La campana Catalina, con su badajo de viento suspende tu sentimiento con la hondura más genuina. Penetrante en la neblina, trae la aurora del día, a la quietud desafía, ulula en lo más fresco. Tu tañido lo merezco, Catalina, mi porfía.
Crítico literario, poeta y maestro universitario Ricardo González Vigil (Lima, 1949) ha construido, a lo largo de varias décadas, un “corpus crítico” desde las páginas del diario El Comercio. Asimismo ha publicado varios libros de poesía: Llego hacia ti (1973), Silencio inverso (1978), A flor de mundo (1992), Génesis continuo (1997), así como estudios críticos acerca del Inca Garcilaso de la Vega, Rubén Darío, César Vallejo y José María Arguedas. Fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua el 23 de mayo del 2001. Sus antologías ofrecen una visión de la producción literaria peruana.
Crítico literario, poeta y maestro universitario Ricardo González Vigil (Lima, 1949) ha construido, a lo largo de varias décadas, un “corpus crítico” desde las páginas del diario El Comercio. Asimismo ha publicado varios libros de poesía: Llego hacia ti (1973), Silencio inverso (1978), A flor de mundo (1992), Génesis continuo (1997), así como estudios críticos acerca del Inca Garcilaso de la Vega, Rubén Darío, César Vallejo y José María Arguedas. Fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua el 23 de mayo del 2001. Sus antologías ofrecen una visión de la producción literaria peruana.
ANNA MAY WONG POR MARCO MARTOS : Nacida en Los Ángeles, Anna May Wong trajo a la pantalla
al río Amarillo circulando en sus hermosas manos,
el rojo intenso de los hibiscos y las ramas del árbol de la China…
POEMA : ANNA MAY WONG POR MARCO MARTOS
ANNA MAY WONG POR MARCO MARTOS
Nacida en Los Ángeles, Anna May Wong trajo a la pantalla al río Amarillo circulando en sus hermosas manos, el rojo intenso de los hibiscos y las ramas del árbol de la China
en sus delicados brazos y el sabor de la canela misma
espolvoreada en sus deliciosos labios, finos, apacibles, deleitantes.
Traía un tifón contenido de pasiones, una cortesía ancestral
de minucias, reverencias y sonrisas a mujeres y varones.
Saltó de las películas en blanco y negro a aquellas otras
de relumbrantes colores. En la soledad de su camarín,
solo hablando con el espejos y las sombras, añoraba,
si acaso, las tierras desconocidas de las que le hablaban sus mayores.
Pasó como un suspiro por los cines, como un viento amable.
Hay gente que la recuerda en distintos puntos del planeta,
y otros que la aman y llevan con orgullo su sangre.
ANNA MAY WONGANNA MAY WONGANNA MAY WONGMUSAS DEL CELULOIDE POR MARCO MARTOSMARCO MARTOS (Piura, Perú, 1942). Poeta. Ha publicado veinticinco libros de poesía y ha merecido diferentes distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Poesía del Perú. Poemas o libros suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, portugués, italiano, griego, húngaro y chino. Entre sus libros figuran: Casa nuestra (1965), Cuaderno de quejas y contentamientos (1969), Donde no se ama (1974), Carpe diem (1979), El silbo de los aires amorosos (1981), Cabellera de Berenice (1990), Leve reino (1996), El mar de las tinieblas (1999), Sílabas de la música (2002), Jaque perpetuo (2003), Dondoneo (2004), Aunque es de noche (2006), Dante y Virgilio iban oscuros en la profunda noche (2008), En las arenas de Homero (2010), El vidrio es un líquido, tus ojos son de agua (2010), Vespertilio (2012), Biblioteca del mar (2012), Vértigo (2013), Viento del Perú (2013), Caligrafía china (2014), Máscaras de Roma (2015), Libro de animales (2016), El espíritu de los ríos (2017), El piano negro (2018), La novia del viento (2019), Piura, espejismo de eternidad (2019). En 2012 publicó toda su poesía hasta ese año bajo el título de Poesía junta. Actualmente es presidente de la Academia Peruana de la Lengua y profesor principal de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas.
Originalmente publicado en Columna De-rruti's Blog: Nacida en 1861 en San Petersburgo, Lou era hija de un militar alemán, Gustav von Salomé, al servicio de los Romanov, y única mujer entre los seis hermanos y, por tanto, el “ojito derecho” de su padre. Su acomodada familia la permitió codearse con las altas esferas de…
FLORES PARA LOU ANDREAS SALOME POR MARCO MARTOS
FLORES PARA LOU ANDREAS SALOMÉ POR MARCO MARTOS
Es miércoles en Viena. Dos sillas vacías atormentan al conferencista, quien advierte las ausencias de Lou Andreas Salomé, bienamada contertulia, y de Víctor Tausk, enfurruñado discípulo. El disertante conoce los meandros de la vida, se ha visto a sí mismo mejor que en un espejo a través de un severo autoanálisis, sabe que los sentimientos son oscuros y complejos y que ningún tiempo es suficiente para conocerlos y estudiarlos. Y aunque la ciencia que practica le ha permitido colocarse por encima de los pequeños asuntos, queda confundido con los celos que lo invaden, los más espantosos que puedan imaginarse. Odia al impostor y a Lou Andreas Salomé, cuyas historias de amor bien conoce, la quiere borrar de la memoria. Otra es su secreta voluntad. El día jueves el doctor Sigmund Freud le envía flores rojas a Lou Andreas Salomé y un claro mensaje de amor. (De deseo sexual según sus teorías). Está desesperado. Y lo advierte mientras se acicala la barba.
Lou Andreas Salom, la novia de todosLou Andreas Salom, la novia de todosLou Andreas Salom, la novia de todosMarco Martos
Nacida en 1861 en San Petersburgo, Lou era hija de un militar alemán, Gustav von Salomé, al servicio de los Romanov, y única mujer entre los seis hermanos y, por tanto, el “ojito derecho” de su padre. Su acomodada familia la permitió codearse con las altas esferas de la sociedad zarista y la proporcionó una educación más allá de lo habitual. Su conocimiento del alemán y del francés, además del ruso, facilitaron su relación con la cultura europea, especialmente su pasión por las lecturas de filosofía y teología.
