La campana Catalina, con su badajo de viento suspende tu sentimiento con la hondura más genuina. Penetrante en la neblina, trae la aurora del día, a la quietud desafía, ulula en lo más fresco. Tu tañido lo merezco, Catalina, mi porfía.
Ediciones Copé ha publicado la Obra “El microrrelato peruano. Antología general” bajo la selección, prólogo y notas del Dr. Ricardo González Vigil.#FILLima2022.
En este sentido, los invitamos a participar de la presentación del libro que se realizará el miércoles 27 de julio a las 3:00 pm. en la Feria Internacional del Libro de Lima 2022- Auditorio Laura Riesco. Sito en el “Parque Los Próceres de la Independencia” ubicado en la Av. Salaverry cuadra 16 – Jesús María.
FANNY JEM WONG Y MARCO MARTOS CARRRERA , POETA PERUANOS
Marco Martos Llegar a Praga
Marco Martos poema Llegar a Praga
Mi padre soñaba con Europa y África
en su mente prodigiosa. Hablaba
con precisión que parecía fotográfica
de la batalla de las Termópilas,
de Jerjes, furioso después del combate
de Salamina, de los desbordes del río Nilo
que ayudaron a fijar el calendario egipcio,
de Julio César en las Galias, aclamado por su tropa,
de Napoleón combatiendo en las pirámides,
de Marx y Engels bajo las neblinas de Londres,
de Churchill, Roosevelt y Stalin en la conferencia de Yalta.
Prefería a Homero, a Platón, Aristóteles, a los trágicos.
Viajó por todo el Perú, por Colombia.
No fue más lejos. Me tocó cumplir alguno de sus sueños:
París, Madrid, Berlín, Moscú, la muy hermosa.
Pero Nausícaa ha ido más lejos, lagos escondidos
en el centro de la Europa, Budapest, Praga, la ciudad diamante.
Hoy ocho de junio, están en Praga, buscando
los pasos de Kafka, Alejandro y Lucía, y los abrazo.
CASA MISTERIOSA DE MARCO MARTOS
Padre Sigmund Freud Para Max Hernández por Marco Martos
Padre Sigmund FreudPara Max Hernández
Tú eres nuestro padre, Sigmund Freud y habitas el inconsciente,
el enorme espacio oscuro que guía nuestras vidas,
por encima de nuestras voluntades, pero no de nuestros deseos
que se abren paso en todos los laberintos.
Eres el hombre del diván y de los buenos modales,
hiciste sin embargo lo indebido, lo políticamente incorrecto,
te encantó el tabaco, esa manía que te ofreció la vida
y te produjo grandes sufrimientos, y también osaste probar cocaína,
y creías, hombre ingenuo, que podía dar color al rostro de tu novia.
Querías que tus hijos fuesen solidarios contigo, lo cual es justo,
pero como no los dejabas pensar a su modo, uno a uno se fueron yendo,
Karl Jung, Alfred Adler, y tantos otros. Solo se quedaron
los domesticados y Ana que te quería tanto.
Pero fuiste un gigante, como Darwin, como Marx, un atrevido,
y por eso te queremos como niños, esos perversos polimorfos.
Ocas
Cuneiforme de Marco Martos
Recuento por Marco Martos
Recuento por Marco Martos
Escribir, lo único que la separa de la locura.
Los afectos van y vienen del mar a la montaña,
suben en espiral desde los pies cálidos,
se demoran lo que deben en el estómago,
suben a la cabeza fría y salen rugiendo
como lava del corazón ardiente.
Llegan a la página en blanco y dejan
su definitiva hermosura en la mente de millones
que la lean en todos los puntos de la tierra.
En mis sueños persistentes, llevo un lapicero
a la tumba de Margarita Duras, en París,
para que siga escribiendo más allá de la muerte.
Poema del libro «Margarita de Saigón»
Casa de las tablillas de Marco Martos Carrera
El árbol de la dialéctica por Marco Martos
El árbol de la dialéctica por Marco Martos
El árbol de la dialéctica hunde sus raíces en la tierra
y así crece orondo lanzándose a la luz.
El tronco depende de donde crece,
de los minúsculos surcos, de los insectos, del viento,
y a lo lejos, de la azul inmensidad.
Las ramas tienen que ver con la tierra,
organizan la savia y sus hojas para que aparezca
nen el aire las flores más hermosas y delicadas.
¡Y los frutos! Son tan diversos y lozanos
que pocos piensan en sus raíces porque no las ven.
