EN LA NOCHE terrible, substancia natural de todas las noches, la noche de insomnio, substancia natural de todas mis noches, Recuerdo, velando en modorra incómoda, Recuerdo lo que hice y lo que pude haber hecho en la vida. Recuerdo, y una angustia Se difunde completamente por mí como un frío del cuerpo o un miedo. Lo irreparable de mi pasado —¡ése es el cadáver! Puede ser que sean ilusión todos los demás cadáveres. Puede que estén vivos en otra parte todos los muertos. Puede que existan en otro lugar todos mis propios momentos pasados, En la ilusión del espacio y del tiempo, En la falsedad del transcurrir.
Pero lo que yo no fui, lo que no hice, lo que ni siquiera soñé; Lo que sólo ahora veo que debió hacerse, Lo que sólo ahora claramente veo que debió haber sido — Eso que está muerto más allá de todos los Dioses, Eso —y fue al final lo mejor de mí— pues ni los Dioses hacen vivir…
Si en cierto momento Me hubiera vuelto hacia la izquierda en lugar de hacia la derecha, Si en cierto momento Hubiese dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí; Si en cierta plática Hubiera tenido las frases que sólo ahora elaboro en la duermevela— Si todo ello hubiese sido así, Hoy sería otro, y tal vez el universo entero Sería insensiblemente llevado a ser otro también.
Pero no me volví hacia el lado irreparablemente perdido. No me vuelvo ni pienso en volverme, y sólo ahora lo percibo; Pero no dije no o no dije sí, y sólo ahora veo lo que no dije; Pero las frases que hubo que decir en ese momento se parecen todas, Claras, inevitables, naturales,
La conversación terminada concluyentemente, El asunto todo resuelto… Pero sólo ahora, lo que nunca fue ni será hacia atrás, me duele.
En lo que fallé de veras no tiene ninguna esperanza, En ningún sistema metafísico. Puede ser que para otro mundo yo pueda llevar lo que soñé, ¿Pero podré llevar a otro mundo lo que me olvidé de soñar? Esto sí, los sueños por haber, son el cadáver. Lo entierro en mi corazón para siempre, para todo el tiempo, para todos los universos,
En esta noche en que no duermo y la quietud me cerca Como una verdad de la que no comparto, Y allá fuera el luar, como la esperanza que no tengo, es invisible para mí.
APLAZAMIENTO
Después de mañana, sí, sólo después de mañana… Llevaré el día de mañana pensando en después de mañana, Y sí será posible; pero hoy no… No, hoy nada; hoy no puedo. La persistencia confusa de mi subjetividad objetiva, El sueño de mi vida real, intercalado, El cansancio anticipado e infinito, Un cansancio de mundos para tomar un tranvía… Esta especie de alma… Sólo después de mañana… Hoy quiero prepararme, Quiero prepararme para pensar mañana en el día siguiente… Es él que es decisivo. Tengo ya el plano trazado; pero no, hoy no dibujo planos… Mañana es el día de los planos. Mañana me sentaré en el escritorio para conquistar el mundo; Pero sólo conquistaré el mundo después de mañana… Tengo ganas de llorar, De repente tengo ganas de llorar mucho, desde dentro…
No, no quieran saber nada más, es secreto, no lo digo. Sólo después de mañana… Cuando era niño, el circo del domingo me divertía por toda la semana. Hoy sólo me divierte el circo del domingo de toda la semana de mi infancia… Después de mañana seré otro, Mi vida ha de triunfar, Todas mis cualidades reales de inteligente, leído y práctico
Serán convocadas por un bando… Pero por un bando de mañana… Hoy quiero dormir, redactaré mañana… Por hoy, ¿cuál es el espectáculo que me repetiría la infancia? Para comprar incluso los boletos de mañana, Pues para pasado mañana estará bien el espectáculo… Antes, no… Pasado mañana tendré la pose pública que mañana estudiaré. Pasado mañana seré finalmente el que hoy no puedo nunca ser. Sólo después de mañana… Tengo sueño como el frío de un perro vagabundo. Tengo mucho sueño. Mañana te diré las palabras, o pasado mañana… Sí, tal vez sólo después de pasado mañana…
El porvenir… Sí, el porvenir…
APOSTILLA
¡APROVECHAR el tiempo! Pero qué es el tiempo, ¿para que yo lo aproveche? ¡Aprovechar el tiempo! Ni un día sin línea… El trabajo honesto y superior… El trabajo para Virgilio, para Milton… ¡Pero es tan difícil ser honesto o ser superior! ¡Es tan poco probable ser Milton o ser Virgilio!
