un galopar de caballos de agua,
cuando llueve, y se les escucha piafar en los aguaceros,
y están francamente desbocados, cuando hay diluvios,
y relámpagos y truenos y algunos miedos.
Cuando escuchas el bisbiseo del mar en la noche de luna,
o en una palabra de un marinero desvelado,
es el caballo de agua, un fantasma
que galopa en las profundidades
y vive en tus ojos acuosos cuando lloras
y relincha en tus venas mientras sueñas.
CALINA POR MARCO MARTOS
La noche ha sido blanca, muy blanca, con sus brumas,
y la mañana trae su atmósfera calina, y el redor de nubes,
tiritan los pájaros ordenados, alas quietas en los cables,
y los niños, detrás de las vidrieras, dicen el nombre del sol
que no aparece ni aparecerá en el aire quieto y sombrío.
Es un día perdido para la gente de buenos ánimos.
No para los cangrejos que van tejiendo sus redes misteriosas.
Esos mapas de huecos que modifican la tersura de la playa,
el ir y venir de lo efímero con sus patas innumerables,
el placer del vivir que camina y no tiene motivos.
Escribe el cangrejo en la arena y viene la ola y acaba.
Marco Martos Casi todas las imágenes marinas que aparecen en mis textos tienen detrás experiencias en la bahía de Paita y sus alrededores, La Punta, Pueblo Nuevo, Colán.
CALORES POR MARCO MARTOS
Tiene calores el gato de hielo y se guarece bajo los aleros. Toma un helado de té verde y agua fría en grandes proporciones Afuera espejea el sol sobre el gris del cemento y sube a los cielos el humo que se forma en la tierra deshabitada. Pero se está bien en este corredor donde el silencio reina y no hay perros. ¿Existirá en el mundo una gata que sonría después del amor y su danza? Sí existe piensa el gato de hielo, tiene que existir ese hermoso sueño.
OSOS POR MARCO MARTOS
¿Dónde va el camino de la nieve? ¿Qué hay más allá de los árboles pelados? Titila una llama azul en la casa de los osos. Papá oso y mamá osa escudriñan en el horizonte. El pequeño no regresa todavía. Se ha quedado jugando con los carámbanos, Súbito aparece, bamboleándose.
La perfección del aire por Marco Martos
Este recipiente de greda en su aspecto humilde
anuncia la belleza, la perfección del aire que lo llena.
Una gota de agua discurre en la flor amarilla
que luce en su pico la oropéndola.
Todo lo que se mueve muestra la eternidad
y lo que está quieto.
Silba la sierpe azul y ulula el viento en toda tierra.
Dúctil barro, habla con el silencio
y con los astros y planetas.
CAMINO DE LUZ POR MARCO MARTOS
La luz del sol que viene del fondo de mar
es un camino de fuego sobre las aguas.
Hay tres piedras en tu destino
que están delante de tus ojos .
La del lodo es muy hermosa,
pero está entre las sombras.
Las otras son la del amor dolido
y la de la esperanza sola.
Solo en una te sentarás al comienzo de tu vida.
Luego tal vez cambies,
pero no quieras saber de antemano
cuál será tu piedra
cuando llegue la noche
CAMPANA POR Marco Martos
Hay una campana en el centro de mi corazón que ha perdido su badajo en alguna olvidada batalla. Muda campana del sufrimiento. Suena cuando llega el viento y se pasea por sus concavidades. Ese ulular es ajeno, parece venido de muy lejos, algo que va más al fondo del metal y de las ráfagas. Sonido de una deidad casi inaudible, semejante al más profundo silencio. ¿Para qué sirve una campana que no llama a la gente?
Marco Martos escribió Canción provenzal
(Escribe Arnaut Daniel)
Solo el viento roza ríspido
tu rostro de rastros de arroz.
¡Tu risa! ¡Qué tierna y terrenal!
intensamente blanca bajo la luna azul.
Romero rondo rotundo
tus relentes del amanecer.
CANDICE BERGEN POEMA DE MARCO MARTOS
Hay una forma de mirar que tiene Candice Bergen,
apoyando la cabeza sobre sus níveos brazos,
un cristal de la gracia de las mujeres,
una gana de vivir por vivir sin hartazgo,
como el agua de la lluvia del interminable verano,
que te hace sentirte único en su vida,
aunque esté sola en el ecran moviéndose hace años,
detenida en el tiempo y la historia
como algo de lo más bello de los seres humanos.
CANÍCULA Por Marco Martos
¿Puedes hacer un esfuerzo y nombrar las variedades de azul que ven tus ojos? Intenta describir la serenidad de ese niño al borde del malecón, sentado a la usanza oriental, con las piernas cruzadas formando un ovillo. Cuéntame del calor de la arena en el verano que principia. Y dime cómo está tu corazón, acostumbrado a la noche y a las luciérnagas, bajo el sol deslumbrante del mediodía, torrente de luz que transforma los escondrijos y las galerías del alma. Escribe lo que desees en los segundos de tranquilidad que te otorgue como gracia la anonadante belleza de los elementos naturales en la costa milenaria de Hispania.
Cárcel de Amor Por Marco Martos
(Ibn Zaydún escribe a la princesa Wallada)
Te he atisbado Wallada en el zoco, en las torres,
tratando de explicarme tu encanto y tu gracia.
Te he visto haciendo cosas sencillas
en ventura y provecho de tu gente y tu casa:
menjunjes, pero dulzuras,
hechizos favorables,
para el bien, no para el daño,
aunque con tu peine y tu risa
me has hecho
un embrujo de amor que me tiene
desquiciado atisbándote en el zoco, en las torres,
tratando de explicarme tu encanto y tu gracia
o escribiéndote líneas que acaso te sirvan
para curarme la herida de amor
que me causas.
Este poema pertenece al libro «Cabellera de Berenice»
que la Editorial Caja Negra de Lima acaba de reeditar
en versión electrónica.
CASA DE LA ESCRITURA POR MARCO MARTOS
La sagrada escritura se parece a una casa con muchos aposentos con numerosas llaves en su sitio aparentando que abren cerraduras. Borrada ya la cifra en cada cuarto, acertijo difícil es abrirlos, necesitamos líricos maestros con el soplo de Dios en su cerebro, Así Kafka vivió con la escritura: dueño del gran llavero de la casa, abrió la habitación que conocía; la clave: sufrimiento de los hombres. Dejó para otro místico tarea: hallar a Dios en la más oscura noche.
Marco Martos escribió Catherine Deneuve
Bella de día, en la incierta luz de los atardeceres
y en las largas noches del invierno de París,
Catherine Deneuve es hermosa como la muerte,
seductora como el pecado, fría como la virtud,
según palabras de quien bien la quiso, Luis Buñuel.
Envuelta en un abrigo en el tórrido verano,
dejaba de pronto caer las pieles en el centro de la habitación,
y solo quedaba a la vista del espectador, su tersura,
sus pechos prodigiosos, sus montes y colinas, sus valles amenos,
y sus ojos, semejantes a los lagos de la pureza, al amanecer.
Sus parlamentos cortos, precisos, dichos con calculada lentitud,
dan pábulo a pensar en la esencia del lenguaje,
en las palabras que hay detrás de las palabras,
de cómo el ser humano construye su realidad.
Y todo como si nada pasase, como si fuera normal,
que una mujer de formas perfectas resumiese
en unas cuantas frases, la historia de la evolución de la humanidad.
Tú que viste tantas veces a Catherine Deneuve
en el vestíbulo de un magnífico edificio de la ciudad luz,
y que atesoras esos instantes como algo de lo mejor de tu vida,
puedes tranquilamente contarme otra vez tu historia
como si fuese la primera vez.
CASTILLO POR MARCO MARTOS
Construyo un castillo de arena y palabras. Traigo tierra húmeda del borde de la playa y otra seca y caliente de las lindes de los acantilados. La gran muralla gris en el ocaso de un día del verano. Se pasean los cangrejos y sus sombras en los laberintos de la noche. Ola: estandarte de la vida, bandera de la muerte. Neblina en el castillo de arena y las palabras se hacen espuma blanca y dorada. Todo es nada en el fuerte empalado.
POEMA CASTI CONNUBI DE MARCO MARTOS
Cada mañana, marido y mujer, sentados y limpios,
comiendo tostadas, ruido de rata,
leyendo los diarios, matando las moscas,
hablando del clima, cada mañana,
esperan la noche, el hastío sexual:
fingirse dormidos, fingirse despiertos,
decirse palabras de libros de amor,
cada mañana, marido y mujer,
van al trabajo, regresan, almuerzan,
van al trabajo, regresan, se acuestan,
gordos, lustrosos, años de años,
esperan la noche, matando tostadas,
matando las moscas, matando los diarios,
matando los climas, cada mañana, gordos,
payasos, esperan la noche, el hastío sexual:
fingirse dormidos, fingirse despiertos,
decirse palabras de libros de amor,
cada mañana, rata y rata, rata y rata.
CASA DE PENSIÓN POR MARCO MARTOS
Al final de la frente
ya me están llegando
las cosas que diariamente hago:
subir las escaleras,
pisar el suelo mármol,
convivir con siete perros
y con otros diminutos animales,
y ver la cara
ver la cara y los gestos horripilantes
de marías cretinas
que ortigas debían llamarse.
CASA MISTERIOSA POR MARCO MARTOS
Quiero conocer el origen de las cosas, saber còmo se corresponden, tener el lenguaje primordial del principio del principio del mundo. Nadie lo logra, lo sè perfectamente, pero me acerco y me acerco a esa casa misteriosa.
CASA DE TABLILLAS POR MARCO MARTOS
DIBUJO UNA VACA, SOLO SU CARA,
DIBUJO UN RÌO EN DOS LÌNEAS
Y DIBUJO SENTIMIENTOS CON DOS FLECHAS.
¡CUÀN TRISTE ES UN CUERPO SOLO
CUANDO AMA BAJO LA PURAS ESTRELLAS
CAYO CATULO MEDITA SOBRE MARCIA METELLI DE MARCO MARTOS CARRERA
Mientras me abraza Marcia Metelli, me dice, lisonjera,
que solo conmigo quiere estar toda la vida,
que nadie se me parece y que no cambiaría
su decisión aunque el mismo Júpiter se lo pidiese.
Pero lo que ella dice, iluminada en el deseo,
parece escrito en el viento y en el agua que corre.
Son palabras de la pasión, efímeras
como una flor en un día de primavera,
me encantan sin embargo y comprendo que no mienten,
nuestro amor es eterno mientras dure,
como dicen en las calles de Roma las bandadas de pájaros
que murmuran palabras de dulzura
en los oídos de las jóvenes que nacen a los sueños de la vida.
Y mientras me junto a su cuerpo como una enredadera,
la eternidad habla por mis labios
y le dice a Marcia Metelli que la quiere.
CAYO VALERIO CATULO HABLA DEL AMOR POEMA DE MARCO MARTOS CARRERA
Quien describió al amor como a un infante
acertó con su dicho para siempre.
No tiene seso el amor, sí pasiones,
alas ligeras como el viento suave,
olas del mar que zarandean, dulces
decires que semejan verdades.
Clava su flecha al hombre desdichado,
deja sangrando al más comedido,
a doncella sagaz la vuelve torpe
prisionera de lo desconocido.
Va quedo divirtiéndose en el mundo,
feliz de las desdichas de los otros.
Cupido causa amor y dobles risas
de aquellos que se adoran sin temores.
CAYO VALERIO CATULO MEDITA SOBRE MARCIA METELLI DE MARCO MARTOS CARRERA
Mientras me abraza Marcia Metelli, me dice, lisonjera, que solo conmigo quiere estar toda la vida, que nadie se me parece y que no cambiaría su decisión aunque el mismo Júpiter se lo pidiese. Pero lo que ella dice, iluminada en el deseo, parece escrito en el viento y en el agua que corre. Son palabras de la pasión, efímeras como una flor en un día de primavera, me encantan sin embargo y comprendo que no mienten, nuestro amor es eterno mientras dure, como dicen en las calles de Roma las bandadas de pájaros que murmuran palabras de dulzura en los oídos de las jóvenes que nacen a los sueños de la vida. Y mientras me junto a su cuerpo como una enredadera, la eternidad habla por mis labios y le dice a Marcia Metelli que la quiere.
POEMA MARCIA METELLI EXISTE , ALEGATO DE CATULO DE MARCO MARTOS CARRERA
Algunos balbucean en el Foro o en los malecones del Tíber o en las calles aledañas al mercado que tú, Marcia Metelli, no existes, que solo eres una enfebrecida creación de Cayo Valerio Catulo en las noches del estío romano, no eres para ellos ni siquiera el fantasma del amor con sus blancas túnicas en las calzadas de la Vía Appia, eres menos, alguien inventado por mi pluma. Pero tú, que bien me conoces, que sabes cómo cuido tu destino, que guardas celosamente los versos que te dedico, que sabes como nadie las circunstancias en que fueron escritos, porque te conciernen en lo principal y en los más mínimos detalles, te ríes de esos ciudadanos confundidos, y sabes bien que unos lo hacen por chanza y otros porque son amantes de la escritura, retóricos que ignoran que la vida palpita en lo que escribo, y que sin ti no escribiría bien ni una línea sola y moriría de pena. Pero respeto a los retóricos y no les tengo ninguna inquina, ellos tienen que decir algo que parezca original y Mecenas les dé su pitanza y vivan satisfechos de sí mismos y de su ciencia infusa. Ahora que estoy lejos de Roma, te envío tantos besos como los innumerables granos de arena que guarda en sus costas el Mare Nostrum.
CAYO VALERIO CATULO RECUERDA A MARCIA METELLI POR MARCO MARTOS
A ti te recuerdo, Marcia Metelli, jugando conmigo en el principio de la juventud a orillas de Tíber, en la explanada del malecón, llevabas guirnaldas en el cuello, rozábamos nuestros dedos y nos empujábamos suavemente en las tardes de dorado sol. Dentro de tus peplos guardabas a mi angustiado corazón y entre mis ropas escondía un diminuto retrato tuyo nacido del pincel de Quinto Tulio Cicerón que no habiéndote tenido nunca había trocado en odio su incipiente amor. Para mí eras el aire que respiraba, Venus misma en el cielo de Roma, la mujer por la que valía la pena vivir o morir y te quería con desesperación. Cuando empezaba la noche, en tus ojos se encendían las candelas del amor y el rito de los comienzos duraba hasta el amanecer. No estás ahora y voy a orillas del Tíber, mojo mis manos en esas aguas corrientes y mi vida misma fluye hacia el mar de la desconsolación.
POEMA CECILIA ROTH DE MARCO MARTOS CARRERA
Va Cecilia Roth por muchos carriles, hay uno que viene de Ucrania,
y hay otro que nace en la pampa y en la tierra del fuego.
Es un árbol que habla, frondoso en Buenos Aires,
y sin embargo es un humo que se escapa
de las mordazas y de los asesinatos,
una muchacha alucinada que va de tapas con Pedro Almodóvar,
en la plaza Mayor y en las callejuelas empedradas
del Madrid nocturno de los veranos después de Franco
y sus soldados entorchados. Es una elegante mujer que regresa a sus lares
y embruja a Fito Páez que escribe y canta para ella mejor que nunca.