Cuando era una adolescente fue puesta bajo la tutela del predicador alemán Hendrik Guillot que quedó fascinado de sus conocimientos y de su extraña belleza. Con él aprendió filosofía, teología y religión, pero sobre todo el poder que podía ejercer sobre los hombres. El reverendo llegó a planear su divorcio de su esposa para poder escapar y casarse con la…
Para conocer la realidad esencial de una persona,
tenemos que mirarla con el corazón.
La muerte no es para siempre,
sólo muere lo que se olvida
y a mi madre la recuerdo porque la quiero.
Ahora -en sueños platicamos-
nos reímos de su método de enseñanza.
A MI MADRE LE DECÍAN LOCA POR MAX DEXTRE
A MI MADRE LE DECÍAN LOCA POR MAX DEXTRE
A mi Madre le decían loca,
pero no era loca, era profesora.
Hablaba diferente.
Decía: «Los ojos sirven para escuchar».
Yo tenía diez años de edad.
Un niño no comprende el lenguaje vertical
y pensaba que quizá mi madre era loca.
Cierta vez me armé de valor y le pregunté:
¿Con qué miramos?
Mi madre me respondió:
«Con el corazón».
Cuando mi madre se levantaba de buen humor cantaba:
» Hoy me he puesto mi vestido de veinte años».
Yo sabía que no tenía veinte años y la miraba,nada más.
¿Qué puede hacer un niño, sino escuchar?Si mi madre estaba triste decía estar vestida de niebla. » Hoy tengo ochenta años» -dijo-, cuando desaprobé un curso. Al fin pude terminar la educación primaria. El día de la clausura llegó tarde. Se disculpó diciendo: «Hijito, me demoré porque estuve buscando mi vestido de Primera Comunión, ¿No ves mi vestido de Primera Comunión?». Miré a mi madre y no estaba vestida de Primera Comunión. Después tuvo ese accidente fatal. Me llamó a su lado, cogió fuerte mis manos y dijo: «No tengas pena, la muerte no es para siempre» . Pensé: mi madre no se da cuenta de lo que habla. Si uno muere es para siempre. Era niño y no entendía sus palabras. Ahora tengo cincuenta años y recién comprendo sus enseñanzas. Sí, Madre. Podemos tener 20 años y al día siguiente ochenta. Todo depende de nuestro estado de ánimo. Los ojos sirven para escuchar porque debemos mirar con atención a quien nos habla. Para conocer la realidad esencial de una persona, tenemos que mirarla con el corazón. La muerte no es para siempre, sólo muere lo que se olvida y a mi madre la recuerdo porque la quiero. Ahora -en sueños platicamos- nos reímos de su método de enseñanza. Aprendí a mirar con el corazón. Una noche me dijo: «He notado que te molestas si tus amigos te dicen loco y eso no está bien. Es natural que el hijo de una loca sea loco». Entonces -por primera vez- repliqué a mi madre y le dije: «Madre, te equivocas, no siempre el hijo de una loca tiene que ser loco; a veces es poeta». Por eso puedo decir con orgullo: «A mi madre le decían loca, pero no era loca, era profesora. Me enseñó a descubrir la vida después de la muerte».
Max Dextre Abril de 1936 – Marzo de 1998 Destacado poeta, periodista cultural y conferencista peruano .
Mahmud Darwish, en árabe محمود درويش (Al-Birwa 13 de marzo de 1941 – Houston 9 de agosto de 2008), en ocasiones transcrito en español como Mahmud Darwix y en otros idiomas como Mahmoud Darwish o Mahmoud Darwich, fue considerado el poeta nacional palestino y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos, nacido cerca de Acre el 13 de marzo de 1941 y fallecido en Houston (Estados Unidos) el 9 de agosto de 2008.
Poemas de Mahmud Darwish
Poemas de Mahmud Darwish
Mahmud Darwish, en árabe محمود درويش
(Al-Birwa 13 de marzo de 1941 – Houston 9 de agosto de 2008), en ocasiones transcrito en español como Mahmud Darwix y en otros idiomas como Mahmoud Darwish o Mahmoud Darwich, fue considerado el poeta nacional palestino y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos, nacido cerca de Acre el 13 de marzo de 1941 y fallecido en Houston (Estados Unidos) el 9 de agosto de 2008.
En su trabajo, Palestina se convirtió en una metáfora de la pérdida del Edén, el nacimiento y la resurrección, así como la angustia por el despojo y el exilio. El poeta Naomi Shihab Nye ha comentado sobre el trabajo de Darwish: «Darwish es el respiro esencial del pueblo palestino, el testigo elocuente del exilio y la pertenencia…» FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Mahmud_Darwish
LA TIERRA SE ESTRECHA PARA NOSOTROS
La tierra se estrecha para nosotros. Nos hacina en el último pasaje y nos despojamos de nuestos miembros para pasar.
La tierra nos exprime. ¡Ah, si fuéramos su trigo para morir y renacer! ¡Ah, si fuera nuestra madre para apiadarse de nosotros! ¡Ah, si fuéramos imágenes de rocas que nuestro sueño portara cual espejos! Hemos visto los rostros de los que matará el último de nosotros en la última defensa del alma.
Hemos llorado el cumpleaños de sus hijos. Y hemos visto los rostros de los que arrojarán a nuestros hijos por las ventanas de este último espacio. Espejos que pulirá nuestra estrella.
¿Adónde iremos después de las últimas fronteras? ¿Dónde volarán los pájaros después del último cielo? ¿Dónde dormirán las plantas después del último aire? Escribiremos nuestros nombres con vapor teñido de carmesí, cortaremos la mano al canto para que lo complete nuestra carne.
Aquí moriremos. Aquí, en el último pasaje. Aquí o ahí… nuestra sangre plantará sus olivos.