¡Aprovechar el tiempo! Arrancar del alma los pedazos precisos —ni más ni menos— Para con ellos juntar los cubos ajustados Que hacen estampas ciertas en la historia (Y están ciertas también del lado de abajo, que no se ve)… Poner las sensaciones en castillo de naipes, pobre China de las veladas, Y los pensamientos en dominó, igual contra igual, Y la voluntad en carambola difícil…
Imágenes de juegos o de paciencias o de pasatiempos— Imágenes de vida, imágenes de las vidas, Imagen de la Vida.
Verbalismo… Sí, verbalismo… ¡Aprovechar el tiempo! No tener un minuto que desconozca el examen de conciencia.. No tener un acto indefinido ni ficticio… No tener un movimiento disconforme con propósitos…
Buenas maneras del alma… Elegancia de persistir…
¡Aprovechar el tiempo! Mi corazón está cansado como un mendigo verdadero. Mi cerebro está listo como un bulto colocado en un rincón. Mi canto (¡verbalismo!) está tal como está y es triste. ¡Aprovechar el tiempo!
Desde que comencé a escribir pasaron cinco minutos. ¿Los aproveché o no? Si no sé si los aproveché, ¡¿qué sabré de otros minutos?!
(Pasajera que viajas tantas veces en el mismo compartimento conmigo En el tren suburbano, ¿Llegaste a interesarte en mí? ¿Aproveché el tiempo mirándote? ¿Cuál fue el ritmo de nuestro sosiego en el tren andante? ¿Cuál fue el entendimiento que no llegamos a tener? ¿Cuál fue la vida que hubo en esto? ¿Qué fue esto para la vida?)
¡Aprovechar el tiempo! ¡Ah, déjenme que no aproveche nada! ¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias de tiempo o de ser! Déjenme ser una hoja de árbol, sacudida por la brisa, La polvareda de un camino, involuntario y solo, El arroyo casual de las lluvias que se acaban, El surco que hacen en los caminos las ruedas mientras no vienen otras, El trompo del muchacho que va a detenerse, Y oscila, con el mismo movimiento que tiene la tierra, Y se estremece, con el mismo movimiento que tiene el alma, Y cae, como caen los dioses, en el suelo del Destino.
EN LA NOCHE terrible, substancia natural de todas las noches,
la noche de insomnio, substancia natural de todas mis noches,
Recuerdo, velando en modorra incómoda,
Recuerdo lo que hice y lo que pude haber hecho en la vida.
Recuerdo, y una angustia
Se difunde completamente por mí como un frío del cuerpo o un miedo.
Lo irreparable de mi pasado —¡ése es el cadáver!
Puede ser que sean ilusión todos los demás cadáveres.
Puede que estén vivos en otra parte todos los muertos.
Puede que existan en otro lugar todos mis propios momentos pasados,
En la ilusión del espacio y del tiempo,
En la falsedad del transcurrir.
Pero lo que yo no fui, lo que no hice, lo que ni siquiera soñé;
Lo que sólo ahora veo que debió hacerse,
Lo que sólo ahora claramente veo que debió haber sido — Eso que está muerto más allá de todos…
Zumba alunado, gime, relincha. Escape quien no tenga vino. Este es el piano negro. Ciego maestro lo estruja y agita. Esta es la melodía de la vida. Este es el piano negro. El zumbido de la cabeza, mis lágrimas de luto, mis deseos agitándose en fiesta de difuntos, todo esto, todo, es el piano negro. A su compás se derrama la linfa de mi zigzagueante corazón de vino. Este es el piano negro.