Es una mujer que se va haciendo más hermosa con los años,
que va hablando mejor en la pantalla y en los teatros,
es el arte que sube a las montañas, al nido de los cóndores,
y se va volando detrás de las blancas nubes, hasta los mismos cielos.
POEMA CELOS DEL EMPERADOR DE MARCO MARTOS CARRERA
Al amanecer, la deslumbrante concubina tibetana conversa en el jardín de las rosas
con un diligente ujier del palacio. A lo lejos se oye su risa de pájaro,
su alegría de flor que se abre en primavera,
En la alcoba real, el emperador Ho Chau, entre sueños,
siente el frío de una hoja de acero en las entrañas.
Decide, sin miramientos, apartar a la desleal, regresarla al Tibet
y reemplazarla por una muchacha suave y silenciosa,
una han, nacida en la capital del imperio,
de ojos rasgados y negros, pestañas largas, busto conveniente,
figura magra que esconde sus carnes generosas.
En la posada, rodeada de soldados que la escoltan,
en la larga tristeza del regreso, al atardecer, la concubina tibetana
escribe con sus pinceles: tengo al emperador Ho Chau
atravesado como una espina en la garganta. Quiere a otra.
¡Qué larga es la juventud de los hombres!
POEMA EL CENTRO DEL UNIVERSO DE MARCO MARTOS CARRERA
Tú escuchas lo que recitan los poetas
en los hermosos salones de mármol
de la ciudad eterna, en nuestra Roma,
y escribes lo que dicen con tus punzones, en tablillas,
y luego lo recitas en privado
y otras muchachas lo dibujan en pergaminos
y así se difunde la literatura en todo el imperio.
Ese es tu trabajo y te entusiasma.
No conoces los espejos de lívida blancura,
eres indiferente a tu propia belleza
que cautiva a los que te hablan
y a Ovidio cuyos versos bien conoces.
Ignoras que respira para que lo mires,
y cuando lo haces se enciende su rostro
de calmada felicidad y lo escribe
en versos que tú copias cada mañana.
Tú eres lo que busca y por eso vive.
Grabas y difundes la poesía que te toca
y Ovidio te percibe tan hermosa que te convierte
en el centro luminoso del universo.
CERBATANA POR MARCO MARTOS
Escudriño en el horizonte, columbro
la claridad de la música que nace
en los transparentes manantiales
y se hace oscura en las correntadas del verano
cuando llega el aguacero y se lavan las hojas de los árboles,
gemela del acordeón de los cielos, inimaginable,
hasta que la sientes en los oídos,
penetrante como una cerbatana,
verde espíritu del bosque, ciencia de los sonidos,
la esencia de lo agradable que aparece
en las noches de luna y en los amaneceres
y vive en tu alma nómade, aun en el centro de las ciudades.
POEMA CÉSAR , CORCEL DEL VIENTO DE MARCO MARTOS CARRERA
Este caballo llamado César, nació en las sierras
y voló más alto que las inmensas nubes,
bajó por caminos empedrados hasta las orillas
de los fríos mares de la costa del Perú,
pastó en los cañaverales y relinchó con fuerza
en la señorial ciudad de Trujillo de cielos tan añiles.
Pronto estuvo a la cabeza de la manada
y fue cambiado de aires, llevando las riendas de su destino.
Lima le fue propicia y pudo galopar a sus anchas
por sus estrechas calles y hermosas plazas,
sin mirar mucho a lo alto ese cielo panza de burro.
Fue también el espacio de ásperos conflictos
y de escondidos y contrariados amores.
En las bodegas de un pequeño barco,
con el pienso justo para alimentarse,
llegó a Marsella, luego a París con sus luces,
a Berlín con sus nieblas en los arcos de Brandenburgo,
visitó Moscú y en la plaza roja soñó
con la libertad del hombre y de los corceles,
llegó a España silbando y cantando,
celebrando la existencia de su lengua,
sufrió la guerra y lo dijo con palabras
que el tiempo no daña y parecen maravillosas.
Corcel del viento, de las aguas y los mares,
es la estrella de la verdad en el firmamento.
Cesta de ciruelas por Marco Martos
Por la cuesta, sube la dama Chong con su cesta de ciruelas. Tan negra es su cabellera que se confunde con las tinieblas. No hay luna. Solo los ojos de pantera dan luz en lo oscuro. Cuando llega la mañana, en lo más alto de la colina, Tu Fu la saluda con una venia. La dama Chong esboza una sonrisa y entrega las ciruelas deseadas. Tu Fu la invita a tomar asiento con gestos amistosos y le ofrece un vaso de agua mientras a la dama Chong se le ilumina el rostro.
POESÍA DE MARCO MARTOS CARRERA
EL PERÚ No es este tu país porque conozcas sus linderos, ni por el idioma común, ni por los nombres de los muertos. Es este tu país, porque si tuvieras que hacerlo, lo elegirías de nuevo para construir aquí todos tus sueños.
ÁRBOL DE CANELA POR MARCO MARTOS
No puedo tolerar que tú, la dama de los crisantemos, uses los sonidos agudos de tu flauta de plata y de cobre para perturbar la ceremonia del florecimiento del árbol del mango ciruelo, en la mañana clara del primer día de la primavera. Esos agudos, tan penetrantes, quedarán para siempre en las orejas de los viandantes, anunciando la existencia de un fruto muerto en el vientre rijoso de la eternidad. Mucho tiempo seguiré caminando por el sendero del sol, de la mano de la muchacha Ri que luce un gracioso sombrero de paja, en medio de las palmeras, y los cocos, y el aire fresco. Llegaremos al árbol de canela, y ahí, en sus concavidades, en los límites de la tierra feraz con el desierto de los tártaros, levantaremos nuestro imperio, con mariposas y pájaros y sueños.
CONFINADO POR MARCO MARTOS
Perro confinado en estos fríos,
en las grietas del dolor, en la espera
de la pitanza, de una caricia sobre el lomo,
de una palabra amable, una sola cada día,
de esa desconocida
que entra y sale de la casa,
que habla a otros, que sonríe a otros,
que tiene su vida hecha,
que puede prescindir de ti
en el momento de su capricho,
escoger a otro perro, u otro, o a nadie.
EL ALBATROS CHARLES POR MARCO MARTOS
Perdido en los abismos de los mares cálidos del sur
sigo a los grandes barcos como un lánguido compañero,
en el espesor de la niebla nocturna distingo con esfuerzo
las hermosas luces de las farolas en la popa y la proa.
En los amaneceres, cuando los marineros todavía duermen,
bajo a la cubierta y me acerco sigiloso a la bodega,
en busca de agua dulce y los restos de la pesca del día.
De manera que ha sido calificada como cómica,
camino lentamente entre los vericuetos de los camarotes
y apenas el sol asoma en el horizonte, cuando la vida humana
retorna a la superficie y se escuchan los gritos de los oficiales,
desaparezco por los aires y entre el cielo y el agua
doy la imagen de que me he quedado atraído por alguna isla encantada.
Pero no puedo separarme de las inmensas embarcaciones,
como aquellos hombres que aman con obsesión
a las hermosas mujeres que los atormentan.
Mi destino es seguir como un esclavo la estela de los barcos,
no conozco una forma diferente de existencia.
Aunque amo el humo de los cafés de los barrios elegantes,
esa vida ociosa de mujeres con pieles de armiño y sonrisas,
calificadas de falsas por las damas serviciales y hacendosas,
mi destino es volar por los aires sin rumbo conocido,
porque no comprendo las rutas de las embarcaciones que sigo,
me parezco en cierto sentido a esos marineros que me odian,
que me queman el pico con su pipa encendida
si caigo por descuido en sus manos y brazos poderosos,
como ellos no tengo amigos, ni mujer que florezca mi casa,
ni esperanza, ni sol ni luna, ni un hermoso camino.
Soy el aliado inconsciente de mis propios enemigos.
EL GUARDAGUJAS DE GRANADA POR MARCO MARTOS
Voy por el Paseo de los Tristes
anhelando ser guardagujas,
un rapaz zascandil
dueño de los trenes.
Aquí está el Genil
de aguas mansas en el otoño
y la Alahambra con sus asombros
y el desdichado destino
de los que la soñaron e hicieron.
A lo lejos, las cumbres nevadas,
el cielo azul de noviembre.
Y en mi mente van pasando
y siguen pasando los vagones
de los trenes inexistentes.
ERRANTE POR MARCO MARTOS
Procuro detenerme apenas en todos los lugares, para no molestar a los susceptibles seres humanos, y quedarme así libre de sus terribles ponzoñas. He vivido, sin embargo, durante interminables décadas en la casa de la envidia apenas disimulada, en las cornisas, o acuclillado en los rincones de la sombra, lejos de todo lo amado y deseado, de las divinas perfecciones. Prefiero, como Jesús Ruiz Durand, hablar con las plantas, con los ríos, con las piedras, con los pájaros, abrazar a las dos serpientes que son fuente de la vida, vivir en sus ojos movedizos, en sus cabezas gemelas.
HORMIGAS COLORADAS POR MARCO MARTOS
Dedico este poema a Esther Espinoza Espinoza y a los compañeros de Patio de Letras, la organización de profesores que dura más tiempo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y que el viernes 18 buscará en las urnas volver a gobernar la Facultad de Letras.
En las crecientes del río Amazonas
hacen balsas con sus cuerpos y resisten,
alfombras, brillantes sedas que navegan.
Otras hormigas de fuego trepan, flotan sobre el agua,
días y meses siguen a las corrientes, buscando los recodos,
mientras las lluvias las golpean y las matan.
Muchas sobreviven, tienen la fuerza de los fantasmas.
Pasan los meses y encuentran la tierra firme,
ejércitos de hormigas, en círculos, explorando los caminos,
buscando el lugar adecuado para crear un hormiguero,
con todos sus minuciosos laberintos diseñados.
En la claridad de la luna o entre sombras,
parecen lenguas de pequeñas candelas que caminaran.
Fascinan, son las hormigas rojas mágicas.
LA LENGUA DE MEDELLÍN POR MARCO MARTOS
Con el río Medellín corre la lengua de Castilla,
se desplaza por todo el inmenso valle de Aburrá,
crece en el corazón y en la mente de todos los paisanos,
en los suaves vientos permanentes, entre las montañas,
en la pluma de X-504, Jaime Jaramillo, y Elkin Restrepo, poetas de la ciudad.
Discurre como quiere, varía a su gusto, entra en los cafés,
en las plazas, en las obesas figuras que soñó Fernando Botero,
en las muchachas desenfadadas que discuten sobre poesía,
vaporosas, despernadas, esparrancadas en el césped de la universidad.
Cuando vienen los tremendos aguaceros que empapan
a los achicopalados y a los que trabajan, quedan desiertas las calles,
y cuando escampa y cae la tarde, la ciudad desbaratada
comienza a tejer el orden de la noche, aparece la música,
la perenne música de las sombras, la salsa, el jazz, los tangos de Gardel.
Tengo agonía en el estómago, una feroz agonía,
dame, amiga querida, agua de panela, una bandeja paisa,
no me trates a la verraca, no me dejes solo, en grima,
lejos, muy lejos, de la gentileza de Medellín.
CAMPANAS POR MARCO MARTOS
Vuelan las campanas en los senderos, entre los árboles,
los badajos vuelan, suenan en las paredes de bronce,
despiertan a los murciélagos, colgados en las ramas,
acompañan a los pájaros en sus gorjeos. Se inicia
la mañana en la vastedad del primer día del verano.
Amarilla la luz aparece detrás de la montaña,
un manto de serena templanza
en toda la inmensa bóveda celeste.
Ahí está el murmullo interminable de las horas del día:
hombres, mujeres y niños comienzan sus afanes.
Solo acabarán cuando calle la campana de su corazón
y el dueño de la vida les cierre los párpados insomnes.
CARTA MORAL A LUCILIO ESCRIBE SÉNECA (40 D.C.) POR MARCO MARTOS
Solitario y débil el buey viejo quiere pasto tierno y los hombres, no muy diferentes, somos alimento diario de la muerte. Nuestros cocineros circulando entre los fuegos preparan manjares para muchos y los labriegos en Sicilia y en África, y acaso más allá del mar de las tinieblas, siembran hierbas aromáticas, hortalizas y frutales para alimentar a Roma y a las ciudades de los cuatro confines en cada uno de los imperios. Cada quien defiende con los dientes su verdad en el foro. Con discursos y denuestos los antagonistas se acompañan. La mujer discute con el marido. Ambos escuchan el eco de dos voces y como eso no les basta, engendran al hijo entre sollozos. Condición del hombre es estar solo, vivir lo breve en la incertidumbre. En cualquier cosa que hagas, Lucilio, pon tus ojos en la muerte. Consérvate bueno.
CARTAGENA DE INDIAS POR MARCO MARTOS
En tierra de los Karib, Pedro de Heredia robó el fuego.
Trajo la cruz y la espada, el pendón de los católicos reyes,
la lengua de Castilla que va por el aire azul a las montañas.
Cartagena, patria de encomenderos y de piedras labradas, gema
que brilla en los ojos desmesurados de los filibusteros,
y el mar, el más hermoso mar imaginable, padre de la vida,
la milenaria fuente de la abundancia de los parajes americanos.
Camina la codicia en los pies y en el corazón del recién llegado,
los hechiceros deben morir, piensa, lo ordena y lo disfruta.
Quedan los naturales diezmados y Heredia escapa en una nao,
huyendo de la justicia para buscar el olvido tal vez en Andalucía o Extremadura.
Los dioses del Caribe lo alcanzan, lo zarandean y lo hunden en las simas.
CARTUJO, LOS LUNES POR MARCO MARTOS
Te pedimos que seas un cartujo, muy moderado potro de la pampa, tu palabra nos llueve, nunca escampa, no hay materia ni dioses sin tu influjo. Ser tan amigos tuyos es un lujo, buscamos escaleras y la rampa para llegar tan alto sin la trampa: ganar tu voluntad con un orujo. Te pedimos que seas lo que quieras: prior de los monjes fuertes de cantina, esos de pinta fina de gomina que van a la biblioteca o a las eras. Solo los días lunes los cartujos mucho hablan y nos dicen sus embrujos.
CIELO DE LA SELVA POR MARCO MARTOS
Tú eres el Cielo de la selva, esos nubarrones,
amenaza de lluvia y el aguacero
cayendo por horas de horas en los árboles,
y súbito te transformas en añiles despejados,
calores detenidos, aire quieto, sopor quedo,
y luego en la alegría de las tardes de dorados crepúsculos
y la sonrisa de la noche de intensos jazmines.
Hay un bisbiseo de muchachas en las bancas de la plaza,
el rumor lejano de lo que dicen los varones,
el latir de la vida en animales y plantas,
y la luna que emerge espléndida
en su plata y zinc y en sus montañas dibujadas.
CLANGORES POR MARCO MARTOS
Clangores cortan la noche de nubes pórfidas, turbadas,
preñadas de aguaceros contenidos, de relámpagos.
Tristes ceremonias de los desesperados en la calle.
¡Qué clarines! ¡Qué trompetas! Vientos que anuncian
desdichas al vaivén de las horas cuando todavía no amanece.
Y luego vendrá el día semejante a otro y a otro
y seguirán los clangores para que la palabra sea un adorno
o se calle para siempre, pardo y rojizo ruiseñor sin cuerdas vocales,
que resiste ahora, resiste mientras escribo imperturbable
en la primera bocanada de luz del día.