(Traducción de María Luis Prieto)
PASAPORTE (1970)
No me han reconocido en las sombras que difuminan mi color en el pasaporte. Mi desgarrón estaba expuesto al turista amante de postales. No me han reconocido… Ah, no prives de sol a la palma de mi mano, porque el árbol me conoce… Me conocen todas las canciones de la lluvia, no me dejes empalidecer como la luna.
Todos los pájaros que ha perseguido la palma de mi mano a la entrada del lejano aeropuerto, todos los campos de trigo, todas las cárceles todas las tumbas blancas todas las fronteras todos los pañuelos que se agitaron, todos los ojos estaban conmigo, pero ellos los borraron de mi pasaporte.
¿Despojado de nombre, de pertenencia, en una tierra que ha crecido con mis propias manos? Job ha llenado hoy el cielo con su grito: ¡no hagáis de mí un ejemplo otra vez!
Señores, señores profetas, no preguntéis su nombre a los árboles, no preguntéis por su madre a los valles: de mi frente se escinde la espada de la luz, y de mi mano brota el agua del río. Todos los corazones del hombre… son mi nacionalidad: ¡retiradme el pasaporte!
(Traducción de Luz Gómez García)
VENDRÁN OTROS BÁRBAROS (1986)
Vendrán otros bárbaros. Raptarán a la mujer del emperador. Sonarán los tambores. Suenan los tambores para que del Egeo a los Dardanelos los caballos se alcen sobre los cadáveres. ¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestras esposas con una carrera de caballos?
Será raptada la mujer del emperador. Sonarán los tambores. Ya llegan otros bárbaros. Bárbaros que llenan las ciudades vacías, apenas altas sobre el mar, más fuertes que la espada en tiempos de locura. ¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestros hijos con esta estirpe de impudicia?
Sonarán los tambores. Ya llegan otros bárbaros. Es raptada de su casa la mujer del emperador. Y en la casa se gesta la expedición militar que devuelva a la favorita a la cama de su señor. ¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver cincuenta mil muertos con este casamiento atropellado?
¿Nacerá un Homero después de nosotros?… ¿Abrirán las epopeyas sus puertas a todos?
(Traducción de Luz Gómez García)
POEMA DE BEIRUT (1984)
Manzana del mar, narciso de mármol, mariposa de piedra, Beirut, imagen del alma en el espejo. Descripción de la primera mujer, perfume de nubes. Beirut, de fatiga y oro, de Alandalús y Damasco. Plata, espuma, mandamientos de la tierra en plumas de palomas. Muerte de una espiga, exilio de una estrella entre mi amada y yo, Beirut. Jamás he oído a mi sangre pronunciar el nombre de una amante que duerme en mi sangre… duerme…
De una lluvia sobre el mar aprendimos el nombre. Y del sabor del otoño y las naranjas de los que llegan del Sur, como nuestros antepasados, venimos a Beirut para venir a Beirut… De lluvia, hemos construido nuestra choza. El viento no corre y nosotros tampoco. Cual clavo hincado en la arcilla, el viento cava nuestro refugio y dormimos como hormigas en sus hormigueros. Cantamos en secreto:
Beirut es nuestra jaima. Beirut es nuestra estrella.
Estamos prisioneros en este tiempo lánguido. Los invasores nos entregaron a nuestra gente y apenas habíamos mordido la tierra cuando nuestro protector se abatió sobre las bodas y el recuerdo. Y repartimos nuestras canciones entre los guardias. De un rey en el trono a un rey en un féretro. Prisioneros en este tiempo lánguido, no hemos hallado, casi definitivamente, más que nuestra sangre, no hemos hallado lo que hace al sultán popular ni al carcelero afable, no hemos hallado nada que muestre nuestra identidad, excepto nuestra sangre escalando los muros… Cantamos en secreto:
Beirut es nuestra jaima. Beirut es nuestra estrella.
Ventana abierta al plomo del mar, una calle y una moaxaja nos roban. Beirut es la imagen de la sombra. Más bella que su poema, más sencilla que la charla. Nos seduce con mil comienzos abiertos y alfabetos nuevos.
Beirut es nuestra única jaima. Beirut es nuestra única estrella.
¿Nos hemos tendido en sus sauces para medir unos cuerpos que el mar ha borrado de nuestros cuerpos? De nuestros primeros nombres hemos venido a Beirut buscando los confines del Sur y un recipiente para el corazón derretido… ¿Nos hemos tendido en las ruinas para pesar el Norte con la medida de las cadenas? La sombra se ha inclinado hacia mí, me ha roto y me ha dispersado. La sombra se prolonga… Que los árboles que viajan de noche nos lleven de noche por el cuello cual racimo de muertos abatidos sin razón… Hemos venido de un país privado de su país, de la mano del árabe literal y de una fatiga… cual ruinas de esta tierra que se extiende del palacio del emir a nuestras celdas y de nuestros primeros sueños a… leña. Danos un muro para que podamos gritar: ¡Beirut! Danos un muro para que podamos ver un horizonte y una ventana de llamas. Danos un muro para que colguemos Sodoma, dividida en veinte reinos para vender petróleo… y árabes. Danos un muro para gritar en la península de Arabia:
Beirut es nuestra última jaima. Beirut es nuestra última estrella.
Un horizonte emplomado se ha esparcido por el horizonte. Senderos de conchas huecas… no caminos. Del océano al infierno, del infierno al Golfo, de la derecha a la derecha y al centro no he visto más que un patíbulo con una cuerda para dos millones de cuellos.
¡Beirut! ¿Dónde empieza el camino a las ventanas de Córdoba? Yo no emigraré dos veces ni te amaré dos veces. En el mar, no veo más que el mar… pero revoloteo por mis sueños e invoco a la tierra para que sea el cráneo de mi alma fatigada. Quiero caminar para caminar y caerme en el camino hacia las ventanas de Córdoba.