Sangre y oro por MARCO MARTOS
Suenan en mi oído del mismo modo goce jadea, pena boquea, oro chirría, sangre chorrea. Entiendo y digo que es Todo y todo lo demás ni modo: sangre y oro, sangre y oro. Todo muere, pasa todo, gloria, canto, lucro, logro. Perduran solo sangre y oro. Pueblos perecen, renacen a poco. Santo el valiente quien siga mi modo y siempre profese sangre y oro.
De los huesos también,
de la sal más entera de la sangre,
del ácido más fiel,
del alma más profunda y verdadera,
del alimento más entusiasmado,
del hígado y del llanto,
viene el oleaje tenso de la muerte,
el frío sudor de la esperanza,
y viene Dios riendo.
Caminan los libros a la hoguera.
Se levanta el telón: aparece el mar.
PRIMERA PARTE
I
Déjame reposar, aflojar los músculos del corazón y poner a dormitar el alma para poder hablar, para poder recordar estos días, los más largos del tiempo.
Convalecemos de la angustia apenas y estamos débiles, asustadizos, despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño para verte en la noche y saber que respiras. Necesitamos despertar para estar más despiertos en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas, por eso es que este hachazo nos sacude. Nunca frente a tu muerte nos paramos a pensar en la muerte, ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría. No lo sabemos bien, pero de pronto llega un incesante aviso, una escapada espada de la boca de Dios que cae y cae y cae lentamente. Y he aquí que temblamos de miedo, que nos ahoga el llanto contenido, que nos aprieta la garganta el miedo.
Nos echamos a andar y no paramos de andar jamás, después de medianoche, en ese pasillo del sanatorio silencioso donde hay una enfermera despierta de ángel. Esperar que murieras era morir despacio, estar goteando del tubo de la muerte, morir poco, a pedazos.
No ha habido hora más larga que cuando no dormías, ni túnel más espeso de horror y de miseria que el que llenaban tus lamentos, tu pobre cuerpo herido.
II
Del mar, también del mar, de la tela del mar que nos envuelve, de los golpes del mar y de su boca, de su vagina obscura, de su vómito, de su pureza tétrica y profunda, vienen la muerte, Dios, el aguacero golpeando las persianas, la noche, el viento.
De la tierra también, de las raíces agudas de las casas, del pie desnudo y sangrante de los árboles, de algunas rocas viejas que no pueden moverse, de lamentables charcos, ataúdes del agua, de troncos derribados en que ahora duerme el rayo, y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo, viene Dios, el manco de cien manos, ciego de tantos ojos, dulcísimo, impotente. (Omniausente, lleno de amor, el viejo sordo, sin hijos, derrama su corazón en la copa de su vientre.)
De los huesos también, de la sal más entera de la sangre, del ácido más fiel, del alma más profunda y verdadera, del alimento más entusiasmado, del hígado y del llanto, viene el oleaje tenso de la muerte, el frío sudor de la esperanza, y viene Dios riendo.
Caminan los libros a la hoguera. Se levanta el telón: aparece el mar.
(Yo no soy el autor del mar.)
III
Siete caídas sufrió el elote de mi mano antes de que mi hambre lo encontrara, siete veces mil veces he muerto y estoy risueño como en el primer día. Nadie dirá: no supo de la vida más que los bueyes, ni menos que las golondrinas. Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro, hijo de Dios desmemoriado, hermano del viento. ¡A la chingada las lágrimas!,dije, y me puse a llorar como se ponen a parir. Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras, las mujeres, el tiempo, me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba (si es que tengo una tumba algún día). Me gusta mi rosal de cera en el jardín que la noche visita. Me gustan mis abuelos de Totomoste y me gustan mis zapatos vacíos esperándome como el día de mañana. ¡A la chingada la muerte!, dije, sombra de mi sueño, perversión de los ángeles, y me entregué a morir como una piedra al río, como un disparo al vuelo de los pájaros.