CURACIONES POR MARCO MARTOS
La palabra cura, los ademanes, las hierbas, las mujeres y las flores.
El médico psicoanalista cura en sus sillones de cuero colombiano,
el shamán cura en su mesa de menjunjes y velas encendidas,
uno se demora años, el otro, una noche interminable, absoluta.
El inconsciente para ambos está al lado de las neuronas,
esa es la única magia de las curaciones que parecen milagrosas.
Usar pastillas es otra cosa, es asunto de médicos occidentales.
Actúan sobre el cuerpo y a veces llegan a curar las almas.
Freud fue un brujo ¿qué duda cabe? Asociaba los vivos con los muertos,
con la novela familiar de cada persona. La enfermedad era un síntoma
de algo más profundo y verdadero. La vida es un paréntesis
entre la nada y la muerte, dijo, y todo desaparecerá un día,
el hombre es un accidente. No afirma eso el curandero,
distribuye su esperanza con abluciones teatrales
que conmueven a los fieles. Tienes que creer en los brujos de la ciudad
y en los brujos de la selva, para que tu cuerpo sane y sigas hablando:
¿no me dijiste que querías ser el brujo de la palabra?
DELIRIO POR MARCO MARTOS
Va el explorador, separado de los suyos, por las lluvias,
los deslices, las torpezas propias de los humanos,
en los caminos intrincados de la selva, entre animales desconocidos,
ofidios que se deslizan entre las hojas y que se confunden con las lianas,
insectos, gritos de monos, y el pánico que le circula por las venas cuando cae la noche.
Nada sabe. ¿Dónde queda el sur? ¿Cuál es el norte deseado? ¿Dónde habrá una cama
caliente, una lumbre, un rostro humano? ¿De qué le sirve el lenguaje si solo puede hablar
para sí mismo? Tropieza y cae, se queda sentado junto al manantial cristalino
y empieza a hablar a borbotones, contándose a sí mismo la complicada historia de su vida,
su persistente amor a la música, ese lenguaje sin palabras que anida en la memoria,
sus razones y sinrazones para buscar en América del Sur los pueblos
que tienen la llama de los comienzos, su gana de entender las capas geológicas
de la humanidad que viven sin embargo en un presente eterno.
Sus palabras parecen un rezo dirigido a una divinidad desconocida.
Cuando asoma la mañana pudimos encontrarlo. El hombre delira
y solo a veces distinguimos algún sentido. Está agotado, pero feliz,
parece haberse encontrado a sí mismo
Pezpita por Marco Martos
Preferí desde niño a una pezpita con su amplia sonrisa de colores yendo por las calles de mil amores dando alegría al que la necesita. Es candela que en el frío crepita, alegría del sol , finos olores, bálsamo en medio de los dolores, gestos de diosa, me calma y agita. Daría gran parte de lo vivido por volver a orillas de mi río con la pezpita de quien me fío, vencedora del tiempo y del olvido.
Poema de libro «Piura, espejismo de eternidad»
Escribir sonetos por Marco Martos
El soneto es una forma de origen italiano, en Sicilia. Significa “ sonidito”. Algunos atribuyen a Pier de la Vigne su autoría, en el siglo XIII. Hizo fortuna en la poesía posterior, principalmente con Dante y Petrarca y saltó a todas las lenguas. Los sonetos que ahora difundo, de mi autoría, siguen en lo básico el modelo italiano de rima ABBA en los cuartetos iniciales y recogen también el modelo inglés que hace un tercer cuarteto, para finalizar con un dístico que rima el verso 13 con el 14. Es la forma que utiliza Borges en sus sonetos. Sin duda el soneto muestra una habilidad formal, pero que no sea solo eso, cada uno de estos poemas toca asuntos de fondo, la muerte, el destino, el amor.
Hafiz compara el amor con la Vía Láctea por Marco Martos
Quítate pronto tus hermosos trajes, quítate los adornados sostenes, las amarillas sortijas que tienes, quédate con tu bombasí de encajes. Quiero palparte con mis lentos ojos o desatar el nudo de tu calma, ingresar cuidadoso en tu propia alma, satisfacer, prudente, tus antojos. Deseo ser Nadie y todos los hombres, galopar sobre ti por las estrellas y soldarnos felices sin querellas, lo que tu quieras para que te asombres, siendo contigo en lejanos parajes Vía Láctea, blancos oleajes.
El rey Darío por Marco Martos
Vencido en la batalla el rey Darío, frágil, rasga al aire, desesperado. Miren, soldados, en lo que ha quedado el que gritaba su desafío :hosco camina por los pasillos del palacio del reino de los persas, escucha solo opiniones adversas ,nadie lo saluda, todos son cuchillos. Bastaba una palabra suya, seca, para cambiar destinos de la gente, Persia es un sueño, Darío, accidente, voluntad del destino que lo trueca. El tiempo, eterno rey, es el que prescinde de Darío, zozobra que se rinde.
Salamina por Marco Martos
Pobre harapo, vencido en Salamina, regresa Jerjes, ojos tan hundidos, deja atrás barcos, deseos perdidos, el mar amado que se difumina. Nos parece diferente al que trina en vísperas de combates queridos, burlándose de tristes afligidos ,del arrastrado que apenas camina. Nada nos queda de nuestros trirremes, tablas miserables son los despojos de gente que perdió piernas y ojos, la vida y el alma y aquello que más temes. Un túmulo de honor en nuestra historia :al mar azota Jerjes, es tu memoria.
EL PERÚ por Marco Martos
EL PERÚ POR MARCO MARTOS
No es este tu país porque conozcas sus linderos, ni por el idioma común, ni por los nombres de los muertos. Es este tu país, porque si tuvieras que hacerlo, lo elegirías de nuevo para construir aquí todos tus sueños.
EL ORO DE LOS DÁTILES. OVIDIO EN ROMA ESCRIBE A LIVIA, A PUNTO DE REGRESAR DEL DESIERTO AFRICANO POR MARCO MARTOS
Tintinean las sonajas.
el oro de los dátiles,
la arena suena en el reloj de sombra.
Hay remolinos en tus ojos,
un viento del desierto
y su luz que anonada.
Un aire seco cruza los añiles,
una solitaria nube blanca
y tú misma como un ave
que corta la inmensidad
de la bóveda celeste
cuando regresas a tu querencia.
Me rindo ente tu belleza,
te ofrezco mis palabras,
te entrego un olor,
el perfume de la rosa roja
que guardo para ti
desde que caminas por el mundo.
Poema “El umbral del paraíso” de Marco Martos
El rey David tenía mucho frío. Estaba lastimado por los años. Conocía de cerca los engaños del poder, de la vida y su hastío. No entraba en calor con la frazada que le alcanzaba gente diligente; arrugas dibujadas en su frente anunciaban la muerte apresurada. Con sus senos radiantes y turgentes, la hermosa sulamita fue llevada virgen al tálamo nupcial. Fue amada con desesperación. Quedó en las mientes de quien llegó al umbral del paraíso. David por Abisag llora. La quiso.
(El mar de las tinieblas, p. 170).
Poema “Córdoba” de Marco Martos
El rey David tenía mucho frío. Estaba lastimado por los años. Conocía de cerca los engaños del poder, de la vida y su hastío. No entraba en calor con la frazada que le alcanzaba gente diligente; arrugas dibujadas en su frente anunciaban la muerte apresurada. Con sus senos radiantes y turgentes, la hermosa sulamita fue llevada virgen al tálamo nupcial. Fue amada con desesperación. Quedó en las mientes de quien llegó al umbral del paraíso. David por Abisag llora. La quiso.
(El mar de las tinieblas, p. 25).
“Mimo”de Marco Martos
El callado hablantín de tantas horas,
sin afeites querrá dejar la feria,
cuando llegue el aciago instante leve
que señale el final de la comedia.
Luego poco valdrá su gesto mimo
ni lo que otros dijeron e sus artes;
quedará tan vacío el escenario
que nadie pensará que fue grandioso
alguna vez, con riadas, parlamentos
del silencio, filtrándose en las tablas.
Mimo baladronándose en el aire,
creyéndose mejor que los finados,
goza ahora de aplausos respetables
que viven madurando sus finales.
(El mar de las tinieblas, p. 104).
Alicia Dafne de Marco Martos
Solo duendes benéficos circulan
en las noches del invierno por tu alcoba.
Son los espíritus de los árboles
que cuidan tu sueño y borran tus pesares.
No hay otra forma de explicar
tu energía que se prodiga en los días
numerosos de las cuatro estaciones
en tantas ciudades dispersas por los mapas.
Ellos son silenciosos y se confunden con las sombras.
Son reconocidos por la luz de la luna
que se filtra por la ventana y por tu gato
y por tu perro que hacen lentas cabriolas,
y por la poesía que se conecta con sus figuras milenarias.
Amanece y los duendes vuelven a las selvas y campiñas.
Ahora despiertas, infatigable, como siempre.
“Coplas de pie quebrado” de Marco Martos
Nacemos para morir, intonso quien no lo intuye; en comedia le agradaría vivir, corre feliz, salta, huye, y lo asedia el conocimiento cierto que conversa en toda plaza con la suerte y la vida en un concierto que a cualquier hombre lo emplaza con la muerte. (El mar de las tinieblas, p. 78).
“El umbral del paraíso” por Marco Martos
El rey David tenía mucho frío.
Estaba lastimado por los años.
Conocía de cerca los engaños
del poder, de la vida y su hastío.
No entraba en calor con la frazada
que le alcanzaba gente diligente;
arrugas dibujadas en su frente
anunciaban la muerte apresurada.
Con sus senos radiantes y turgentes,
la hermosa sulamita fue llevada
virgen al tálamo nupcial. Fue amada
con desesperación. Quedó en las mientes
de quien llegó al umbral del paraíso.
David por Abisag llora. La quiso.
(El mar de las tinieblas, p. 170).
ROSA ROJA POR MARCO MARTOS
Caminando encontraste una rosa en un jardín,
solitaria, alejada del mundo y de toda admiración.
La belleza, te dijiste, no necesita ser contemplada
para ser ella misma, roja, radiante, entera en sus pétalos
que portan lo más divino creado en los jardines de la humanidad.
Sin embargo, permaneces confinada, con tu belleza escondida
que nadie sino la poesía puede decir
como en un maravilloso espejo de agua
donde voy adivinando tu insólito perfil.
ALAS DE ÁNGEL POR MARCO MARTOS
En la noche, si estoy solo, voy como ángel por calles oscuras. Mis alas blancas bajo la luz de la luna, baten con fuerza tal si volaran. No sé qué busco, en verdad lo ignoro, en el fondo del corazón nada sé mientras camino o voy levitando. Anhelo que me mires, que escuches mis palabras, ay, si te fijaras, mis alas batirían incansables como el huracán luminoso que ciega a los incrédulos en lo más lóbrego de la noche, torbellino de luz subiendo por los aires hasta las estrellas más lejanas, si te fijaras, ay, si te fijaras.
ALICIA DAFNE POR MARCO MARTOS
Solo duendes benéficos circulan
en las noches del invierno por tu alcoba.
Son los espíritus de los árboles
que cuidan tu sueño y borran tus pesares.
No hay otra forma de explicar
tu energía que se prodiga en los días
numerosos de las cuatro estaciones
en tantas ciudades dispersas por los mapas.
Ellos son silenciosos y se confunden con las sombras.
Son reconocidos por la luz de la luna
que se filtra por la ventana y por tu gato
y por tu perro que hacen lentas cabriolas,
y por la poesía que se conecta con sus figuras milenarias.
Amanece y los duendes vuelven a las selvas y campiñas.
Ahora despiertas, infatigable, como siempre.
AMOR DE GRAJOS POR MARCO MARTOS (Müritz 1923)
Es dorada y pareciera siempre quieta la arena del mar donde la suave planta de los niños hebreos berlineses dibuja su huella. Lo último y más hermoso del sol baña la espaciosa estancia donde la muchacha de ojos escondidos por los largos cabellos se ocupa de escamar pescados y de otros menesteres así en la oscuridad que comienza. «Manos tan suaves y trabajo tan sangriento» dice Franz Kafka oscilando las palabras. Llamea en la penumbra el rostro de Dora Dymant, Dora Dymant mueve la cabeza de grajo, la gran cola, y hace una venia al compañero de su vida. ¡Luz, luz verdadera antes de la noche!
ANNA MAY WONG POR MARCO MARTOS
Nacida en Los Ángeles, Anna May Wong trajo a la pantalla al río Amarillo circulando en sus hermosas manos, el rojo intenso de los hibiscos y las ramas del árbol de la China en sus delicados brazos y el sabor de la canela misma espolvoreada en sus deliciosos labios, finos, apacibles, deleitantes. Traía un tifón contenido de pasiones, una cortesía ancestral de minucias, reverencias y sonrisas a mujeres y varones. Saltó de las películas en blanco y negro a aquellas otras de relumbrantes colores. En la soledad de su camarín, solo hablando con el espejos y las sombras, añoraba, si acaso, las tierras desconocidas de las que le hablaban sus mayores. Pasó como un suspiro por los cines, como un viento amable. Hay gente que la recuerda en distintos puntos del planeta, y otros que la aman y llevan con orgullo su sangre.
APARTADO LUGAR POR MARCO MARTOS
En las tardes corrías por la alfombra verde del arroz.
¿Cómo sabían los pájaros la inmensidad de tu interior?
Con los picos buscaban la blanquísima leche
o se quedaban quietos, dejándote pasar.
Ni ellos tenían miedo, ni tú temor.
Oro en los cielos y rosa en la azul inmensidad.
Cuando llegaba la noche, en esa lóbrega oscuridad,
tus amplios vestidos luminosos eran la señal
de la continuidad de la vida en ese apartado lugar.
ARAÑAS EN TUS OJOS POR MARCO MARTOS
Hay una araña pegada al techo sombrío
que luego se desliza, cautelosa, en las paredes,
cosiendo y cosiendo, casi eterna, sus telas.
Hay dos arañas en las tinieblas de tus ojos
que ofrecen filamentos de hermosura
y hacen nacer la luz cuando me miras.
Quedo pegado a tus ojos, a tus pestañas,
a tus negras arañas que son redes,
y levanto contigo la armonía de mis días.
Tinieblas de abril de Marco Martos
Veo partir a los gansos salvajes hacia el sur y se me acongoja el corazón pues son la estela que anuncia tu viaje, el pálpito y el vaticinio de que no volverás. Donde quiera que estés serás inaccesible, apenas te llegará mi voz como un eco de un eco del susurro de una flor. Tal vez mire a los gansos en otra estación y una lágrima tuya pugne en mi ojo, ansiosa por salir, tal vez solo escuche el rumor del viento y el aleteo de las lechuzas dando vueltas alrededor del blanco campanario en las tinieblas de abril.
SOLITARIO POR MARCO MARTOS·
Lucio Pérez
Solitario
Me arrebujo entre mis sábanas,
escapando del bullicio de las calles,
de la algarabía insólita de la oscura Navidad.
Nada tengo contra el niño Dios de los cristianos
y me encanta la brillante estrella de Belén.
Tienen la inocencia de los primeros pueblos y el deseo de la paz.
No quiero mendigar afecto en la puerta de las iglesias
ni en los zaguanes de las casas señoriales,
ni mucho menos en los vestíbulos de tu indómito corazón.