Beirut es testigo de mi corazón. De sus calles, emigro, y de mí, colgado en un poema infinito. Digo: mi fuego no muere… palomas en sus edificios, paz en sus escombros… Cierro la ciudad como si fuera un libro y porto la tierra menuda, como un saco de nubes. Me despierto y, en la ropa de mi cadáver, me busco. Nos reímos: todavía estamos vivos, como los gobernantes. Gracias al periódico que no ha anunciado que yo había caído allí por descuido… Abro pequeños caminos para el aire, mis pasos y los amigos pasajeros, el pérfido panadero y la imagen nueva del mar. Gracias, Beirut de brumas, gracias, Beirut de ruinas… Mi alma se ha roto. Lanzaré mi cadáver para que las invasiones me vuelvan a matar y los invasores me entreguen al poema… Porto el lenguaje sumiso cual nube por las aceras de la lectura y la escritura: «Este mar nos deja sus oídos y sus ojos» y regresa al mar por el mar.
… Y yo porto la tierra de Canaán, cuyas tumbas se han disputado los invasores pero no los narradores. De una piedra nacerá el Estado de gueto y de una piedra crearemos el estado de los amantes.
Improviso la despedida. Las pequeñas ciudades se ahogan en expresiones similares, la herida crece sobre la lanza y se alternan en acompañarme hasta el fin de este canto… Desciendo por la escalera que no conduce al refugio ni a las bodas, asciendo por la escalera que no conduce al poema… desvarío un poco para que vengan la lucidez y el verdugo… Grito: natividad, tortúrame para que grite, natividad… Por las invocaciones, cabalgo hacia Damasco con la esperanza de tener una visión. Siento vergüenza del eco de las campanas que me llegan oxidadas, le grito a Atenas: ¿cómo te puedes derrumbar en nosotros? Luego, susurro en las tiendas beduinas: mi rostro no está completamente maduro y mis venas rebosan trigo… Le pregunto al último islam: ¿en el comienzo fue el petróleo o la ira?
Deliro. Tal vez parezca extraño a los míos. Que los poetas se inquieten menos por mi lenguaje y yo lo limpiaré de ellos y del pasado… No he hallado en las palabras más utilidad que su deseo de cambiar de autor…
Adiós a lo que veremos al alba que nos desgarrará dentro de poco, a una ciudad que nos retornará a otra ciudad para que se prolonguen nuestro éxodo y nuestra sabiduría. Adiós a las espadas y a las palmeras, a una paloma que volará de dos corazones consumidos de pasado, a un techo de tejas… ¿El combatiente ha venido por allí, como un obús en la guerra? ¿Su estallido ha roto las tazas de té en el café? Veo ciudades en papel armado de reyes y uniformes caqui, veo ciudades que coronan a sus conquistadores. Unas veces Oriente es la antítesis de Occidente y otras es la imagen y la mercancía de Occidente… Veo ciudades que coronan a sus conquistadores y exportan mártires para importar whisky y las últimas novedades del sexo y la tortura… ¿El combatiente ha venido por allí, como un obús en la guerra? ¿Su estallido ha roto las tazas de té en el café? Veo ciudades que cuelgan a sus amantes en ramas de hierro y dispersan los nombres al alba… … Al alba viene el guardián del único ídolo. ¿De quién nos despediremos, salvo de esta cárcel? ¿Qué tienen que perder los prisioneros?
Caminamos hacia una canción lejana, hacia la libertad inicial y, por primera vez en la vida, palpamos la belleza del mundo… Este alba es azul y el aire es visible y comestible, como los higos… Ascendemos. Uno, tres, ciento y mil en el nombre de un pueblo dormido a estas horas. Al alba, al alba, concluimos el poema y ordenamos la confusión en los cajones del alba. Bendita sea la vida. Benditos sean los vivos sobre la tierra, no bajo el yugo de los tiranos. ¡Viva la vida! ¡Viva la vida!
Luna sobre Baalbek y sangre en Beirut. Dime, preciosa, quién te ha convertido en una yegua de zafiros, dime quién te ha arrojado a dos ríos en un ataúd. Ojalá tuviera tu corazón para morir en el momento de mi muerte.
… De un edificio sin sentido a un sentido sin edificios, hemos encontrado la guerra… ¿Es Beirut un espejo para que lo rompamos y penetremos en sus fragmentos o nosotros somos espejos que quiebra el aire? Ven, soldado, háblame del policía: ¿Has llevado mis flores a la ventana? ¿Has transmitido mi silencio a los que amo y al primer mártir? ¿Tus muertos han muerto en ti por mí y por el mar o me han atacado y me han arrancado de la mano de una mujer que preparaba el té para mí y la flauta para los combatientes? ¿La iglesia ha cambiado tras vestir a su obispo con uniforme militar o ha cambiado la presa? ¿Ha cambiado la iglesia o hemos cambiado nosotros?
Las calles nos rodean. Saca a Beirut de Beirut y repártela entre las ciudades. El resultado: un espacio para el refugio. Posa a Beirut en Beirut y sácala de las ciudades. El resultado: una taberna. … Caminamos entre explosiones – ¿Nos acostumbraremos a esta muerte?
– Nos acostumbraremos a la vida y al deseo insaciable. – ¿Conoces a todos los muertos? – Conozco a los enamorados por sus miradas y veo a las asesinas satisfechas con sus encantos y sus ardides.
… ¿Nos inclinaremos para que pase la bomba? Nos acordamos de los primeros días de la guerra. – ¿Nuestro poema ha sido en vano? – No, no lo creo. – Pero entonces, ¿por qué la guerra precede al poema? – Pedimos a la piedra el ritmo pero éste no viene, y los poetas tienen divinidades antiguas.
Pasa una bomba. Entremos al bar del hotel Commodore. El silencio de Rimbaud me encanta, al igual que sus cartas en las que habla de África. – Yo he perdido a Cavafy. – ¿Por qué? – Me dijo: no te marches de Alejandría buscando otra. – Yo he encontrado a Kafka dormido bajo mi piel, adaptado a la túnica de la pesadilla y al policía que llevamos dentro. – Libradme de mis manos. – ¿Qué ves en el horizonte? – Otro horizonte. – ¿Conoces a todos los muertos? – Y a los que nacerán… Nacerán bajo los árboles, nacerán bajo la lluvia, nacerán de las piedras, nacerán de estallidos, nacerán de espejos, nacerán de rincones, nacerán de derrotas, nacerán de anillos, nacerán de capullos, nacerán del comienzo, nacerán de la narración, nacerán
sin final. Nacerán, crecerán y los matarán. Y nacerán, nacerán, nacerán…
Explica lo siguiente: Beirut (mar-guerra-tinta-lucro)
El mar: blanco o emplomado, verde en abril, azul, pero si se enfada, enrojece todos los meses. El mar: se ha inclinado hacia mi sangre para ser la imagen de los que amo.