IV
Vamos a hablar del Príncipe Cáncer, Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata, que se divierte arrojando dardos a los ovarios tersos, a las vaginas mustias, a las ingles multitudinarias.
Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer en la raíz del cuello, sobre la subclavia, tubérculo del bueno de Dios, ampolleta de la buena muerte, y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo. El Señor Cáncer, El Señor Pendejo, es sólo un instrumento en las manos obscuras de los dulces personajes que hacen la vida.
En las cuatro gavetas del archivero de madera guardo los nombres queridos, la ropa de los fantasmas familiares, las palabras que rondan y mis pieles sucesivas.
También están los rostros de algunas mujeres los ojos amados y solos y el beso casto del coito. Y de las gavetas salen mis hijos. ¡Bien haya la sombra del árbol llegando a la tierra, porque es la luz que llega!
V
De las nueve de la noche en adelante, viendo televisión y conversando estoy esperando la muerte de mi padre. Desde hace tres meses, esperando. En el trabajo y en la borrachera, en la cama sin nadie y en el cuarto de niños, en su dolor tan lleno y derramado, su no dormir, su queja y su protesta, en el tanque de oxígeno y las muelas del día que amanece, buscando la esperanza.
Mirando su cadáver en los huesos que es ahora mi padre, e introduciendo agujas en las escasas venas, tratando de meterle la vida, de soplarle en la boca el aire…
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos por tratar de escribir estas cosas. ¡Maldito el que crea que esto es un poema!)
Quiero decir que no soy enfermero, padrote de la muerte, orador de panteones, alcahuete, pinche de Dios, sacerdote de penas. Quiero decir que a mí me sobre el aire…
VI
Te enterramos ayer. Ayer te enterramos. Te echamos tierra ayer. Quedaste en la tierra ayer. Estás rodeado de tierra desde ayer. Arriba y abajo y a los lados por tus pies y por tu cabeza está la tierra desde ayer. Te metimos en la tierra, te tapamos con tierra ayer. Perteneces a la tierra desde ayer. Ayer te enterramos en la tierra, ayer.
VII
Madre generosa de todos los muertos, madre tierra, madre, vagina del frío, brazos de intemperie, regazo del viento, nido de la noche, madre de la muerte, recógelo, abrígalo, desnúdalo, tómalo, guárdalo, acábalo.
VIII
No podrás morir. Debajo de la tierra no podrás morir. Sin agua y sin aire no podrás morir. Sin azúcar, sin leche, sin frijoles, sin carne, sin harina, sin higos, no podrás morir. Sin mujer y sin hijos no podrás morir. Debajo de la vida no podrás morir. En tu tanque de tierra no podrás morir. En tu caja de muerto no podrás morir. En tus venas sin sangre no podrás morir. En tu pecho vacío no podrás morir. En tu boca sin fuego no podrás morir. En tus ojos sin nadie no podrás morir. En tu carne sin llanto no podrás morir. No podrás morir. No podrás morir. No podrás morir. Enterramos tu traje, tus zapatos, el cáncer; no podrás morir. Tu silencio enterramos. Tu cuerpo con candados. Tus canas finas, tu dolor clausurado. No podrás morir.
IX
Te fuiste no sé a dónde. Te espera tu cuarto. Mi mamá, Juan y Jorge te estamos esperando. Nos han dado abrazos de condolencia, y recibimos cartas, telegramas, noticias de que te enterramos, pero tu nieta más pequeña te busca en el cuarto, y todos, sin decirlo, te estamos esperando.
X
Es un mal sueño largo, una tonta película de espanto, un túnel que no acaba lleno de piedras y de charcos. ¡Qué tiempo éste, maldito, que revuelve las horas y los años, el sueño y la conciencia, el ojo abierto y el morir despacio!
XI
Recién parido en el lecho de la muerte, criatura de la paz, inmóvil, tierno, recién niño del sol de rostro negro, arrullado en la cuna del silencio, mamando obscuridad, boca vacía, ojo apagado, corazón desierto.