Estoy en mi lugar, apartado del mundo,
lamiendo mis rasmillones, tiznado, sin un rayo de sol.
ARDER POR MARCO MARTOS
Escribir poesía es algo frágil
para el que conoce bien la regla
del finísimo lenguaje tan ágil
que en lo difícil bien se las arregla
para decir lo que quiere tan frágil
de manera que no se desarregla.
Hoy empieza, pues mañana será tarde.
El habla es una pira que quema y arde.
Mariposa azul de Marco Martos
Tú estás presente en el aire y te concretas
como la más hermosa mariposa azul
con la que he soñado.
Estás lejos, inalcanzable para mis ojos
que son dos lampos de verdes rápidos.
Tal vez por eso te difuminas
en las nieves eternas de los Andes.
A veces no sé si existes o eres
ficción de mis fiebres tropicales.
Te mando un beso que va volando
por los aires americanos,
es un colibrí que lleva tu nombre,
mariposa azul, en el pico enamorado.
El viento de los años de Marco Martos
Este palacio colmado de doncellas
que hablan como ángeles en el crepúsculo del verano,
este jardín donde susurra el arroyo y los pájaros sueñan,
estas brumas, estos fríos que vienen con las lluvias del otoño,
estos árboles de canela, estos pinos,
estas garzas que como damas descansan
durante el invierno en los dormitorios,
todo se lo llevará el viento de los años,
ruina será y perdices grises
deambulando entre las sombras.
ASSAG POR MARCO MARTOS
Hay un vaso de vino y otro de agua clara
Que el amor ofrece a los enamorados.
Un líquido lleva espinas y el otro es el hechizado.
Aquello que dura se va transformando.
Un dedo circula por la carne que está temblando.
Estalla la noche, se queman los altares.
El alba ¡ay el alba! rápido viaja la nube,
Rápidos cantan y lloran los pájaros.
BOCA DE DIOS POR MARCO MARTOS
Una caverna que todo lo traga, esa es la boca de Dios. Unos la llaman muerte y otros nirvana, por eso de la quietud. El paraíso es un rayo de luz sobre el mar en la infancia y después todo es oscuridad. Que no te engañe la campana del éxito, pues su badajo descansa casi toda la vida hasta que llegas en su silencio a la boca de Dios.
BOGAVANTE POR MARCO MARTOS
Sin madre, no he tenido nada, ni pecho malo
Ni pecho bueno en mi adolescencia y juventud.
Raro, te parezco raro, y es que estoy
Muy acostumbrado a la soledad.
Como un bogavante perdí mi coraza
En la pubertad, y me oculté entre las rocas
Y segregué sustancias de nácar, las más lucientes,
Para enfrentar con soltura la madurez.
Debajo están las heridas, las cicatrices
Con las que te hablo, cuando sueñas con el amor.
CABALLO DE AGUA POR MARCO MARTOS
Hay un caballo de agua que mora en las cavernas, en lo más profundo de la tierra silenciosa, de sus cascos salen los manantiales, los delgados líquidos que suben a las montañas y bajan cantando entre los árboles, bajito, como en un murmullo. Hay un galopar de caballos de agua, cuando llueve, y se les escucha piafar en los aguaceros, y están francamente desbocados, cuando hay diluvios, y relámpagos y truenos y algunos miedos. Cuando escuchas el bisbiseo del mar en la noche de luna, o en una palabra de un marinero desvelado, es el caballo de agua, un fantasma que galopa en las profundidades y vive en tus ojos acuosos cuando lloras y relincha en tus venas mientras sueñas.
CAMPANA POR MARCO MARTOS
Hay una campana en el centro de mi corazón que ha perdido su badajo en alguna olvidada batalla. Muda campana del sufrimiento. Suena cuando llega el viento y se pasea por sus concavidades. Ese ulular es ajeno, parece venido de muy lejos, algo que va más al fondo del metal y de las ráfagas. Sonido de una deidad casi inaudible, semejante al más profundo silencio. ¿Para qué sirve una campana que no llama a la gente?
FILTROS DE AMOR, ESCRIBE VIRGILIO POR MARCO MARTOS
Anduve erguido por el mundo,
en las parcelas de Andes, cerca de Mantua,
entre los ondulantes trigales
y los gorjeos de los pájaros en los árboles,
en las calles bulliciosas de la ciudad eterna,
y en el foro, vestido con la toga, entre letrados.
Reclinado en los triclinia, comí dátiles de Egipto,
quesos de cabra de Judea, cerezas y duraznos de Hispania
y he bebido vinos generosos elaborados en las Galias
y en las tierras lejanas de Germania.
Apenas he conocido el amor yaciendo en mi lecho duro
o en las tiendas de campaña, bajo el eco lejano de la guerra.
En verdad he estado solo toda mi vida, con mi pluma compañera,
y enfermo casi siempre, entre mis sábanas.
Los seres humanos, cuando se abrazan,
se quedan con las sombras de su sueño en el agua.
El amor dura un instante y súbito acaba.
Ahora mismo siento su saeta y me revuelco en sus lágrimas.
Gemelo de la muerte, tiene su máscara
que imita a la vida en lo que acaba.
La Eneida, amadas páginas, pido que se destruyan
y que sean fuego y ceniza y olvido en los altares de Marte.
He buscado amor toda mi vida, ese yacer en el aire,
en las nubes, en la lluvia de relámpagos y truenos,
en los principios del mundo, en los peligros de lo eterno.
Y no he llegado a nada de nada.
CENIZA POR MARCO MARTOS
La palabra es fuego que consume
al papel que la sostiene. Esa ceniza
es lo que digo, fantasma que vuela
en el convulso mar de la gramática,
una poña en el viento, en el agua,
en el ojo sangriento de la lagartija
acezando en el lecho del río seco.
Y ese calor en la plaza de Lancones
que te parte la crisma, la boca frágil,
también es una palabra, una lengua
que con infinito espanto habla y calla.
Poema del libro «Piura, espejismo de eternidad», publicado por la editorial Siete Vientos de Houdini Guerrero.
¿Por qué hablas de Roma? de Marco Martos
-¿Por qué hablas de Roma?
Solo quedan cenizas.
-Hay oro en el Tíber y plata
y belleza absoluta que está suspendida en el aire,
en un presente eterno del que una vez charlamos,
ahí está Cicerón dirigiéndose al senado romano,
está Julio César con sus soldados conquistando la Galia,
está Pompeyo en Egipto cortejando a la reina Cleopatra,
está Augusto formando el imperio y Virgilio
a su lado, cantando a Eneas y al desdichado amor de Dido,
está Séneca, sabio entre los sabios, aconsejando a Lucilio
y a todos nosotros que lo leemos,
el espíritu de la justicia está en Roma,
las esencias depuradas de la Hélade.
Los que venimos de Roma, seguimos en Roma y perduramos.
CLEOPATRA POR MARCO MARTOS
Cuando César se instaló en el palacio de Alejandría,
Cleopatra llegó envuelta en atado de ropas, por el postigo
del jardín interior, sin que nadie la viera.
Era de una gran belleza y de presencia cautivadora.
Tan afable, que era casi imposible no quedar prendado
de su aparente inocencia. El encanto de su plática,
su generosidad, el esplendor de sus modales,
el placer que producía su voz como de notas musicales,
como de cantar de pájaros, ganaron el consentimiento
y el deseo del aristocrático príncipe de Roma,
tribuno del pueblo, vencedor de tantas batallas,
dueño de la voluntad de propios y adversarios.
Cleopatra era la cultura griega y el oriente reunido
y el placer de la carne y la quimera
en una barca sobre las plácidas aguas del río Nilo
en las noches candentes del estío africano.
La reina quedó fija en la mente de César
como el ideal de la belleza y el sueño del futuro reunidos.
Pero Cayo Julio César volvió a Roma,
donde lo esperaba el poder omnímodo
y los alborotados puñales de sus taimados asesinos
WANG WEI, CAMINANTE POR MARCO MARTOS
Cruza la montaña Wang Wei
y por el riachuelo y sus cascadas
se interna en tierras ignotas.
Gorjean los pájaros en las ramas verdes
y marrones del bosque de pinos.
Viajan a lo lejos los gansos que graznan desesperados
y se pierden en el horizonte.
Cielos rosados se hacen azules y luego negros
cuando termina el día
Wang Wei es una sombra en la claridad vespertina
y luego un punto que desaparece
cuando todo es oscuro
y vuela lenta la lúgubre lechuza
dando círculos en el soto silencioso.
Cuando amanece, en el fondo del valle,
tañe una campana.
INCANSABLE POR MARCO MARTOS
¿Qué se fizo la dama campana que te alucinaba?
¿Qué se fizo su andar de Sechuán?
¿Qué se fizo la emperatriz que se marchó a Chang
y dejaba correr sus lágrimas
mientras leía tus endechas?
¿Qué se fizo la muchacha han
que tomaste de la mano en el estruendo del malecón,
jurándole amor eterno? ¿Qué se fizo?
¿Qué se fizo la mujer que te daba gloria
y dejaste partir al país de los mongoles?
Las enterraste en tu memoria. Es lo que veo.
Ahora vas con una diminuta rosa en la mano,
con verdadero apuro por las calles de tantas ciudades.
Caminas en busca del eterno femenino, incansable.
DAFNE, EL ÁGUILA VIAJERA POR MARCO MARTOS
Tú eres el águila viajera,
vas por el mundo dando luces,
sobre el derecho de la gente,
derecho de los animales,
a vivir en los lomos de la tierra,
con la tranquilidad pasmosa
de los dueños de lo que existe
en todos los lugares bellos.
Un día estás en Cartagena,
otro en Estambul, la muy hermosa,
aterrizas riendo en Ginebra,
o cruzas oronda el Mar Rojo.
Skri Lanka te es muy propicia
pues te encantan los elefantes,
paseas en sus grandes lomos,
mueves las alas, lentas, rápidas.
Te gusta el café en Nueva York,
té con canela en La Paz,
olor de copihue en Santiago.
Calma, anuncias lo conocido,
te internas en lo nuevo siempre.
Eres águila encantadora,
nubes y cielos son tu patria.
Descripción de John Bowlby por Marco Martos
Rodeado de criados y nodrizas,
lejos del padre y de la madre, estirados,
John Bowlby sabe de soledades,
y como un patito de laboratorio
va detrás de lo que se mueve.
Busca los espacios de los afectos
y trabuca en los cajones de la vida.
Una vez tuvo una novia y le registró
todos los centímetros de la piel
y cada rincón de las entrañas.
Luego investigó los secretos
de la hermana de la amada.
Expulsado del paraíso no tenía
donde poner los ojos.
Encontró después a una esposa,
un continente seguro para regresar
cada día sin inspirar lástima.
Arrebujado entre edredones descubrió
que toda mujer es una madre,
un lago de nenúfares siempre en calma.
Afuera están los niños perversos,
las nimiedades, los rufianes
con sus puñales y sus espadas.
Habla lo que sepas, dijo,
Y de lo que no sepas, calla.
DIWAN DE ORIENTE POR MARCO MARTOS
Botón de rosa
Qué aroma,
día y noche,
qué aroma,
sutil perfume
de botón de rosa
apenas entreabierto
que te confiere belleza,
inigualable perfección.
qué luz propia
de ti solamente
te hace tan radiante
y transparente,
tan delicadamente hermosa
en la mañana de abril.
Botón de rosa
cómo me embriagas
con tu aroma,
palabra que dicen tus ojos,
botón de rosa,
olor de rosa,
rosa que vienes a mí.
(A la manera de Yasunari Kawabata)
Ya no humano
Como Osamu Dazai,
como Osamu,
la sombra permanece
con su decisión a solas,
danzando y danzando
en lo alto de la torre,
guerreando con el encono
de los más sesgados vientos,
como Osamu Dazai, como Osamu,
cuidándose de los conflictos inútiles,
de la diatriba y los dicterios,
admirando todavía la belleza
de la palabra exacta
o la sonrisa de mujer,
como Osamu Dazai, como Osamu,
dañada para el disfrute,
harta de la mediocridad,
de los imbéciles,
fascinada por el vacío,
como Osamu, escribir o amar,
uf, qué hundimiento,
mejor danzar en lo alto de la torre,
como Osamu Dazai, como nadie.
EL MAR ESCRIBE YASUNARI KAWABATA SE DESPIDE DE LA DANZARINA DE IZU
Yasunari Kawabata se despide de la danzarina de Izu (1972)
Toda poesía es una despedida,
una línea blanca de espuma
en el ancho mar que se lo lleva todo.
¡Con qué indiferencia se mueve el mundo
a todo lo que planeamos y queremos!
¡No hay olvido! ¡Grito que no hay olvido en la memoria!
En la cresta de la ola o en la sima más oscura
con todo lo vivido o flotamos o nos sumergimos.
Así, braceo un rato y luego me hundo
balbuceando tu nombre sagrado
en la noche de agua eterna.
Nadie sabe si soy un fantasma
o un buen nadador que será niebla mañana,
que ya es cielo encapotado,
o una línea de espuma blanquísima,
vena del mismo mar que acaso escribe.
El árbol de la dialéctica de Marco Martos
El árbol de la dialéctica hunde sus raíces en la tierra
y así crece orondo lanzándose a la luz.
El tronco depende de donde crece,
de los minúsculos surcos, de los insectos, del viento,
y a lo lejos, de la azul inmensidad.
Las ramas tienen que ver con la tierra,
organizan la savia y sus hojas para que aparezcan
en el aire las flores más hermosas y delicadas.
¡Y los frutos! Son tan diversos y lozanos
que pocos piensan en sus raíces porque no las ven.
Parecen en el aire números, poemas,
misterios de la genética, toda la sabiduría
biológica lista como los pájaros para volar.
Así se explica el misterio de la Vía Láctea
y se intuye la eternidad.
Το δέντρο της διαλεκτικής
Το δέντρο της διαλεκτικής βυθίζει τις ρίζες του στη γη
κι έτσι μεγαλώνει υπερήφανο καθώς υψώνεται προς το φως.
Ο κορμός εξαρτάται από το μέρος όπου μεγαλώνει,
από τις μικροσκοπικές χαραγματιές, από τα κουνούπια, από τον αγέρα,
κι από κει μακριά, από τη γαλάζια απεραντοσύνη.
Τα κλαδιά έχουν να κάνουν με το χώμα,
οργανώνουν την ικμάδα και τα φύλλα τους για να προβάλλουν
στον αέρα τα πιο όμορφα και θελκτικά λουλούδια.
Και οι καρποί! Είναι τόσο εύρωστοι και διαφορετικοί
που λίγοι σκέφτονται τις ρίζες τους γιατί δεν τις βλέπουν.
Μοιάζουν μες στον αέρα με αριθμούς, με ποιήματα,
με μυστήρια της γενετικής, κι όλη η βιολογική
σοφία είναι έτοιμη όπως τα πουλιά για να πετάξει.
Έτσι εξηγείται το μυστήριο του Γαλαξία
και υπονοείται η αιωνιότητα.
ÁRBOL AZUL POR MARCO MARTOS
Lleno el árbol azul de Navidad
con bolitas de colores y palabras
repletas de amor y gratitud.
Y pongo un niño que trepa a lo más alto
y vuela luego como un pájaro
y se va lejos, como un humo
que se confunde con los rayos del sol.