La guerra: destruye nuestra obra de teatro para que la representemos sin texto ni guión. La guerra: memoria de los primitivos y de los civilizados. La guerra: comienza en la sangre. La guerra: se acaba en el aire. La guerra: hace un agujero en nuestra sombra para pasar de una puerta a otra.
La tinta: está destinada a la lengua literal, a los oficiales, a los espectadores de nuestras canciones y a los que se rinden ante el paisaje del mar triste. La tinta: hormigas negras o un maestro. La tinta: nuestro istmo seguro.
El lucro: derivado de la guerra interminable, desde que nuestros cuerpos se han vestido con el arado, desde la primera cacería de antílope hasta la aparición de los socialistas en Asia y en África. El lucro: nos gobierna, nos expulsa de los utensilios y de las palabras, roba nuestra carne y la vende. Beirut: zocos en el mar, economía que destruye la producción para construir restaurantes y hoteles… un Estado en una calle o en un apartamento, un café que, como el girasol, torna hacia el sol, descripción de la migración y de la belleza libre, paraíso de los minutos, un asiento en la pluma de un pájaro, montañas que descienden al mar, mar que asciende hacia las montañas, gacela degollada con el ala de un gorrión y un pueblo que no ama la sombra. Beirut: calles en los barcos. Beirut: puerto para la unión de las ciudades.
Se ha vuelto contra nosotros y nos ha abandonado, dándonos la espalda. Beirut, traicionará otra nube a los que te miran? Arquitectura que se amolda a los deseos de las nuevas castas, musgo de los días entre el flujo y el reflujo,
desechos que vuelan desde los peldaños hacia el trono, arquitectura de la descomposición y la composición, mezcla de caminantes por las aceras precediendo al terremoto. Ha girado volviéndonos la espalda. Su arquitectura, en línea con el mundo, mira hacia el nuevo mercado en el que se compra y se vende, sube y baja según el precio del dólar y del lingote de oro, que sube y baja según el precio de la sangre oriental. No… Beirut es la brújula del combatiente… Llevaremos a los niños al mar para que confíen en nosotros… soberano es el rey nuevo y la voz de Fayruz, repartida equitativamente entre dos comunidades, nos guía hacia lo que convierte a los enemigos en una familia y a Líbano en una espera entre dos etapas de nuestra sangrienta historia.
¿El camino se ha estrechado y de tus pasos nace la senda, compañero? – Asediado por el mar y los libros sagrados. – ¿Es nuestro fin? – No. Persistiremos como las antigüedades, como un cráneo coronando los días, persistiremos, como el aire y la mirada de los mártires, persistiremos… mezclando la noche con la barricada, esperando lo que ignoramos, ocultando el mundo árabe en un andrajo llamado unidad, compartiendo la noche: – Layla no me cree, pero yo creo a sus pezones cuando se agitan… ella me seduce por su elegancia al caminar: caderas de antílope, piernas de gacela, alas de gorrión, resplandor de vela. Cada vez que la abrazo, llama a las balas perdidas. – Soberano es el rey nuevo. ¿Hasta cuándo nos divertiremos con esta muerte? – No sé, pero velaremos por un poeta en el recital. – ¿A qué partido pertenece? – Al partido de la defensa de los bancos extranjeros y del asalto al parlamento. – ¿Hasta cuándo se multiplicarán los partidos y desaparecerán las clases sociales, compañero nocturno? – No sé. Pero tal vez te mate o tú me mates a mí si discrepamos en la definición de la feminidad. – Ella es la brasa que viene de las piernas, nos quema. – Ella es el pecho que respira las olas, nos ahoga. – Ella son los ojos que destruyen la génesis del universo. – Ella es el cuello que se puede beber. – Ella son los labios llamando al astro salado. – Ella es lo enigmático. – Ella es lo evidente. – Te mataré. Mi revólver está preparado. Soberano es el rey, el revólver está preparado. Beirut, forma para la forma, geometría de las ruinas…
Miércoles, sábado. La vendedora de anillos. Barrera de inspección. Un pescador. Riqueza. Lengua y anarquía. Noche del lunes. Ellos han subido las escaleras y se han llevado lo que han podido. Quien no es de los nuestros es del bando de los árabes, de su raza. Ganado. Martes. Jueves. Miércoles. Ellos tomaron noventa guitarras y cantaron en torno al banquete de asado humano.
Luna sobre Baalbek, sangre sobre Beirut. Dime, preciosa, quién te ha convertido en yegua de zafiros. dime quién te ha arrojado a dos ríos en un ataúd. Ojalá tuviera tu corazón para morir en el momento de mi muerte.