Pulmón sin aire, niño mío, viejo, cielo enterrado y manantial aéreo voy a volverme un llanto subterráneo para echarte mis ojos en tu pecho.
XII
Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nado y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado, refugiarse desnudo en el discreto calor de Dios, y en su cerrado puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo hacia el humo y el hueso y la caliza y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa tomar la eternidad como a destajo y repartir el alma en la ceniza.
XIII
Padre mío, señor mío, hermano mío, amigo de mi alma, tierno y fuerte, saca tu cuerpo viejo, viejo mío, saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río, tu frente limpia en que aprendí a quererte, tu brazo como un árbol en el frío saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero, tu boca firme y tu mirada abierta, tu pecho vasto y sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta. Parece que yo soy el que me muero: ¡padre mío, despierta!
XIV
No se ha roto ese vaso en que bebiste, ni la taza, ni el tubo, ni tu plato. Ni se quemó la cama en que moriste, ni sacrificamos un gato.
Te sobrevive todo. Todo existe a pesar de tu muerte y de mi flato. Parece que la vida nos embiste igual que el cáncer sobre tu omóplato.
Te enterramos, te lloramos, te morimos, te estás bien muerto y bien jodido y yermo mientras pensamos en lo que no hicimos
y queremos tenerte aunque sea enfermo. Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos a no ser habitantes de tu infierno.
XV
Papá por treinta o por cuarenta años, amigo de mi vida todo el tiempo, protector de mi miedo, brazo mío, palabra clara, corazón resuelto,
te has muerto cuando menos falta hacías, cuando más falta me haces, padre, abuelo, hijo y hermano mío, esponja de mi sangre, pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.
Te has muerto y me has matado un poco. Porque no estás, ya no estaremos nunca completos, en un sitio, de algún modo.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto a empobrecerlo más, y a hacer a solas tus gentes tristes y tu Dios contento.
XVI
(Noviembre 27)
¿Será posible que abras los ojos y nos veas ahora? ¿Podrás oírnos? ¿Podrás sacar tus manos un momento?
Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta, tu cumpleaños, viejo. Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos venimos a abrazarte, todos, viejo. ¡Tienes que estar oyendo! No vayas a llorar como nosotros porque tu muerte no es sino un pretexto para llorar por todos, por los que están viviendo. Una pared caída nos separa, sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.
XVII
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza. No eras distinto a mí, ni eras lo mismo. Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo, cuando me levantaba, mi fortaleza. Eras brisa y sudor y cataclismo, y eras el pan caliente sobre la mesa.
Amputado de ti, a medias hecho hombre o sombra de ti, sólo tu hijo, desmantelada el alma, abierto el pecho,
Ofrezco a tu dolor un crucifijo: te doy un palo, una piedra, un helecho, mis hijos y mis días, y me aflijo.
SEGUNDA PARTE
I
Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos, poco a poco te acabas. Yo te he ido mirando a través de las noches por encima del mármol, en tu pequeña casa. Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas, otro día sin garganta, la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose, tronchando obscuramente el trigal de tus canas. Todo tú sumergido en humedad y gases haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma, cada vez más igual tu carne que tu traje, más madera tus huesos y más huesos las tablas. Tierra mojada donde había tu boca, aire podrido, luz aniquilada, el silencio tendido a todo tu tamaño germinando burbujas bajo las hojas de agua. (Flores dominicales a dos metros arriba te quieren pasar besos y no te pasan nada.)
II
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan tú, subterráneamente, lentamente, te apagas. Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra, veta de horror para el que te escarba.
¡Es tan fácil decirte «padre mío» y es tan difícil encontrarte, larva de Dios, semilla de esperanza!
Quiero llorar a veces, y no quiero llorar porque me pasas como un derrumbe, porque pasas como un viento tremendo, como un escalofrío debajo de las sábanas, como un gusano lento a lo largo del alma.