Marco Aurelio escribe a Anna por Marco Martos
Vienes Anna del fondo de tus ojos,
nívea proyección de tu fresco cuello,
con las rosas delicadas de tus labios,
con frágiles cristales, tus pestañas,
del mundo entero traes los colores
que se hacen fuego rápido en tus manos.
Dos ríos que galopan son tus manos,
y se vuelven luceros en tus ojos,
bajo la luz solar son los colores
que llenan de rubor tu blanco cuello,
mientras con lentitud mueves pestañas
que se abren y se cierran como labios.
Las hermosas palabras de tus labios,
murmurando me dicen de tus manos,
de noche bambolean tus pestañas,
vertiginosas mueven verdes ojos
y anidan tal palomas en tu cuello,
del agua emerge un árbol de colores.
Tu risa es una fiesta de colores,
algarabía, luces en tus labios,
nieve pura tiñendo hermoso cuello,
fértil azul, incendios en tus manos,
tú eres serenidad, lagos tus ojos,
el deseo es amor en tus pestañas.
Tiemblan en lo secreto tus pestañas,
resumen universos de colores,
tiembla también el verde de tus ojos,
bisbisean en cambio rojos labios,
acróbatas del aire, nidos, manos,
escalofrío suave en blanco cuello.
Quise tanto tocar tu blanco cuello,
contemplar la hermosura, tus pestañas,
tener entre mis dedos a tus manos,
ser contigo los múltiples colores,
reunir nuestras vidas en tus labios,
bracear en el lago de tus ojos.
Pongo mis ojos firmes en tu cuello,
mis labios dicen, nombran tus pestañas,
mis colores te doy en tus propias manos.
EL BELLO VERANO DE CESARE PAVESE POR MARCO MARTOS
Me gusta imaginar a Cesare Pavese
Respirando el aire de los mares del Sur,
Besando a las muchachas que gustaban
De su peculiar manera de hablar el español,
Que se sentían satisfechas con su sonrisa italiana,
Con el libro que firmaba al anochecer,
En la posada junto al muelle, antes de partir.
Lo recordaban con afecto, sin nostalgia,
Haberlo conocido era la manera de llegar
En las palabras de los sueños, a Belbo, a Roma,
a Milán, a la Florencia que vio a Dante,
A los partisanos amantes de la libertad.
Cesare tenía una frenética manera de escribir,
De una no buscada perfección que descubre
Cualquiera que se acerque a sus páginas,
Cuentos, poemas, crónicas, y la desesperación.
Es cierto que llegó la muerte con los bellos ojos
Del amor. Vaga el espíritu de Cesare Pavese
En sus páginas admirables y en los mares del Sur.
Το ωραίο καλοκαίρι του Τσέζαρε Παβέζε
Μου αρέσει να φαντάζομαι τον Τσέζαρε Παβέζε
Να ανασαίνει τον αγέρα των θαλασσών του Νότου,
Φιλώντας τα κορίτσια που του άρεσαν
Με το δικό του τρόπο όπως μιλούσε τα ισπανικά,
Που ένιωθαν ευχαριστημένα με το ιταλικό του χαμόγελο,
Με το βιβλίο που υπέγραφε μες στο απόβραδο,
Στο πανδοχείο δίπλα στην αποβάθρα, πριν φύγει.
Τον θυμούνταν με τρυφερότητα, δίχως νοσταλγία,
Έχοντας τον γνωρίσει, είχε τον τρόπο του του να φτάνει
Μέσα στις λέξεις των ονείρων, στο Μπέλμπο, στη Ρώμη,
στο Μιλάνο, στη Φλωρεντία που είδε τον Δάντη,
Στους παρτιζάνους, τους εραστές της ελευθερίας.
Ο Τσέζαρε έγραφε με ένα φρενήρη τρόπο,
Με μια δίχως πρόθεση τελειότητα που ανακαλύπτει
Ο οποιοσδήποτε που θα σκύψει πάνω απ’ τις σελίδες του,
Στα διηγήματά του, στα ποιήματα του , στα χρονικά του και στη διάψευσή του.
Είναι βέβαιο ότι τον βρήκε ο θάνατος με τα ωραία μάτια
Του έρωτα. Πλανιέται το πνεύμα του Τζέζαρε Παβέζε
Πάνω απ’ τις θαυμαστές σελίδες του και πάνω απ’ τις θάλασσες του Νότου.
EL SUEÑO DEL TIGRE POR MARCO MARTOS
Sueña el tigre que camina en el límite del bosque,
por el sendero de las lianas sube a la copa de los árboles,
se empina sobre la última rama y de pronto se ve volando
por las nubes y más allá en el inacabable añil de los espacios.
Bajo el sol de las alturas se curte su pelaje moteado, brillante
en la diafanidad de los amaneceres. Desde lo alto alcanza
a ver a los cinco continentes y a las blancas montañas de las cordilleras.
Este tigre tiene alas y se desplaza como el genio de las lámparas,
es un humo azul, una fiera de viento huracanado que huele a mar, que huele a algas.
parece bucear en ese mar azul del universo, en esas celestes lágrimas.
Nada siente, se desplaza con gran velocidad y nos da la sensación de calma.
EL VIENTO DE LOS AÑOS POR MARCO MARTOS
Este palacio colmado de doncellas
que hablan como ángeles en el crepúsculo del verano,
este jardín donde susurra el arroyo y los pájaros sueñan,
estas brumas, estos fríos que vienen con las lluvias del otoño,
estos árboles de canela, estos pinos,
estas garzas que como damas descansan
durante el invierno en los dormitorios,
todo se lo llevará el viento de los años,
ruina será y perdices grises
deambulando entre las sombras.
EMPEDRADO POR MARCO MARTOS
La soledad camina por el empedrado.
Otra soledad la sigue como esclava.
Cada una lleva un escarabajo de oro,
Muy bien envuelto entre cartones.
Las soledades, ya se sabe, son eso,
Carecen de las habilidades del lenguaje,
Su hablar es unívoco, sin interlocutores.
Soledades, guiñapos, apenas seres humanos,
No saben hablar, como los escarabajos de oro.
EL ESCARABAJO DE ORO POR MARCO MARTOS
Tengo un escarabajo de oro en una caja
Y miro tu caja cerrada con aprecio.
Imagino que tienes otro escarabajo de oro
Y quiero disfrutar su belleza mientras noto que tú también
Deseas solazarte con mi animal que te intriga.
Hay quien piensa que mi escarabajo no es de oro
Y lo dice a grandes voces en calles y plazas.
Es un orate hablando solo porque a mí no me conocen
En esta ciudad extranjera de habla extraña.
Nada les importo a los viandantes.
Soy hombre que camina solo con una caja de cartón,
Y que va detrás de una mujer que lleva otra de madera,
Nadie piensa que esa pareja
Guarda en sus cajas dos escarabajos de oro
O solo palabras de un poema que se llama
El escarabajo de oro soñado por un loco.
EL ESCARABAJO SOÑADO POR MARCO MARTOS
¿Qué hago Dios mío si en mi caja
No existe un escarabajo de oro?
Es ligera de contenido, parece tener solo aire
O unas briznas de paja amarilla
Que por su levedad son menos que una pluma
Ligera en esos pálidos cartones.
En mi mente está el escarabajo de oro,
Sus antenas y su abdomen, metal precioso.
Pero de nada me sirve su cuerpo hermoso,
Reacio a todo contacto pues es soñada maravilla
Que no puedo utilizarla para obtener algo en el mercado.
No tiene valor de cambio en el extremo del mundo.
Estoy en las ventiscas, encaramado en el no ser
Del tiempo de una noche inacabable.
Hay un escarabajo que camina, que parece olisquear
Mi caja y que me dice en su lenguaje que no es de oro.
ESPAÑA MELANCÓLICA POR MARCO MARTOS
Amo a España melancólica, a sus tristes resplandores,
No a Pizarro despiadado ni a Cortés y sus secuaces,
Amo a sus letras prodigiosas, las de Manrique, las de Quevedo,
Amo a la mezquita de Córdoba donde yace el Inca Garcilaso,
A la pequeña ciudad de Montilla donde Gómez Suárez de Figueroa
Tenía palique cada noche con Miguel de Cervantes Saavedra,
Pues eran los más ilustrados de ese dichoso pueblo,
Donde corre el vino blanco que llaman fino
Por múltiples razones, y se sirven aceitunas deleitosas.
Amo a Ronda, plácida en sus castillos, donde Rainer María Rilke
Pasó un invierno escribe que te escribe, sin cansarse.
Me encanta Burgos, la ciudad de Ruy Díaz de Vivar,
El campeador insigne, con quien comienza cierta historia,
Y San Millán de la Cogolla, donde hay unas letras misteriosas,
Las primeras del antiguo castellano, y las hay vascas también,
Aunque esto se sabe poco o no conviene que se diga,
Pero la poesía es atrevida y abre puertas y ventanas,
Deja que el aire circule, y por supuesto, las verdades y palabras.
Disfruto de Madrid y paseo por sus calles, aquí estuvo César Vallejo,
Aquí Pío Baroja, y Ramón del Valle Inclán, mi maestro de la prosa.
Lo que más me gusta de todo es el acueducto romano de Segovia,
Esa pequeña maravilla en lo alto de los pilares, con agua circulando
Veinte siglos, como si el tiempo fuera eterno y no hubiera muerte
Ni en la Roma de César, ni en la Hispania que habla latín como algo propio.
TRISTÁN A ISOLDA POR MARCO MARTOS
Tú eres Isolda, sueño verdadero, la flor de mi delirio cada día, imagen poderosa, poesía hecha mujer que adoro y que bien quiero. Por ti vivo, suspiro, por ti muero, tienes mi corazón, tienes mi porfía, mis pensamientos tienes, mi alegría, eres mi bien precioso, lo primero. Como la luz tú me haces siempre falta, como el aire más fresco si respiro, eres mi campo feraz, mi buen retiro, mi diosa luminosa, la más alta. Agradezco los dones de la vida, te quiero tanto, no hay quien lo impida.
FLOR DEL HIBISCO POR MARCO MARTOS
Como luce la flor del hibisco cuando llega el verano,
La niña es hermosa, roja la cara, chapoteando en la acequia
Entre los gritos de alegría de todos los pequeños
En la tarde de nubarrones y aguaceros desesperados.
Han subido las aguas y un río de furia adolescente
Corta las antiguas calles del pueblo soledoso.
Uno a uno los infantes se lanzan desde el puente diminuto
Y nadan victoriosos en las turbulentas aguas.
La niña no duda, se arroja a los remolinos marrones,
Bracea en medio de las corrientes contrarias
Y sale a la orilla llena de lodo, yuyos y lástimas.
FLORES AMARILLAS POR MARCO MARTOS
Traigo un ramo de flores,
bien amarillas, de la primavera,
de sorprendente luz.
Lucen finas, radiantes,
te arrancan una sonrisa feliz.
Nunca vine con flores,
es la primera vez, tan atrevida,
que tú te desconciertas,
las tienes en la mano,
y te preguntas : dónde las pondré.
Cerca del corazón,
donde las mires cuando tú desees,
asocia el amarillo,
la risa bajo el sol,
con la palabra que dice mi amor.
Hablar, escuchar, escribir, leer por Marco Martos
A menudo oímos que alguna persona pondera alguna de estas actividades como muy importante. Y no se equivoca quien así opina. Lo que se dice menos es que cada una de estas accciones forma parte de algo más complejo : la comunicación y todas tienen el mismo nivel de importancia, son a su manera indispensables. Cada ser humano aprende el lenguaje oyendo a las personas mayores, imitando los gestos y palabras y relacionándolos con la realidad que conocen. La noción de «verde» por ejemplo, necesita de modo perentorio relacionarse con el mundo exterior. Es muy difícil explicar ese «verde» a un niño, sin mostrárselo. Hablar, organizar palabras de forma oral es indispensable en la comunicación, está antes que la escritura. Hay grandes hombres en la historia que no escribieron, lo hicieron sus discípulos por ellos: Sócrates, Buda, Jesús, pero sabríamos muy poco o casi nada de ellos, si no se hubiera escrito sobre ellos.He allí la importancia de la escritura. Hay una sabiduría oral que trasmiten los pueblos, la oralidad permite conversar, ir afinando las opiniones en una comunidad, una familia, un salón de clases, un grupo de amigos, pero gracias a la escritura se pueden fijar conocimientos y trasmitirlos a quienes no están con nosotros. La literatura, esa belleza de la forma de las palabras, en palabras de Aristóteles, se tramite de forma oral en muchos pueblos, pero en la escritura logra importantes logros. Hablar, oír, escribir y leer, son actividades que nos hacen seres humanos en toda su potencia. Quien sepa hablar bien, escuchar con atención, escribir con propiedad y leer con atención, con toda seguridad, sabrá abrirse paso en la vida con mucha habilidad.
HECHICERA POR MARCO MARTOS
Voy al fondo del bar y pido una copa de vino tinto.
En el otro extremo, entre brumas, adivino las formas
de Paul Verlaine que bebe paladeando lentamente
un ajenjo más verde que las aguas del verano del mar.
Esteban Mallarmé está en la entrada, mira las luces
insolentes de la noche y mueve la cucharita de su café.
Entra una mujer de desconsolada belleza
y murmura palabras a cada uno de los bebedores.
Y varios se levantan, poco a poco, atemorizados.
A dos polizontes les dice, tú eres Tauro, tú eres Piscis,
y ellos desaparecen temiendo un vaticinio mortal.
A Verlaine le musita, te tocó la desdicha, la soledad,
y escuchar como música las gotas de la lluvia
sobre los tejados en el otoño de Paris.
A Mallarmé lo reconviene, excepto la poesía,
nada de lo que haces te hace feliz,
no te agrada ser profesor, tampoco esposo ejemplar,
tus buenos modales te hacen desdichado,
y hay niño que llora en tu amanecer.
Es magnífico lo que escribes, ¿quién lo leerá?
La estancia va quedando vacía. Solo van quedando
la misteriosa hechicera y mi desesperación.
HIROMI KAWAKAMI ESCRIBE MARCO MARTOS
Hiromi Kawakami reconoce plantas, bacterias,
la pelambre oscura o clara de los gatos de Soseki,
Va a la taberna y pide una copa de sake,
Sopa ramen, cebollino y brotes de bambú,
Regresa reconfortada a su habitación,
Se enrosca como una serpiente cero
Y se queda dormida profundamente en el futón,
Entre mantas y enormes almohadones.
Es entonces que su imaginación se desata
Y va creando historias de vidas profundas
En su simplicidad, de hombres y mujeres,
Vacilaciones, dudas, certidumbres, todo
Lo que concierne a los seres humanos
Aparece en sus sueños y se vierte al papel
Cuando despierta en mañana, frente al mar
del Japón milenario, colmado de reverencias
y de pájaros y mariposas de distintos colores.
Aquello que escribe, lo reconocen millones
Que se encandilan en una multitud de lenguas
Y van diciendo su nombre con genuina admiración
por la precisión de sus palabras llenas de amor
por cada uno de sus personajes inolvidables.
INFANCIA POR MARCO MARTOS
Las luces se apagan en el pueblo,
desaparece la última claridad.
Pequeñas procesiones de vecinos
se deslizan como sombras
que proyectan sus lámparas de mecha azul,
sobre los muros de adobe, las paredes
de quincha, los pisos de tierra y de soledad.