Hemos incendiado nuestras naves y hemos colgado nuestros astros en las murallas. Nosotros, erguidos sobre las líneas de fuego, proclamamos: Beirut es una manzana, el corazón no ríe y nuestro asedio es un oasis en un mundo agonizante. Haremos bailar a la plaza y casaremos a las lilas. Hemos incendiado nuestras naves y hemos colgado nuestros astros en las murallas. No hemos buscado a los antepasados en los árboles de las genealogías, no hemos viajado fuera del pan puro y de nuestra ropa de barro, no hemos enviado la fotografía de nuestros padres a las conchas de los lagos antiguos. No hemos nacido para preguntar: ¿Cómo se ha producido el paso de lo inorgánico a lo orgánico? No hemos nacido para preguntar… hemos nacido sin importar cómo y nos hemos propagado, como las hormigas por la estera, luego nos hemos transformado en caballos de tiro… Nosotros, erguidos sobre las líneas de fuego, hemos quemado nuestras naves y hemos abrazado nuestros fusiles. Despertaremos a esta tierra que se ha apoyado en nuestra sangre. La despertaremos y, de sus células, extraeremos a nuestros muertos. Lavaremos sus cabellos con nuestras lágrimas blancas, en sus manos, verteremos la leche del alma para que se despierten y les rociaremos los párpados con nuestras voces: Levantaos, seres queridos, regresad a casa, volved al viento que, de nuestros costados, ha arrancado el sur de la tierra, volved al mar que no recuerda ni a los muertos ni a los vivos. Volved de nuevo porque no hemos seguido en vano vuestras huellas. Aquí, nuestras naves se han quemado y no tenemos una tierra, salvo la vuestra, para defender sus curvas y su trigo. Os defenderemos del olvido, os protegeremos con las armas forjadas para nosotros con vuestras manos. Tejeremos para vosotros con un cráneo y con una rodilla resbalada porque no tenemos una tierra, salvo la vuestra, en la que clavar nuestros pies… Volved, que nosotros os protegeremos «aunque seamos inmolados sobre las piedras». No abandonaremos la plaza del silencio que ha igualado vuestras manos. La rescataremos y os rescataremos. Aquí, nuestras naves se han quemado y hemos acampado en el viento que, aquí, se ahoga en vosotros. Y aunque todos los ejércitos de la tierra escalen este muro humano, no abandonaremos la geografía de vuestra sangre. Aquí, nuestras naves se han quemado. De vosotros… de un brazo que jamás nos abrazará, construiremos nuestro puente en vosotros. El sol nos ha abrasado, vuestras cajas torácicas nos han ensangrentado, vuestros exilios han desgastado nuestras articulaciones «y aunque seamos inmolados sobre las piedras» no diremos «sí» porque de nuestra sangre a nuestra sangre se extienden las fronteras de la tierra. De nuestra sangre a nuestra sangre se extiende el cielo de vuestros ojos y el campo de vuestras manos. Os llamamos y el eco responde cual patria. Os llamamos y el eco responde cual cuerpo de cemento. Nosotros, erguidos sobre las líneas de fuego, proclamamos que no abandonaremos la trinchera mientras dure la noche. Beirut es para lo absoluto y nuestros ojos son para la arena. En el comienzo, no fuimos creados, en el comienzo fue el verbo y ahora, en la trinchera, aparecen los síntomas de la gestación.
Manzana en el mar, mujer de sangre amasada de arcos. ajedrez de palabras, resto del alma, llamada de socorro del rocío, luna quebrada sobre la mastaba de la noche. Beirut, amatista que grita ardiendo viva en el dorso de palomas, sueño que portaremos cuando queramos y colgaremos en nuestros cuellos. Beirut, azucena de escombros y primer beso. Panegírico de lilas. Abrigo para el mar y los muertos, techo para los astros y las jaimas, poema de piedra, encuentro de dos alondras ocultas en un pecho… Cielo amargo sentado, pensativo, en una piedra, rosa sonora, Beirut, voz decisiva entre la víctima y el sable. Y un niño, perdido en todas las tablas de las leyes y en los espejos, que se ha dormido.
(Traducción de María Luisa Prieto)
NOSOTROS AMAMOS LA VIDA (1986)
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella, bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Robamos un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y concluir este éxodo. Abrimos la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles cual hermosa mañana.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Allá donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y recogemos mártires. Soplamos en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en el polvo del camino y escribimos nuestros nombres piedra tras piedra. ¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche, ilumínala un poco.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
(Traducción de María Luis Prieto)
LA ÚLTIMA TARDE EN ESTA TIERRA (1992)
La última tarde en esta tierra cortamos nuestros días de nuestros arbustos y contamos los corazones que nos llevaremos y los que dejaremos, allí. La última tarde no nos despedimos de nada, y no encontramos tiempo para nuestro fin. Todo permanece en su estado, el lugar renueva nuestros sueños y a sus visitantes. De pronto no somos capaces de ironizar porque el lugar está preparado para acoger al vacío. Aquí, la última tarde gozamos de las montañas rodeadas de nubes. Conquista y reconquista y un tiempo antiguo que entrega a este tiempo nuevo las llaves de nuestras puertas. Entrad en nuestras casas, conquistadores, y bebed nuestro vino de nuestra sencilla moaxaja, porque nosotros somos la noche en su medianoche, y no hay alba portada por un jinete procedente de la última llamada a la oración. Nuestro té es verde y caliente, bebedlo. Nuestros pistachos son frescos, comedlos, y las camas son verdes, de madera de cedro, rendíos al sueño después de este largo asedio, y dormid sobre el plumón de nuestros sueños. Las sábanas están preparadas, los perfumes colocados en la puerta y los espejos son numerosos. Entrad para que nosotros salgamos del todo. Dentro de poco buscaremos lo que fue nuestra Historia en torno a la vuestra en los países lejanos y al final nos preguntaremos: ¿Al Andalus estuvo aquí o allí? ¿Sobre la tierra… o en el poema?
(Traducción de María Luisa Prieto)
NO DESEO DEL AMOR SINO EL COMIENZO (1992)
No deseo del amor sino el comienzo. Sobre las plazas de mi Granada las palomas remiendan el vestido de este día. En las jarras hay vino abundante para la fiesta que nos sucederá, en las canciones hay ventanas suficientes para que eclosionen las flores de granado. Dejo el jazmín en su maceta y mi pequeño corazón en la alacena de mi madre. Dejo mi sueño riendo en el agua y al alba en la miel de los higos. Dejo mi hoy y mi ayer en el pasaje hacia la plaza de la naranja donde vuelan las palomas. ¿Soy yo ese que ha descendido a tus pies para que asciendan las palabras cual luna blanca en la leche de tus noches? Golpea al aire para que yo vea, azul, la calle de mi flauta. Golpea a la tarde para que yo vea como entre tú y yo languidece este mármol. Las ventanas están vacías de los jardines de tu chal. En otro tiempo sabía mucho de ti y recogía la gardenia de tus diez dedos. En otro tiempo poseía perlas en torno a tu cuello y un nombre grabado en un anillo del que surgía la noche. No deseo del amor sino el comienzo. Las palomas han volado sobre el techo del último cielo. Han volado y volado. Quedará después de nosotros abundante vino en las jarras y un poco de tierra es suficiente para que nos encontremos y la paz arraigue.