¡Si sólo se pudiera decir: «papá, cebolla, polvo, cansancio, nada, nada, nada» !Si con un trago te tragara! ¡Si con este dolor te apuñalara! ¡Si con este desvelo de memorias -herida abierta, vómito de sangre- te agarrara la cara!
Yo sé que tú ni yo, ni un par de valvas, ni un becerro de cobre, ni unas alas
sosteniendo la muerte, ni la espuma en que naufraga el mar, ni -no- las playas, la arena, la sumisa piedra con viento y agua, ni el árbol que es abuelo de su sombra, ni nuestro sol, hijastro de sus ramas, ni la fruta madura, incandescente, ni la raíz de perlas y de escamas, ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo, ni mi locura, y ni tus espaldas, sabrán del tiempo obscuro que nos corre desde las venas tibias a las canas.
(Tiempo vacío, ampolla de vinagre, caracol recordando la resaca.)
He aquí que todo viene, todo pasa, todo, todo se acaba. ¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros? ¿para qué levantamos la palabra? ¿de qué sirvió el amor? ¿cuál era la muralla que detenía la muerte? ¿dónde estaba el niño negro de tu guarda?
Ángeles degollados puse al pie de tu caja, y te eché encima tierra, piedras, lágrimas, para que ya no salgas, para que no salgas.
III
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo y van y vienen máscaras. Amanece el dolor un día tras otro, nos rodeamos de amigos y fantasmas, parece a veces que un alambre estira la sangre, que una flor estalla, que el corazón da frutas, y el cansancio canta.
Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago, apostando a crecer como las plantas, fijos, inmóviles, girando en la invisible llama. Y mientras tú, el fuerte, el generoso, el limpio de mentiras y de infamias, guerrero de la paz, juez de victorias -cedro del Líbano, robledal de Chiapas- te ocultas en la tierra, te remontas a tu raíz obscura y desolada.
IV
Un año o dos o tres, te da lo mismo. ¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana incesante, silenciosa, llama y llama? ¿qué subterránea voz no pronunciada? ¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito de los dientes atrás, en la garganta aérea, flotante, pare escamas?
¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados los brazos y las piernas y la cara, arrendados al hoyo, entretenidos los jugos en la cáscara? ¿para exprimir los ojos noche a noche en el temblor obscuro de la cama, remolino de quietas transparencias, descendimiento de la náusea?
¿Para esto morir? ¿para inventar el alma, el vestido de Dios, la eternidad, el agua del aguacero de la muerte, la esperanza? ¿morir para pescar? ¿para atrapar con su red a la araña?
Estás sobre la playa de algodones y tu marca de sombras sube y baja.
V
Mi madre sola, en su vejez hundida, sin dolor y sin lástima, herida de tu muerte y de tu vida.
Esto dejaste. Su pasión enhiesta, su celo firme, su labor sombría. Árbol frutal a un paso de la leña, su curvo sueño que te resucita. Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.
Pasó el viento. Quedaron de la casa el pozo abierto y la raíz en ruinas. Y es en vano llorar. Y si golpeas las paredes de Dios, y si te arrancas el pelo o la camisa, nadie te oye jamás, nadie te mira. No vuelve nadie, nada. No retorna el polvo de oro de la vida.
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto. ALEJANDRA PIZARNIK.
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Mi desnudez avergüenzas la sala.
Indefensa, vomitando espuma,
con el dolor en la entraña
y los sesos crujiendo,
me revuelco entre sábanas
con lo último que queda
de lo que fui y no vuelve.