Duran horas las visitas, son parloteos
a media voz, con café casi siempre,
a veces anís. Juegan los infantes en la calle
con bolitas de colores que brillan en la oscuridad.
KOKORO POR MARCO MARTOS
Bajar la luna.
Mezclar esa luz blanca
con tu mirada.
El infierno y el paraíso de Marco Martos
Es el Soho, un barrio pobre entre los pobres.
La casa tiene solo dos habitaciones y un patio.
No hay un mueble limpio, todo es harapiento
y rasgado. Una espesa capa de polvo cubre
los espacios, se apodera de los escondrijos.
En la mesa de hule, manuscritos, libros
y periódicos alternan con los juguetes
envejecidos y despatarrados de los niños.
Aquí y allá, tazas con los bordes desconchados,
cucharas, cuchillos y tenedores sucios.
El humo del tabaco, en la habitación
de Carlos Marx y Jenny Von Westphalen,
irrita los ojos hasta hacerlos llorar.
Sentarse es una empresa peligrosa.
Hay una silla de tres patas que tambalea,
al lado otra entera, para jugar a la cocinita.
La conversación es inteligente, siempre intensa,
y hace soportables las incomodidades.
Uno se acostumbra a esta compañía
y la encuentra interesante y original.
Cuando todos duermen escribe Carlos Marx,
y he aquí lo que sueña: traer a la tierra
el paraíso universal.
Η κόλαση και ο παράδεισος – El infierno y el paraíso de Marco Martos
Είναι το Σόχο, ένα φτωχό προάστιο ανάμεσα στα φτωχά.
Το σπίτι έχει δυο μόνο δωμάτια και μια μεσαυλή.
Δεν υπάρχει ούτε ένα έπιπλο καθαρό, όλα είναι σαρακοφαγωμένα
και γδαρμένα. Ένα παχύ στρώμα σκόνης καλύπτει
τους χώρους, έχει εισχωρήσει σε κάθε γωνιά.
Στο μουσαμαδένιο τραπέζι, χειρόγραφα, βιβλία
και περιοδικά εναλλάσσονται με παλαιωμένα
παιχνίδια και τσατάλες μικρών παιδιών.
Εδώ κι εκεί, φλιτζάνια με τα χείλη τους ξεφλουδισμένα ,
κουτάλια. Μαχαίρια και πιρούνια βρώμικα.
Ο καπνός απ’ την πίπα, στο δωμάτιο
του Κάρλ Μάρξ και της Τζένης Φον Βεστφάλεν,
ερεθίζει τα μάτια ώσπου να τα κάνει να δακρύσουν.
Το να καθίσεις κάπου είναι κάτι το δύσκολο.
Υπάρχει μια καρέκλα με τρία πόδια που τραμπαλίζεται,
Δίπλα της μια άλλη ανέπαφη, για παιχνίδι στο κουζινάκι .
Η συζήτηση είναι υψηλού επιπέδου, πάντα έντονη,
και κάνει υποφερτές τις ελλείψεις των ανέσεων.
Κάποιος εξοικειώνεται με αυτή τη συντροφιά
και τη βρίσκει ενδιαφέρουσα και αυθεντική.
Όταν όλοι κοιμούνται γράφει ο Καρλ Μαρξ,
και ιδού αυτό που οραματίζεται: να φέρει επί γης
τον παγκόσμιο παράδεισο.
LA BÚSQUEDA POR MARCO MARTOS
Parece que busca a una mujer en todos los municipios de Medellín, en Caldas, en Envigado, en Sabaneta, sabe que aquí está la dama de sus sueños, pero tiene rostro impreciso, entre tantas brumas. El temor lo invade, tal vez no pueda reconocerla, tantas bailan cumbia y tienen acento colombiano. La tarea es inmensa, puede demorar años. Tal vez sea una científica, bióloga, matemática, ¡Dios sabe! ¡Y nadie puede ayudarlo! Ahora está en el Parque Berríos, rodeado de las desconcertantes esculturas de Fernando Botero. Aparece una muchacha delgada, de insolente belleza. ¿Será ella? ¿Será ella?
Eros y Thánatos por Marco Martos
De estas oscuras profundidades nace la vida,
la palmera que se lanza al azul de los cielos,
la gana de estar juntos en lo difícil,
la alegría de los días y los placeres de las noches ignotas.
Sí así fuera y nada más fuera, la perfección sería lo humano,
el paraíso estaría en la tierra, cada instante sería acabado.
El infierno son los otros, su violencia, el deseo de terminar
con lo que respira, niño, animal o planta, los semejantes
de la otra orilla, que somos nosotros, nuestra palabra,
nuestro deseo de vivir en santa armonía.
Así son los papeles si los vemos con la lupa de nuestra tribu.
La historia es diferente si es contada por aquellos
que llevan una máscara muy semejante a la que exhibimos,
en sus días de placer y de trabajo, y advierten nuestros odios,
nuestras ganas de venganza en los bailes horrísonos de las guerras,
en las plazas de la victoria y sus banderas.
Poema de «La novia del viento»
Ladridos
La poesía se semeja al ladrido de un perro en una casa sola,
casi nadie la entiende nunca, pero todos la sienten,
es inhumana. Usa el lenguaje para otra cosa.
Tiene rabia y muerde y trae la muerte al que la daña.
Muestra los dientes blanquísimos, arrufa, se pone furiosa.
Pero mueve la cola, contenta, si te muestras amable y la respetas.
No te confíes, no creas en sus halagos, se puede ir lejos
dando un portazo, exactamente como un perro sin dueño, desconfiado.
La poesía es entonces un lamento en las noches de luna,
aúlla intermitente y está con su sombra, como un perro ciego
que cuida, al primer invidente, el del báculo, al que llaman Homero.
FLORES PARA CINTIA, ESCRIBE PROPERCIO POR MARCO MARTOS
Desde lejos te veo, Cintia, rodeada de un coro de niños, escoltados de forma discreta por sus madres, en el gran jardín que Roma construyó en los terrenos que Julio César en su testamento legó al pueblo que lo idolatraba. Hasta el gran árbol de grandes ramas donde me guarezco llega tu límpida dicción que encandila a los púberes. Tu voz impecable cuenta historias de los antiguos griegos y troyanos, los pequeños miran absortos el movimiento acompasado de tus labios: conocen así la historia del caballo de madera, los sutiles engaños de Odiseo y Diómedes que llevaron la muerte y la destrucción definitiva a Ilión la muy hermosa ciudad de Héctor y Príamo, conocen el largo viaje de retorno de Odiseo, sus aventuras con Polifemo, el gigante de un solo ojo, se enteran de la tensa espera de Penélope, sumida en la desconfianza deseando el regreso de su marido, lento y descuidado. Por fin Odiseo llega a Ítaca, su tierra amada, su aspecto de mendigo no impide que lo reconozca su fiel perro Argos que lo husmea primero y luego da ladridos de acompasada felicidad en la noche que cae. Todo lo cuentas, Cintia, y los niños te aplauden. Valeria y Anna, dos niñas, las más pequeñas, se apartan del grupo, escogen dos flores diminutas, de rojo intenso, que asoman entre el viejo tronco de un árbol derribado por la incuria y que acaso conoció Julio César. Te las entregan con una sonrisa y los niños te vitorean largo rato. ¿Qué te puedo dar? ¿Cómo puedo sumar belleza a este instante tan grato? Solo puedo decirte que este momento es algo de lo más hermoso que he contemplado en Roma, la ciudad eterna que amamos tanto.
LÁGRIMA POR MARCO MARTOS
¿De quién es esta lágrima que ronda dentro del ojo sin salir?
¿De quién este insano corazón acezante en los oscuros arrecifes?
¿Por qué tu vida fue solo deterioro y rasmillones y tenaz olvido?
¿Qué se hicieron los chilalos que veías en los amaneceres
en ese eterno verano sin sombras de tu límpida infancia?
¿Dónde vas trashumante, dando tumbos, profiriendo palabras
a borbotones, mezcladas con saliva, con tristeza,
con fantasmas de mujeres de frágiles perfiles y dagas?
¿Existe Piura? ¿Alguna vez la conociste?
¿Es verdad que estuviste en sus plazuelas
conversando interminablemente en las noches suaves y cálidas?
No distingues lo cierto de lo dudoso, tus sueños de las verdades.
Solo sabes que estás de pie en los acantilados
y abajo, lejos, murmura el piélago azul, verde y plata de la bahía de Paita
que se parece a la dama angelical y a la sonrisa de la muerte.
Las Musas y los pájaros Por Marco Martos
Denme por favor la voz de un pájaro.
¿Qué pasaría si mientras vuelan crean poesía
Con sus innumerables acrobacias?
¿Cómo sería la lírica renacentista de esos pájaros?
Imaginen por un instante a las soledades barrocas
Que atraviesan las cielos y los tiñen de letras negrísimas.
El añil se hace plomo y el plomo noche oscura.
Hay jilgueros que cantan a la libertad
Y con sus piruetas la escriben en los árboles
En las mañanas radiantes cuando comienza el mundo.
Pájaros críticos dictan las leyes de la buena escritura.
Y otros pájaros fingen que les hacen caso
Y van modificando lentamente su canto.
Cada pájaro escribe lo que quiere
Y siempre hay otro pájaro que escucha.
Erato, Euterpe, Musas de mi corazón,
Denme por favor, la voz de un pájaro.
LOS ESPACIOS DE LOS GATOS POR MARCO MARTOS
Los gatos tienen sus espacios
y son las mismas casas de los humanos.
Ellos condescienden con las personas
y les dejan usar sus habitaciones.
Desde lo alto de los roperos observan a la gente
y si se porta bien, le hace una caricia
con sus arqueados lomos. Con suaves maullidos
dan su aquiescencia si se les ofrece pescado.
Son buenos, no regañan nunca, no hacen reclamos.
Si algo no les gusta, desaparecen por los techos
y no se les vuelve a ver ni el polvo, se hacen humo.
Casi soy un gato, entiéndeme, apenas hablo,
hago traducciones al lenguaje de los humanos.
Me has lanzado agua caliente y estoy curándome.
Lo que haré mañana todavía no lo he decidido.
Si me escuchas ronronear es porque te he perdonado.
LOS SONIDOS EN EL SILENCIO POR MARCO MARTOS
Es curioso como sonido y silencio se contraponen. Pero uno vive dentro del otro. La mezcla de sonidos la llamamos ruido. Y en medio de la algazara nada oímos, salvo esa algarabía que incomoda, una pobre pariente de la quietud de las estancias. En lo que llamamos el silencio absoluto de las madrugadas, se oyen mejor a los insectos, adivinamos su presencia, su mundo paralelo. Y el ladrido de un perro distante penetra como un rayo en nuestra oreja. Aquella que amamos y no está con nosotros está presente gracias a su ausencia precisamente. Le hablamos entonces a ese hálito. Y eso es tan importante que no sabemos si murmuramos las palabras, las bisbiseamos, o las decimos en voz alta o solo las pensamos. En estas encrucijadas y paradojas estamos confundidos. No sabemos optar entre el sonido y el silencio. Palas Atenea acude en nuestro auxilio y nos dice: escribe.
Texto del libro «Mar del Perú»
MARÍA DE LAS NIEVES POR MARCO MARTOS
Si salimos de casa, podemos rompernos la crisma
Pues la nieve cubre los campos y las calles.
Viene la helada que dejará las aceras
Como vítreas pistas de patinaje.
Los niños no escarmientan y salen desguarnecidos
A competir dando saltos entre los charcos.
¡Tantas veces te ha pasado, y vuelves
A las nieves del amor, a esos fríos!
NESTOR S. MARTOS POR MARCO MARTOS
Hay imágenes que salvan mi vida, le dan sentido.
Mi padre está escribiendo en el lento sopor de la tarde.
Tiene una rapidez que asombra. Van sus manos
por las teclas como ciegas mariposas.
Sus palabras son exactas, su verbo prodigioso.
La potente luz de la lámpara ilumina el espacio de las letras
y deja entre sombras los contornos del escribiente.
Aguardo en silencio, prudente, con religiosa expectativa,
esperando que termine.
De Grecia viene, de Roma, su sabiduría antigua.
PAÍS DE NIEVE POR MARCO MARTOS
(Homenaje a Y. Kawabata)
Es la fiesta de los pájaros.
Los niños, correteando por la nieve,
Imitan los gorjeos y luego danzan
Alimentando las fogatas
con las ramas secas
De los árboles olvidados.
Cuando llega la tormenta,
Se repletan las posadas,
Encendidos los faroles dejan ver
Los carámbanos en los tejados.
En la habitación, Komako inclina la cabeza
En las rodillas del suspirante.
Tibia humedad, la belleza de su cuello
que el tiempo no ha mancillado.
PEZPITA POR MARCO MARTOS
Preferí desde niño a una pezpita
con su amplia sonrisa de colores
yendo por las calles de mil amores
dando alegría al que la necesita.
Es candela que en el frío crepita,
alegría del sol , finos olores,
bálsamo en medio de los dolores,
gestos de diosa, me calma y agita.
Daría gran parte de lo vivido
por volver a orillas de mi río
con la pezpita de quien me fío,
vencedora del tiempo y del olvido.
POEMA de «LA NOVIA DEL VIENTO» , LADRIDOS POR MARCO MARTOS
La poesía se semeja al ladrido de un perro en una casa sola,
casi nadie la entiende nunca, pero todos la sienten,
es inhumana. Usa el lenguaje para otra cosa.
Tiene rabia y muerde y trae la muerte al que la daña.
Muestra los dientes blanquísimos, arrufa, se pone furiosa.
Pero mueve la cola, contenta, si te muestras amable y la respetas.
No te confíes, no creas en sus halagos, se puede ir lejos
dando un portazo, exactamente como un perro sin dueño, desconfiado.
La poesía es entonces un lamento en las noches de luna,
aúlla intermitente y está con su sombra, como un perro ciego
que cuida, al primer invidente, el del báculo,
al que llaman Homero.
DACTÍLICO EN HOMENAJE A VICENTE HUIDOBRO POR MARCO MARTOS
Dátira chúpero récolo pércolo,
lúcera,tuércala,répoba,dácala,
cártiga,bácali, póntera, mártala.
Désmola, jáquira, málcala, mórcolo.
Puéntago, tíntico, témpalo, ríscolo,
Cértigo,césaro, píncalo, récala,
mórtico, fílaca, púrpuca, máfala
llácale,dótica, lénteca, póscolo.
Díctaca, fécuca, nístera, mórcali,
Jílili, réscole,mértale,mágneto,
chócata, chímupi, réstone, pérmeto
énsate, pálcala, dírpete, néstali.
píncalo, bácaro, gápelo, trúcape,
cóstumo, púlico, désmono, cóncape.
AREQUIPA POR MARCO MARTOS
En la noche estival, bajo los arcos de la plaza,
qué bella es la luz amarilla, qué bellas las sombras,
con el perfil de la iglesia de magnífico sillar que se yergue
solitario, en dibujado contraste con la oscuridad.
Qué privilegio disfrutar de este espacio concebido
con las briznas sagradas de la eternidad.
Un día descubres que aquí reside la fuente
de la hermosura que no se acaba jamás.