(Traducción de María Luisa Prieto)
¿CUÁNTAS VECES TERMINARÁ LO NUESTRO? (1995)
Contempla sus días en el humo de los cigarros, mira el reloj de bolsillo: si pudiera, pausaría su sonido para aplazar la maduración de la avena. Él sale de sí mismo agotado, impaciente. El tiempo de la mies ha llegado. Las espigas son pesadas, las hoces descuidadas y el país se aleja ahora de su puerta profética. El verano del Líbano me habla de mis viñas en el Sur. El verano del Líbano me habla del más allá de la naturaleza, pero mi camino hacia Dios comienza desde una estrella en el Sur…
– ¿Me hablas, padre? – Ellos han fijado una tregua en la isla de Rodas, hijo. – ¿Y qué tenemos nosotros que ver con eso, padre? – Y se ha terminado todo. – ¿Cuántas veces terminará lo nuestro, padre? – Ya se ha terminado. Han cumplido con su deber: Han disparado con fusiles rotos contra los aviones enemigos. Hemos cumplido con nuestro deber. Nos hemos alejado de los acedaraques para no mover la gorra del jefe militar. Hemos vendido los anillos de nuestras mujeres para que cazaran pájaros, hijo.
– ¿Pero entonces, padre, nos quedaremos aquí, bajo el sauce del viento, entre los cielos y el mar? – Hijo mío, todo aquí se asemejará a algo de allí. Seremos a nuestra imagen y semejanza por las noches, y la estrella eterna de la semejanza nos consumirá.
– Padre, aligérame del peso de tus palabras. – He dejado las ventanas abiertas al arrullo de las palomas, he dejado mi rostro en el brocal del pozo, he dejado a las palabras charlando a su antojo, colgadas en el armario, he dejado a la oscuridad en su noche, envuelta en la lana de mi espera, he dejado a las nubes tendiendo sus zaragüelles en la higuera, he dejado al sueño engendrando al sueño y he dejado a la paz sola, allí en la tierra… – ¿Estabas soñando en mi vigilia, padre? – Levántate. Regresaremos, hijo mío.
(Traducción de María Luisa Prieto)
DE UN CIELO A OTRO SEMEJANTE PASAN LOS SOÑADORES (1995)
Dejamos nuestra infancia a la mariposa cuando dejamos un poco de aceite en los peldaños, pero olvidamos saludar a nuestra hierbabuena, olvidamos saludar furtivamente a nuestro mañana tras nosotros. La tinta del mediodía sería blanca si no estuviera el libro de la mariposa en torno nuestro.
Mariposa, fiel a ti misma, sé como quieras, antes y después de mi nostalgia. Deja que sea tu ala y que mi locura viva conmigo cálida. Mariposa, madre de ti misma, no me abandones a la suerte que me destinan. No me abandones.
De un cielo a otro semejante, pasan los soñadores, séquito de la mariposa, portando espejos de agua. Nosotros podemos ser como anhelamos. De un cielo a otro semejante pasan los soñadores.
La mariposa teje con la aguja de luz los atavíos de su comedia. La mariposa nace de sí misma y danza en el fuego de su tragedia.
Mitad Fénix. Lo que le ha rozado nos roza. Una semejanza agazapada entre luz y fuego, entre dos caminos. No. Nuestro amor no es descuido ni sabiduría. Siempre así, así… así. De un cielo a otro semejante pasan los soñadores.
La mariposa es agua que ansía volar. Se escapa del sudor de las muchachas y crece en la nube de los recuerdos. La mariposa no declama el poema, es tan ligera que rompe las palabras como rompen los sueños los soñadores.
Que esté. Que nuestro mañana esté con nosotros y también nuestro pasado. Que nuestro hoy esté presente en el banquete de este día, preparado para la fiesta de la mariposa. Y los soñadores pasan sanos y salvos de un cielo a otro semejante.
De un cielo a otro semejante, pasan los soñadores.
(Traducción de María Luisa Prieto)
SIN EXILIO, ¿QUIÉN SOY? (1999)
Extranjero a orillas del río, como al río… me ata a tu nombre el agua. Nada me devuelve de mi lejanía a mi palmera: ni la paz ni la guerra. Nada me incorpora a los Evangelios. Nada… Nada brilla mientras sube y baja la marea entre el Tigris y el Nilo. Nada me apea del bajel de Faraón. Nada me tiene o hace que yo tenga una idea: ni la nostalgia ni la promesa. ¿Qué haré? ¿Qué haré sin exilio, sin una larga noche que escrute el agua?
Me ata a tu nombre el agua… Nada me lleva de las mariposas de mi sueño a mi realidad: ni el polvo ni el fuego. ¿Qué haré sin la rosa de Samarcanda? ¿Qué haré en una plaza que bruñe a los rapsodas con piedras lunares? Tú y yo nos hemos vuelto tan ligeros como nuestros hogares a merced de los vientos lejanos. Hemos trabado amistad con los raros seres que habitan las nubes… Nos hemos liberado del peso de la tierra de la identidad. ¿Qué haremos… qué sin exilio, sin una larga noche que escrute el agua?
Me ata a tu nombre el agua… Sólo tú quedas de mí, sólo yo de ti, un extranjero que acaricia el muslo de su extranjera: Oh extranjera, ¿qué vamos a fabricar en esta calma que apuramos… en esta siesta entre dos mitos? Nada nos tiene: ni el camino ni la casa. ¿Fue este camino así desde el principio, o acaso nuestros sueños hallaron una yegua de los mongoles sobre la colina y nos sustituyeron? ¿Qué haré? ¿Qué sin exilio?