Originalmente publicado en Hablo de mí: Comparto la información que ha sido publicada en facebook. Se vienen las «JORNADAS ALEJANDRA PIZARNIK» en Octubre 2016. ILH- FFyL-Bellas Artes-Malba
YO SOY…
Mis alas? dos pétalos podridos mi razón? copitas de vino agrio mi vida? vacío bien pensado mi cuerpo? un tajo en la silla mi vaivén? un gong infantil mi rostro? un cero disimulado mis ojos? ah! trozos de infinito
Mi amor se amplía. Es un paracaídas perfecto. Es un clic que se exhala y su pecho se hace inmenso. Mi amor no ruge no clama no ruega no ríe. Su cuerpo es un ojo. Su piel es un mapamundi. Mis palabras perforan la última señal de su nombre. Mis besos son anguilas que él se ufana en dejar resbalar. Mis caricias un chorro reminiscente de música sobre fuentes de Roma. Nadie pudo huir aún de su territorio anímico. No hay rutas ni pliegues ni insectos. Todo es tan terso que mis lágrimas se sublevan. Mi creación es una mojigatería junto a su rubio carromato. En estos momentos el tintero alza vuelo y enfila hacia linderos inacabables de mosquitos haciendo el amor. Suena el fatídico sonido. Ya no vuelo. Es mi amor que se amplía.
MÁS ALLÁ DEL OLVIDO
Alguna vez de un costado de la luna verás caer los besos que brillan en mí las sombras sonreirán altivas luciendo el secreto que gime vagando vendrán las hojas impávidas que algún día fueron lo que mis ojos vendrán las mustias fragancias que innatas descendieron del alado son vendrán las rojas alegrías que burbujean intensas en el sol que redondea las armonías equidistantes en el humo danzante de la pipa de mi amor.
EXILIO (a Raúl Gustavo Aguirre)
Esta manía de saberme ángel, sin edad, sin muerte en que vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando. ¿Y quién no tiene un amor? ¿Y quién no goza entre amapolas? ¿Y quién no posee un fuego, una muerte, un miedo, algo horrible, aunque fuere con plumas, aunque fuere con sonrisas? Siniestro delirio amar a una sombra. La sombra no muere. Y mi amor sólo abraza a lo que fluye como lava del infierno: una logia callada, fantasmas en dulce erección, sacerdotes de espuma, y sobre todo ángeles, ángeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche y devastan la esperanza.
LA JAULA
Afuera hay sol. No es más que un sol Pero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento. Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre. Yo agito pañuelos en la noche y sedientos de realidad bailan conmigo Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.
CENIZAS
Hemos dicho palabras, palabras para despertar muertos, palabras para hacer un fuego, palabras donde poder sentarnos y sonreír. Hemos creado el sermón del pájaro y del mar, el sermón del agua, el sermón del amor. Nos hemos arrodillado y adorado frases extensas como el suspiro de la estrella, frases como olas, frases con alas. Hemos inventado nuevos nombres para el vino y para la risa, para las miradas y sus terribles caminos. Yo ahora estoy sola -como la avara delirante sobre su montaña de oro- arrojando palabras hacia el cielo, pero yo estoy sola y no puedo decirle a mi amado aquellas palabras por las que vivo.
LA NOCHE
Poco sé de la noche pero la noche parece saber de mí, y más aún, me asiste como si me quisiera, me cubre la conciencia con sus estrellas. Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte. Tal vez la noche es nada y las conjeturas sobre ella nada y los seres que la viven nada. Tal vez las palabras sean lo único que existe en el enorme vacío de los siglos que nos arañan el alma con sus recuerdos. Pero la noche ha de conocer la miseria que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas. Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros. Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos. Su lágrima inmensa delira y grita que algo se fue para siempre. Alguna vez volveremos a ser.
EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LOCURA (FRAGMENTO)
No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño en un jardín. Vendrás a mí con tu voz apenas coloreada por un acento que me hará evocar una puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre, con lo que esa sombra deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven muerta, con los trazos que duran en la hoja después de haber borrado un dibujo que representaba una casa, un árbol, el sol y un animal. […] ¿Y yo? ¿A cuántos he salvado yo? El haberme prosternado ante el sufrimiento de los demás, el haberme acallado en honor de los demás. Retrocedía mi roja violencia elemental. El sexo a flor de corazón, la vía del éxtasis entre las piernas. Mi violencia de vientos rojos y de vientos negros. Las verdaderas fiestas tienen lugar en el cuerpo y en los sueños.