Te sueño luminosa, escribe Propercio de Marco Matos
Cuando se van humeando los tigres de la noche,
una luz vestida de primavera
aparece dibujando en los cristales tu figura:
una diosa con sus dos alas,
de extremada bondad,
de roja llama,
roja y azul en la alborada.
Voy con mi sombra protegido
por tu luz que me alimenta.
Parece que deambulo, pero camino
muy firme por las calles de Roma,
para que sombra y luz sean una sola
y el suave abrazo que te doy al mediodía
junte tu destino conmigo para siempre,
y si voy entre fieras en el légamo de la noche
llevo la luz y la sombra de tus ojos de pantera
y doy zarpazos y te defiendo y me defiendo
hasta que desciendo de mis andamios
y en mi reposo te sueño entre mis sombras
como diosa radiante y luminosa.
Este poema forma parte de mi libro «Máscaras de Roma»
Las Musas y los pájaros Por Marco Martos
Denme por favor la voz de un pájaro.
¿Qué pasaría si mientras vuelan crean poesía
Con sus innumerables acrobacias?
¿Cómo sería la lírica renacentista de esos pájaros?
Imaginen por un instante a las soledades barrocas
Que atraviesan las cielos y los tiñen de letras negrísimas.
El añil se hace plomo y el plomo noche oscura.
Hay jilgueros que cantan a la libertad
Y con sus piruetas la escriben en los árboles
En las mañanas radiantes cuando comienza el mundo.
Pájaros críticos dictan las leyes de la buena escritura.
Y otros pájaros fingen que les hacen caso
Y van modificando lentamente su canto.
Cada pájaro escribe lo que quiere
Y siempre hay otro pájaro que escucha.
Erato, Euterpe, Musas de mi corazón,
Denme por favor, la voz de un pájaro.
JUEGOS DE MANOS POR MARCO MARTOS
El suave erotismo de estos años con sus pausas y desidias,
las escenas curiosas de celos, absurdos como todos los celos,
los billetes que nos mandábamos a la usanza del XIX,
rondas de niños, dibujitos, frases de doble sentido,
los deliberados cambios de tema de tu obsequiosa sagacidad
atenta todo el tiempo a cumplir solo mis mínimos deseos,
todos esos mendrugos de ternura que me prodigabas
[con displicencia,
terriblemente sabia, perspicaz, instintiva
hasta la temeridad de exhibir una relación que no existía,
cúmulo sin importancia, negligencias que a un adolescente
causan la muerte por un día, por dos, hasta que te reemplaza
[por algo,
bagatelas que empiezo a extrañar cuando todavía
estás a toque de toque de teléfono y nada ha terminado,
ni siquiera la vida en común que no habremos ni tuvimos
por la absoluta torpeza de confundir todos los días
el fuego de la vida con nuestros juegos de manos.
MARCO MARTOS
PAITA POR MARCO MARTOS
Jamás pensaste, cuando arribabas al puerto de Paita, que el olor salino de sus calles, los rostros aceitunados de sus mujeres, los gritos de los marineros embarcando las reses, la belleza insólita de los atardeceres, perdurarían siempre en tu memoria como una imagen del sosiego y la hermosura; por las tardes, mientras el sol ser retiraba para hundirse con su manto de colores en las profundidades marinas, te plantabas frente a las aguas, atónito, ensimismado, distraído solamente por los arrecifes de La Punta que incrustaban su sombra en las últimas claridades del día. Llegada la noche, aparecían en las playas diferentes especies de animales: perros jugueteando con las olas diminutas, gatos de ojos fosforescentes, agazapados debajo de los pilares del muelle, rojos cangrejos yendo y viniendo de cientos y cientos de sus insólitas madrigueras como si algo los apurara en la tibieza de la noche encantada.
EL ÁRBOL DE CANELA DE GIUSEPPE PEANO POR MARCO MARTOS
En este campo inmenso y solitario, donde no hay nada,
un cero enorme en el vestíbulo de la selva,
me encantaría sembrar un árbol de canela,
un tronco de perfume que alegre los espíritus,
y viéndolo así gigante, será plausible desear
ver crecer otro árbol gemelo, y luego tres, cuatro,
los números sucesivos. Al llegar a diez árboles olorosos,
aparecerá como una sombra el cero, tremendamente útil.
Cien árboles de canela, luego poblarán el campo,
y luego mil árboles, ese uno con sus ceros,
y un millón de árboles poblarán mis sueños.
Imagino todos los números como árboles de canela sucesivos.
Y no sé qué me gusta más, los números o los árboles de canela,
o la canela pura, ese olor intenso que tienes sus raíces
en los meandros de la infancia, cuando mi madre
colocaba dos palitos de canela en el té de la Navidad,
con galletas y sonrisas y abrazos para los niños.
PATIO EMPEDRADO ESCRIBE BERNART DE VENTADORN POR MARCO MARTOS.
Tú permaneces en el patio empedrado, de pie, junto a esas verdes bancas, en la temblorosa luz del atardecer que se prolonga indefinida antes de que llegue la noche con su luna encantada. En cristales inolvidables quedan la purísima belleza de tu rostro, tus palabras delicadas, el turbión de los caminos dispares, y tu gana de recorrer el mundo para buscarte a ti misma en lo ignoto de los mares y los países distantes. Han pasado tantos años y aquí estás preguntándome si te conozco. Balbuceo y empiezo a recitar cada uno de tus sueños de infancia y adolescencia, a recordar minuciosamente nuestros encuentros del pasado, el nimbo azulado de tu vida, y lo de ayer, nada más, cuando vi que cruzabas la plaza, garbosa, elegante, con tu abrigo rojo y tus veinte años recién empezados
«El pueblo podría comprender el sufrimiento del maestro, Pero pocos entenderían, lo profundo y amplio, de esos sentimientos.»
ALGUNOS TÍTULOS DE LOS LIBROS DE MARCO MARTOS CARRERA
Marco Martos nació en el entonces Hospital de Belén de Piura. Su padre fue el huancabambino Néstor Samuel Martos Garrido (1903-1973), notable historiador y periodista. Su madre fue doña Rosa Clementina Carrera Ubillús de Martos (1907-1958), dama huancabambina que durante el siglo XX se dedicó a la educación de la niñez piurana.
Realizó sus estudios primarios en el colegio «Salesiano», una institución educativa cuya sede estuvo ubicada en la calle Libertad, frente a la Plaza Merino en la ciudad de Piura. Poco después, cuando pasaba a quinto grado, a petición de él, sus padres lo cambiaron al colegio San Miguel de Piura donde culminó también sus estudios secundarios, sobresaliendo desde entonces en los cursos de letras.
En los años 60, con su llegada a Lima, Marco Martos empieza a vislumbrar su vida poética. Ingresa a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú; pero, impulsado por su vocación literaria, ingresa a estudiar Literatura Hispana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde conoció a la que sería después su esposa y madre de sus tres hijos, Carmen Castañeda.
Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en donde luego fue decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Se graduó como bachiller en Letras en 1972 con la tesis «Darío y Machado: del modernismo a la literatura comprometida» y como doctor en Letras en 1974 con la tesis: «la poesía amorosa de César Vallejo en Los heraldos negros y trilce». Es doctor en Literatura, prolífico autor de obras poéticas. Nuevamente, en el 2010, llega a ser decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Sus poemas usan un lenguaje sencillo, irónico y cotidiano para criticar la realidad en la que vive y para referirse a la soledad y al aburrimiento existencial.
En 1967 fue ganador de los Juegos Florales de Poesía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en 1969 obtuvo el Premio Nacional de Poesía José Santos Chocano. Ha participado como jurado en muchísimos certámenes de poesía, entre ellos fue Jurado del Premio Casa de las Américas en (1984).
Actualmente se desempeña como profesor principal de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM y director de su Unidad de Posgrado, además es profesor en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Su labor académica le ha valido un amplio reconocimiento.
Desde el año 2006 hasta 2014 ha sido presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
Marco Martos también sobresalió en ajedrez entre 1960 y 1964. En 1962 en un torneo obtuvo el primer puesto y en 1963 obtiene victorias frente a ajedrecistas chilenos. En ese mismo año el diario La Prensa de Lima sostuvo que era una lástima que Marco se dedicara a la poesía. Más tarde escribiría «Jaque Perpetuo», un poemario dedicado al ajedrez, una de las grandes pasiones de su vida.
En 1969, se presentó a un concurso organizado por La Casa de la Cultura del Perú en donde obtuvo el Primer Premio Nacional de Poesía con su libro «Cuaderno de Quejas y Contentamientos».
El 1 de agosto de 2013, recibe el homenaje principal en la Feria Internacional del Libro de Perú, en el auditorio principal, contando con la asistencia de más de 200 personas entre poetas, amigos, familiares y prensa local e internacional.
Biblioteca del mar. (Lima: Vicio Perpetuo Vicio Perfecto. 2013)
Propercio compara a Cintia com o mar da tranquilidade
Voce vem das profundidades dos tempos,
lembras as montanhas da lua,
com sua luz ambarina da noite
distribuindo a serenidade.
Voce se move no mundo dos fatos,
levas os pergaminos, os papiros,
a todos os cantos do imperio,
voce é luz, sol, estrela, ouro,
agua do mar da tranquilidade.
SOBRE CÉSAR VALLEJO POR MARCO MARTOS
En las primeras décadas del siglo XX en toda América Latina aparecieron movimientos literarios que eran los abanderados de una renovación, especialmente en la poesía. Los más conocidos e influyentes fueron el estridentismo en México con Maples Arce, el creacionismo en Chile que dirigía Vicente Huidobro, el ultraísmo en Argentina, capitaneado por Jorge Luis Borges, los poetas brasileños de la Semana de Arte Moderno en 1922. Y hubo en el el Perú, un poeta que él solo equivale a esos movimientos literarios: César Vallejo con su libro «Trilce», también de 1922. En 1925 un poeta de Jauja, Clodoaldo Espinoza Bravo escribió «Vallejo hará escuela y será el vallejismo». Y esas palabras, menos conocidas que las de Antenor Orrego, similares, fueron proféticas. Más allá de las modas, pasajeras como lo dice su propio nombre, Vallejo, con las marcas de esas modernidad que no ponía títulos a los poemas, que los numeraba, que intercalaban neologismos con arcaísmos, que incorporaba a la escritura fragmentos balbuceantes de la oralidad, logra, ya en esos años, una poesía honda, conmovedora, intensa, única que ha pasado casi cien años, durando sin marchitarse gracias al fervor de sucesivas generaciones de lectores y críticos, diseminados en todos los rincones del orbe en muchas lenguas. «Trilce» es un libro que divide en dos a la literatura española, en un antes y un después, como ocurre con «Tierra baldía» de Eliot en la lengua inglesa. Y marca el inicio de la sostenida poesía prodigiosa que escribió Vallejo hasta 1938, año de su muerte.
OFIDIO POR MARCO MARTOS
He soñado con una serpiente que moraba en una gran botella, una diosa congelada, con dos cabezas y dos lenguas punzantes, tenía el cuerpo blanco que lucía sus esplendores en esos vidrios trasparentes, moteada de verde y de negro, cuerpo de aceitunas en los vinagres. Venía mucha gente y le hacía reverencias a la diosa bicéfala. Pasaban los oficiantes con bandejas que lucían cirios encendidos y aceites perfumados. Las sacerdotisas recibían los saludos y el ofidio movía sus ojos diminutos, inquietantes. En el silencio de la noche, el brujo fumó sus tabacos, mezcló en la marmita, con mano diestra, los brebajes, y la pócima llamada soga de la muerte, ayahuasca, quedó lista para satisfacer a los cófrades. De nada más me acuerdo. Cuando desperté, encontré escrito este poema. La letra era mía y los temblores de cada línea.
LA BÚSQUEDA MARCO MARTOS
Parece que busca a una mujer
en todos los municipios de Medellín,
en Caldas, en Envigado, en Sabaneta,
sabe que aquí está la dama de sus sueños,
pero tiene rostro impreciso, entre tantas brumas.
El temor lo invade, tal vez no pueda reconocerla,
tantas bailan cumbia y tienen acento colombiano.
La tarea es inmensa, puede demorar años.
Tal vez sea una científica, bióloga, matemática,
¡Dios sabe! ¡Y nadie puede ayudarlo!
Ahora está en el Parque Berríos,rodeado
de las desconcertantes esculturas de Fernando Botero.
Aparece una muchacha delgada, de insolente belleza.
¿Será ella? ¿Será ella?
EL MILAGRO DEL GATO NEGRO POR MARCO MARTOS·
Casi habla mientras maúlla
ese gato negro que pulula
por las estancias, cuando me espía,
agazapado, en el orgánico vestíbulo,
una selva de objetos raros,
de sillas de mimbre y de plantas,
en la casa de los principios,
allá lejos, entre mamparas y lámparas.
En la boca trae hojas de eucalipto
y se desliza suavemente
por el piso de madera de cedro
y ¡oh milagro! enciende la chimenea
con sus ojos que son carbones
en la tibia noche lóbrega.
En todos los espacios se difumina
un olor a bosque, a humus de la tierra, a lavanda.
Arquea entonces el lomo oscuro y se frota
con afecto animal en mis largas piernas,
sorprendidas, muy sorprendidas y espantadas.
DESPEDIDA DE SERGUEI ESENIN LENINGRADO,HOTEL INGLATERRA, NAVIDAD DE 1925
Suena el acordeón. Parte a la fiesta.
Muchachos se deslizan entre pobos.
Campesinas preparan sus arrobos.
En las nubes la luna sube enhiesta.
Lúgubre, con su ropa bien medida,
Esenin siente música lejana
solo con la cabeza que desgana
en encontrar un verso despedida.
Sobrevivir no es importante, dice,
morir tampoco. Sangre, tinta roja,
se quedan en la cenefa que ya puebla
el opimo banquete que desdice
el triunfo de la vida que lo aloja
mientras lo roe el humo de la niebla.
CARTUJO, LOS LUNES POR MARCO MARTOS
Te pedimos que seas un cartujo,
muy moderado potro de la pampa,
tu palabra nos llueve, nunca escampa,
no hay materia ni dioses sin tu influjo.
Ser tan amigos tuyos es un lujo,
buscamos escaleras y la rampa
para llegar tan alto sin la trampa:
ganar tu voluntad con un orujo.
Te pedimos que seas lo que quieras:
prior de los monjes fuertes de cantina,
esos de pinta fina de gomina
que van a la biblioteca o a las eras.
Solo los días lunes los cartujos
mucho hablan y nos dicen sus embrujos.
CARTA MORAL A LUCILIO. ESCRIBE SÉNECA. (40 D C.)POR MARCO MARTOS
Solitario y débil
el buey viejo
quiere pasto tierno
y los hombres,
no muy diferentes,
somos alimento
diario de la muerte.
Nuestros cocineros
circulando entre los fuegos
preparan manjares para muchos
y los labriegos en Sicilia
y en África, y acaso más allá
del mar de las tinieblas, siembran
hierbas aromáticas, hortalizas y frutales
para alimentar a Roma y a las ciudades
de los cuatro confines
en cada uno de los imperios.
Cada quien defiende con los dientes
su verdad en el foro.
Con discursos y denuestos
los antagonistas se acompañan.
La mujer discute con el marido.
Ambos escuchan el eco
de dos voces y como eso no les basta,
engendran al hijo entre sollozos.