(Traducción de Luz Gómez García)
TENGO LA SABIDURÍA DEL CONDENADO A MUERTE (2003)
Tengo la sabiduría del condenado a muerte: No tengo cosas que me posean. He escrito mi testamento con mi sangre: “¡Confiad en el agua, moradores de mis canciones!”. He dormido ensangrentado y coronado con mi mañana… He soñado que el corazón de la tierra era mayor que Su mapa Y más claro que sus espejos y mi cadalso. He creído que una nube blanca me Ascendía, Como si yo fuera una abubilla con el viento por alas. Y al alba, la llamada del sereno Me despierta de mi sueño y de mi lenguaje: Vivirás en otro cadáver. Modifica tu último testamento. Se ha retrasado la fecha de la segunda ejecución. ¿Hasta cuándo?, pregunto. Esperaré a que mueras más. No tengo cosas que me posean, respondo, He escrito mi testamento con mi sangre:
“¡Confiad en el agua, moradores de mis canciones!” Y yo, aunque fuera el último, Encontraría las palabras suficientes… Cada poema es un cuadro. Pintaré ahora para las golondrinas El mapa de la primavera, para los que pasan por la acera, el azufaifo y para las mujeres el lapislázuli… El camino me llevará Y yo le llevaré a hombros Hasta que las cosas recobren su imagen Verdadera, Luego oiré lo genuino: Cada poema es una madre Que busca a su hijo en las nubes, Cerca del pozo de agua. “Hijo, te daré el relevo. Estoy encinta”. Cada poema es un sueño. He soñado que soñaba. Me llevará y le llevaré Hasta que escriba la última línea En el mármol de la tumba: “Me he dormido para volar”. Y llevaré al Mesías zapatos de invierno Para que camine como los demás Desde lo alto de la montaña hasta el lago.
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.
Autor: Jaime Sabines
Declamador: Mario H. Russo
Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; 25 de marzo de 1926 – Ciudad de México; 19 de marzo de 1999) fue poeta y político mexicano.
Sus primeros pasos por la poesía fueron «Instrospección», «A mi madre», «Siento que te pierdo» y «Primaveral», los anteriores fueron publicados en el periódico El Estudiante, una publicación de las sociedades estudiantiles de la Escuela Normal y de la Preparatoria de Tuxtla Gutiérrez.
Regalo para La Poetisa Peruana Fanny Jem Wong con motivo del dia 14 de Febrero.
Tu Nombre
Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.
En delicioso frenesí,
mójate la cara,
lávate el cabello,
colmate la boca ,
ahógate sin despegar el rostro
de la húmeda hendidura
Y bébete…. Bébete
hasta la última gota
antes que mi resplandor se extinga.
¡Levántate Lázaro! por Fanny Jem Wong
¡Levántate Lázaro!
Tu voz ya no es ausencia,
ni tu rostro amorfo grito
eres el eje desquiciado
de los torrentes de mi centro.
Vuelen locas las blancas aspas
apuntando hacia el cielo
y sean tus fuertes manos
las que desgarren la piel
de mis últimos trajes de niña.
Compláceme una y otra vez,
haciendo ladrar
enfebrecido al tiempo,
convirtiendo el beso esperado
en ansias y deseos líquidos.
¡ Liba!…Liba frenético la fruta
vaciándole la pulpa,
arrancándole de golpe las pieles,
atravesándome de amor
hasta que arda como ascua.
Sea tu lengua violenta espada
en pozo profundo
entre coronas y espigas
bañadas de mieles.
Conjura así los ancestrales vientos
y atado eternamente a la entraña
escucha el aullido vigoroso
de nuestros mares de recuerdos.
En prolongado vaivén
recorre enceguecido el vientre azul,
desángrate en la penumbra,
escala la hiedra silenciosa,
trágate la azulada nuez
e incrústate en la palpitante herida.
Enredado entre las ramas
de tus bosques de almendros,
sé al fin dueño y esclavo
del sendero ,de la grama
y de la blanca aurora.
Deslizándote entre rasos calientes
y húmedas almohadas
¡Levántate Lázaro!
No decaigas en la vereda.
¡Ven! Ven a mí dispuesto
que la muerte está gritando
avergonzada de salida.
En delicioso frenesí,
mójate la cara,
lávate el cabello,
colmate la boca ,
ahógate sin despegar el rostro
de la húmeda hendidura
Y bébete…. Bébete
hasta la última gota
antes que mi resplandor se extinga.
«Te amo, y suenan los arpegios de tu voz y surgen desde la arena, asfixiada de éxtasis, veletas de ébanos rosados, que son bajeles etéreos en el océano de tu piel y de mis sueños. Libero plenilunios que mutilan la noche y subo a tu hombro mi aliento de ceniza Avanzo entre hachearles de infortunios por la in cordura sutil de tus suspiros y es un conjuro de hierbas el jardín de tu horizonte por donde muerde el sol tu cintura sudada y presurosa. Hoy te amo, cabalgando en un rectángulo mudo desde las crines sedosas de tus talle y es un coro perenne e implacable tu clamor ante el eclipse ¡Corazón Salvaje! Bebo en tu vertiente la savia de tu ombligo y emerjo hacia tus ojos para descubrir mi delirio en los montes de tu selva Te amo, y el muro oculta su lepra de musgos y los borrachos del mapa zigzaguean por los fronteras del derrumbe, donde ya nada impide el exilio hasta sus senos, y nada bloquea mi éxodo de labios al borde interminable de tu abismo.»
Hécate, Ars Poetica. Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría de la Poesía -/- Εκάτη, Ars Poetica. Διεθνής Επιθεώρηση Ποίησης, Διηγήματος και Θεωρίας της Ποίησης
A site where to find various information and resources on evaluation, public policy and evaluating public policies. / Un portal donde encontrar información variada y recursos sobre evaluación, políticas públicas y evaluación de políticas públicas.
El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo. (Franz Kafka)
Leituras da prosa, poesia e teatro de David Haize (R. Roldan-Roldan). O site http://roldan.vilabol.uol.com.br deixou de existir. Seus textos serão movidos para este blog, veja ao fim do menu à direita.
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