Puertas del corazón, perro apaleado, veo un templo, tiemblo, ¿qué pasa? No pasa. Yo presentía una escritura total. El animal palpitaba en mis brazos con rumores de órganos vivos, calor, corazón, respiración, todo musical y silencioso al mismo tiempo. ¿Qué significa traducirse en palabras? Y los proyectos del perfección a largo plazo; medir cada día la probable elevación de mi espíritu, la desaparición de mis faltas gramaticales. Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra del lugar común que asegura que morir es soñar. La luz, el vino prohibido, los vértigos, ¿para quién escribes? Ruinas de un templo olvidado. Si celebrar fuera posible. […]
Cuando mi cuerpo
se consuma entre llamas
y de mis letras solo queden
lúgubres cenizas,
más allá de mis casas en ruinas,
del murmullo de las aguas,
renaceré salvaje
de entre mis flores mustias.
Cuando los vientos otoñales, soplen sobre los sueños y las ideas vibren en los planos más profundos, más allá de lo vivido, en la simplicidad de la muerte, podré rehacer los cielos rotos y las hojas amarillas.
Cuando mi alma flote, más allá de mis huesos, y mis muertes den origen a nuevos nacimientos, más allá de donde se inicia la sinfonía de las esferas, desnudaré todos mis rostros, y finalmente seré libre…
Cuando los rojos soles, se oculten por siempre y avancen todos los muros sobre las noches que se hunden, más allá de mis lechos de jade, del musgo que vistió mis espejos, lograré aceptar la fortuna de haber sido la Hija del Fuego.
Cuando mi cuerpo se consuma entre llamas y de mis letras solo queden lúgubres cenizas, más allá de mis casas en ruinas, del murmullo de las aguas, renaceré salvaje de entre mis flores mustias.
FANNY JEM WONG 07.03.08 He aquí, el comienzo de mi imperfecta perfección. (Jemwong)
Te imagino ya desnuda
en mis brazos, con placer
que no se esconde,
sabia en el amor,
en el hablar y en los silencios, sabia,
en todas las estaciones.
Cierro los ojos y te envío mis pensamientos
en una mariposa.
RECADO DE LI PO, REFUGIADO EN LAS MONTAÑAS, A MA TI, DAMA DE LA CIUDAD DE KOUANG TCHEOU POR MARCO MARTOS
Recado de Li Po, refugiado en las montañas, A Ma Ti, dama de la ciudad de Kouang Tcheou Por Marco Martos Es lo más alto de la montaña. Hay nubes debajo, un río serpenteante
y diferentes tonos de verde entre las matas.
Estoy sentado en una roca meditando
con una copa de vino que bebo lentamente
y te imagino bajando las escalinatas
del parque de Kouang Tcheou
con tu sonrisa repartiendo sombra
en ese mediodía espléndido.
Que vislumbras a tu madre cuchichean
algunos demorados caminantes
que van cruzando la plaza
y que solo te semejas a ti misma
dicen otros entendidos
anonadados por el chorro de luz
de tu figura.
Miro el río abajo, tan pequeño
y con tanta fuerza, y te sueño,
apacible en una roca, dibujando frente
al mar Meridional que parece
interminable en la lejanía.
Supongo entonces que me extrañas
y que en el ábaco de colores cuentas
los días que demoraré
en bajar de las alturas.
Te imagino ya desnuda
en mis brazos, con placer
que no se esconde,
sabia en el amor,
en el hablar y en los silencios, sabia,
en todas las estaciones.
Cierro los ojos y te envío mis pensamientos
en una mariposa.
Hécate, Ars Poetica. Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría de la Poesía -/- Εκάτη, Ars Poetica. Διεθνής Επιθεώρηση Ποίησης, Διηγήματος και Θεωρίας της Ποίησης
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El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo. (Franz Kafka)
Leituras da prosa, poesia e teatro de David Haize (R. Roldan-Roldan). O site http://roldan.vilabol.uol.com.br deixou de existir. Seus textos serão movidos para este blog, veja ao fim do menu à direita.
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