Condición del hombre es estar solo,
vivir lo breve en la incertidumbre.
En cualquier cosa que hagas,
Lucilio, pon tus ojos en la muerte.
Consérvate bueno.
EL ABISMO POR MARCO MARTOS
Si caminas por las calles de Schorndorf con los cabellos mojados, corres el inmenso peligro de quedarte congelado en los principios de año, cuando celebras con tu uniforme de cosaco la llegada de la nieve en medio de la algarabía de los niños que hacen sus muñecos de hielo. Y si te descuidas un poco más y sales sin abrigo, con tus alardes, puedes terminar en una clínica respirando con un balón de oxígeno, pasando de lo sano a lo enfermo en un abrir y cerrar de ojos. Caminas hacia el abismo y el abismo te desea, eres su alimento, el más anhelado, si tú no hubieras nacido, el abismo nada fuera, existe porque lo han creado los seres humanos con su conciencia de ser lo casi perfecto y acabado. Pero el abismo te abraza mejor que una novia feliz el día de su boda. De nada te sirve protegerte, guardar tus cuidados. Cada día que pasa te vas acercando. Abajo, en lo más profundo, está Martín, el que lo ha dicho y diseñado.
EL PUENTE DE LA INFANCIA POR MARCO MARTOS·
Hubo un puente que se lo llevó el río
en una de las avenidas del verano.
Fue el año del señor de 1894,
cuando se volvieron verdes los candentes arenales.
Ignacio Merino, el pintor famoso, en París
había acumulado muchos francos. Amenguó
su riqueza, sus grandes billetes, su oro en barras,
y mandó a hacer el puente de duro metal rojo.
Ese fue el puente de mi infancia
en el corazón del siglo XX.
Tenía bancas de metal y de madera,
y en las noches del estío despejadas,
la luna espléndida se detenía en lo alto
bendiciendo a los amantes
que iban inventando el amor eterno.
Todo era lento en ese puente, los viandantes,
que iban y venían de Tacalá a San Miguel de Piura,
el paso de las estaciones que se parecían,
los gritos de los niños inacabables,
la tempestad de la noche con sus grillos.
Todavía el Río Bar permanece calladito,
con sus luces verdes en las madrugadas.
HORMIGAS POR MARCO MARTOS·
Las hormigas están siempre de fiesta,
todos los días, en casa de los enemigos
que las quieren matar.
Tienen hambre, mucha hambre,
y roban mantequilla, azúcar, carne,
cómo les gusta el cuerpo de los grillos,
de los negros escarabajos, de las cucarachas.
Levantan sus laberintos, sus despensas,
las cámaras para las reinas que todo lo merecen.
Nunca ceden al cansancio, ni tienen orgullo individual.
Trabajan para el hormiguero, para los zánganos
que esperan el otoño para emprender
junto con las reinas el soñado vuelo nupcial.
Las hormigas disfrutan yendo y viniendo,
las reinas se van poniendo cada día más bellas
y los machos esperan la muerte,
porque esa es su alegría, besar y acabar.
LÁNGUIDO LICOR POR MARCO MARTOS·
Está César Vallejo Mendoza sentado en un recoveco de la biblioteca,
un lánguido licor lo acompaña, oscuro, áspera fuente del saber.
A su lado Omar Jayyam escancia los ríos de la vid. Guardan silencio los amigos
y súbito empiezan a parlotear. Los gobiernos de los emires son iguales
dice Jayyam y Vallejo replica: dudo, con Descartes dudo, es mi profesión.
Pongámonos de acuerdo en algo musita el persa: la vida pasa y luego nada queda,
absolutamente nada, ni un grano de la arena del desierto. Así es, o así
nos parece que es, admite Vallejo, pero la vida continúa y los testigos
de un tiempo preciso no la vemos. Sí, conviene Jayyam, la vida
se contiene en las esencias que duran poco, pero son eternas,
como la belleza sacrosanta de la mujer. Es verdad dice Vallejo
y se queda moviendo la cabeza, resistiéndose a dormir.
NAUSÍCAA POR MARCO MARTOS·
Tu vienes de las arenas de Homero
y trajiste a nuestras vidas la maravilla.
Te soñé entre el agua verde y cana
y las rocas de la playa,
cuando la aurora de rosáceos dedos
empieza a iluminar la vida de los hombres,
y así permaneces en los ojos
como la llama de la esperanza
que no cede al sufrimiento
y que crece y se multiplica
en el amor de los otros.
Verte me alegra tanto
que me quedo mudo
y te bendigo y hay agua y sal
en mi cara y arena de Homero
que se mezcla en mis papeles.
MUERTE DE NÉSTOR POR MARCO MARTOS·
Se ha ido Néstor.
No hace mucho también se fueron Leoncio y Roberto.
A los tres los recuerdo llevándonos a los churres
a correr como locos por el cauce del río seco,
al tiempo que nos decían por vez primera
el sagrado nombre de las cosas:
sapo, lagartija, chilalo, algarrobo.
Más tarde Néstor me enseñó a leer.
Inventaba para mí los más hermosos cuentos.
Por él imagino a Piura, su ciudad, mi ciudad,
viajando en alfombra voladora.
En las tardes del estío, bajo el sol de fuego,
mi rey vencía al suyo, solo porque él quería.
Fue bueno, como el padre de cualquiera.
Fue bueno. La gente lo sentía.
Y tú mi pequeñín,
mañana cuando crezcas,
ojalá pienses de mí
lo que pienso de tu abuelo.
EL CAMINO DE LA NIEVE POR MARCO MARTOS
El camino de la nieve
El camino de la nieve ¿adónde me llevará?
Imagino una casa de madera,
un fuego moderado y una taza de café.
Pero sobre todo, me encantaría,
Nausícaa, hablar contigo
como lo hacíamos antaño
bajo el árbol de jacarandá.
Marco Martos . Poema de «El libro de animales» que, editado por Cátedra Vallejo Zuzú, la onza
Te vi con tus pasos de terciopelo de onza, deslizándote silenciosa en el empedrado, yendo de grupo en grupo, levantando sonrisas entre todos los animales que no sabían que existen hembras tan finas, preciosas, delicadas, que son el extremo de la belleza en el bosque. En las ciudades es más raro ver onzas de piel moteada, y observarte, por lo tanto, sonriente entre los hombres. Pero tú hablas y tu voz es tan precisa que parece dicha por una actriz en un gran teatro. Entonces los muchachos te hacen zalemas y estallan los aplausos a tu paso. Los más audaces te entregan ramos de rosas rojas que tu amplia sonrisa agradece. Tú has nacido para traer alegría a la gente, estando en algún patio o escenario preciso, necesitas apenas hablar para llenar los silencios de la ternura que nace de tu hermosura. Quien te vio un día a fines de un verano, te sigue viendo y admirando en todas las estaciones.
LA BAHÍA DE ILO POR MARCO MARTOS.
Pasaría todos los días de mi vida
contemplando la bahía de Ilo,
en el sur del Perú, descubriendo bondades.
Hay un momento intenso en la mañana:
el cielo se apelmaza con el mar en una divina cópula
FANNY JEM WONG Y MARCO MARTOS CARRERA, ESCRITORES PERUANOS
HABLAR, ESCUCHAR, ESCRIBIR, LEER POR MARCO MARTOS
HABLAR, ESCUCHAR, ESCRIBIR, LEER POR MARCO MARTOS
A menudo oímos que alguna persona pondera alguna de estas actividades como muy importante. Y no se equivoca quien así opina. Lo que se dice menos es que cada una de estas acciones forma parte de algo más complejo: la comunicación y todas tienen el mismo nivel de importancia, son a su manera indispensables. Cada ser humano aprende el lenguaje oyendo a las personas mayores, imitando los gestos y palabras y relacionándolos con la realidad que conocen. La noción de «verde» por ejemplo, necesita de modo perentorio relacionarse con el mundo exterior. Es muy difícil explicar ese «verde» a un niño, sin mostrárselo. Hablar, organizar palabras de forma oral es indispensable en la comunicación, está antes que la escritura. Hay grandes hombres en la historia que no escribieron, lo hicieron sus discípulos por ellos: Sócrates, Buda, Jesús, pero sabríamos muy poco o casi nada de ellos, si no se hubiera escrito sobre ellos. He allí la importancia de la escritura. Hay una sabiduría oral que trasmiten los pueblos, la oralidad permite conversar, ir afinando las opiniones en una comunidad, una familia, un salón de clases, un grupo de amigos, pero gracias a la escritura se pueden fijar conocimientos y trasmitirlos a quienes no están con nosotros. La literatura, esa belleza de la forma de las palabras, en palabras de Aristóteles, se tramite de forma oral en muchos pueblos, pero en la escritura logra importantes logros. Hablar, oír, escribir y leer, son actividades que nos hacen seres humanos en toda su potencia. Quien sepa hablar bien, escuchar con atención, escribir con propiedad y leer con atención, con toda seguridad, sabrá abrirse paso en la vida con mucha habilidad.
POEMAS DE MARCO MARTOS
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ALGUNOS DE LOS LIBROS PUBLICADOS POR MARCO MARTOS
ALGUNOS LIBROS DE LA OBRA DE MARCO MARTOS CARRERAALGUNOS LIBROS DE LA OBRA DE MARCO MARTOS CARRERA
Lo de afuera me atrae y me conmueve,
me hace temblar con alegría cierta,
aunque el dolor parece ser su oferta
más verdadera, lo único que mueve
eso desconocido que se ofrece.
Elijo el ajedrez, sueño que mece.
Afuera están los rostros de los otros, la lluvia que resbala en las aceras, la vida que transcurre de a de veras, muchachas que cabalgan en los potros. Adentro este universo tan cerrado, con reglas que parecen inmutables, damas, reyes, peones tan amables, furiosos en su ataque endemoniado. Lo de afuera me atrae y me conmueve, me hace temblar con alegría cierta, aunque el dolor parece ser su oferta más verdadera, lo único que mueve eso desconocido que se ofrece. Elijo el ajedrez, sueño que mece.
Poema del libro «Jaque Perpetuo», editado por la Pontificia Universidad Católica en 2003.
AGUA ROJA
POR MARCO MARTOS
Tomo el agua roja de electrolitos, tomo ese menjunje,
para aliviar la sequedad de mis grandes cavernas,
esa tempestad de náuseas que casi acaba con mi vida.
Mi voluntad de escribir me sostiene,
para sacar de adentro con alguna gracia,
aquello que me deja la lengua con su abrazo,
y ganar algo del afecto que me das,
sin merecerlo, cada día.
Cómo se curaba Homero, dime si lo sabes, cómo se curaba,
si era ciego, cómo llegaba con paso vacilante a la casa del médico,
y duró tanto que pudo escribir todo lo que soñaba,
cómo vivió Virgilio con sus dolores estomacales,
cómo pudo escribir en medio de tantos reiterados sufrimientos.
Y Dante, qué hizo Dante, que hierbas tomaba a salto de mata,
en medio de las batallas y el rencor y la envidia de tantos florentinos,
y Juan de la Cruz, cuando estaba recluido,
qué aguas medicinales bebía, antes de deslizarse por una pared
con una blanca sábana en la noche de luna,
y Leopardi, encerrado en su casa, mirando el mundo
a través de los ojos de la hija del cochero,
la más delicada imaginable, tanto cómo el lucero de la mañana,
qué esperanza de curación tuvo, mientras tristísimo escribía,
y César Vallejo qué sintió cuando salió del hospital,
hecho un guiñapo, un malestar permanente,
desconocido, que luego acabaría con su vida.
Tuvieron siempre una pluma en su corazón y en su mano,
un ramo de olivo y una sonrisa para toda la gente
y sus nombres se mezclan con la hermosura del día.
PINCELES POR MARCO MARTOS
Con tinta negra
dibujo mis palabras
y el poema huye delante
y te acompaña.
Me quedan
el bamboleo de tu cuerpo,
el abrir y cerrar de tus ojos
y tu sonrisa de jade.
POEMA : PINCELES POR MARCO MARTOS
PINCELES POR MARCO MARTOS
Con tinta negra dibujo mis palabras y el poema huye delante y te acompaña. Me quedan el bamboleo de tu cuerpo, el abrir y cerrar de tus ojos y tu sonrisa de jade.
A lo lejos oigo la música,
el extraño orden de tus dientes
que chocan como copas
cegadas por el perfume de la noche,
enigmas enemigos
que evocan el rumor de los eucaliptos
cantando con el viento
en el centro de la plaza,
cielos azules, látigos de hielo
en las lindes de los cerros,
aguas crueles, remolinos
que trituran el deseo
mientras acaban las tinieblas
en roncas ráfagas de luz
y de olvido.
POEMA MÚSICA POR MARCO MARTOS CARRERA
MÚSICA POR MARCO MARTOS
A lo lejos oigo la música, el extraño orden de tus dientes que chocan como copas cegadas por el perfume de la noche, enigmas enemigos que evocan el rumor de los eucaliptos cantando con el viento en el centro de la plaza, cielos azules, látigos de hielo en las lindes de los cerros, aguas crueles, remolinos que trituran el deseo mientras acaban las tinieblas en roncas ráfagas de luz y de olvido.
Te percibí días antes de la batalla de Filipos,
desgraciada para la república de Roma,
luz del amanecer para el imperio de Augusto.
Recogías nenúfares a orillas del río
y tu sonrisa condensaba la alegría del universo.
Quedé cautivado por tu belleza
y por tu nombre mítico, Andrómeda.
Chocaron las armas, escapé por milagro de la muerte,
y no volví a verte Andrómeda, salvo en sueños.
¡Qué triste mi vida en Roma como Cuestor del imperio!
No es un bálsamo la amistad de Mecenas, conseguida luego,
ni conocer a Virgilio, ni al mismo Octavio coronado,
ni alternar con las patricias romanas.
¡Quiero arrojarme en tus brazos
y tú me has arrojado al olvido para siempre!
POEMA ANDRÓMEDA, ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS
ANDRÓMEDA, ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS
Te percibí días antes de la batalla de Filipos, desgraciada para la república de Roma, luz del amanecer para el imperio de Augusto.
Recogías nenúfares a orillas del río
y tu sonrisa condensaba la alegría del universo.
Quedé cautivado por tu belleza
y por tu nombre mítico, Andrómeda.
Chocaron las armas, escapé por milagro de la muerte,
y no volví a verte Andrómeda, salvo en sueños.
¡Qué triste mi vida en Roma como Cuestor del imperio!
No es un bálsamo la amistad de Mecenas, conseguida luego,
ni conocer a Virgilio, ni al mismo Octavio coronado,
ni alternar con las patricias romanas.
¡Quiero arrojarme en tus brazos
y tú me has arrojado al olvido para siempre!
Hécate, Ars Poetica. Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría de la Poesía -/- Εκάτη, Ars Poetica. Διεθνής Επιθεώρηση Ποίησης, Διηγήματος και Θεωρίας της Ποίησης
A site where to find various information and resources on evaluation, public policy and evaluating public policies. / Un portal donde encontrar información variada y recursos sobre evaluación, políticas públicas y evaluación de políticas públicas.
El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo. (Franz Kafka)
Leituras da prosa, poesia e teatro de David Haize (R. Roldan-Roldan). O site http://roldan.vilabol.uol.com.br deixou de existir. Seus textos serão movidos para este blog, veja ao fim do menu à direita.
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