Parecen en el aire números, poemas,
misterios de la genética, toda la sabiduría
biológica lista como los pájaros para volar.
Así se explica el misterio de la Vía Láctea
y se intuye la eternidad.
Το δέντρο της διαλεκτικής
Το δέντρο της διαλεκτικής βυθίζει τις ρίζες του στη γη
κι έτσι μεγαλώνει υπερήφανο καθώς υψώνεται προς το φως.
Ο κορμός εξαρτάται από το μέρος όπου μεγαλώνει,
από τις μικροσκοπικές χαραγματιές, από τα κουνούπια, από τον αγέρα,
κι από κει μακριά, από τη γαλάζια απεραντοσύνη.
Τα κλαδιά έχουν να κάνουν με το χώμα,
οργανώνουν την ικμάδα και τα φύλλα τους για να προβάλλουν
στον αέρα τα πιο όμορφα και θελκτικά λουλούδια.
Και οι καρποί! Είναι τόσο εύρωστοι και διαφορετικοί
που λίγοι σκέφτονται τις ρίζες τους γιατί δεν τις βλέπουν.
Μοιάζουν μες στον αέρα με αριθμούς, με ποιήματα,
με μυστήρια της γενετικής, κι όλη η βιολογική
σοφία είναι έτοιμη όπως τα πουλιά για να πετάξει.
Έτσι εξηγείται το μυστήριο του Γαλαξία
και υπονοείται η αιωνιότητα.
Como un pájaro plateado de Marco Martos Carrera
Hechicera por Marco Martos
Hechicera por Marco Martos
Voy al fondo del bar y pido una copa de vino tinto.
En el otro extremo, entre brumas, adivino las formas
de Paul Verlaine que bebe paladeando lentamente
un ajenjo más verde que las aguas del verano del mar.
Esteban Mallarmé está en la entrada, mira las luces
insolentes de la noche y mueve la cucharita de su café.
Entra una mujer de desconsolada belleza
y murmura palabras a cada uno de los bebedores.
Y varios se levantan, poco a poco, atemorizados.
A dos polizontes les dice, tú eres Tauro, tú eres Piscis,
y ellos desaparecen temiendo un vaticinio mortal.
A Verlaine le musita, te tocó la desdicha, la soledad,
y escuchar como música las gotas de la lluvia
sobre los tejados en el otoño de Paris.
A Mallarmé lo reconviene, excepto la poesía,
nada de lo que haces te hace feliz,
no te agrada ser profesor, tampoco esposo ejemplar,
tus buenos modales te hacen desdichado,
y hay niño que llora en tu amanecer.
Es magnífico lo que escribes, ¿quién lo leerá?
La estancia va quedando vacía. Solo van quedando
la misteriosa hechicera y mi desesperación.
Guatemala por Marco Martos Carrera
Sobre la bruja
Siempre me interesaron las brujas. Me atraía su mala prensa en el léxico cotidiano, su misterio. Cuando estudié un poco de historia me hice partidario de las brujas, supe que son en el fondo curanderas, médicas ambulantes en cientos de sociedades, combatidas ferozmente, precisamente por eso. Les faltan, claro, los títulos profesionales. La época medieval da clara noticia de estos hechos y Arthur Miller lo ha dicho magníficamente en su obra de teatro “Las brujas de Salem”. En 2019 publiqué en mi libro “Piura, espejismo de eternidad”, mi poema “Bruja” que más abajo transcribo. Ahora he hallado otro escrito que es del milenio pasado, que escribí en un papel de la revista “El zorro de abajo”, hacia 1987, y que no ha sido recogido en libro. El poema se llama “Chamico para la bruja”. De alguna manera los textos se parecen, pero cada uno tiene su propia fascinación.
Brujapor Marco Martos
Brujapor Marco Martos
La bruja que conozco, la que admiro,
hace magias para que alcance el dinero,
inventa conjuros contra la ignominia,
maneja mejunjes y emplastos para sanar heridas,
vuela para ayudar a los misérrimos,
corre a reparar injusticias.
Conversa con las plantas y los animales
y utiliza la telepatía para querer a los suyos,
Su intuición resuelve todo lo difícil,
me hechiza con su risa y su dulzura.
Es lo mejor del mundo, me fascina,
hace conmigo lo que quiere, como buena bruja.
Chamico para la bruja
He atisbado a la bruja por los visillos,
tratando de explicarme su encanto y su gracia.
La he visto haciendo pócimas sencillas
en bien de su gente y su casa,
menjunjes, pero dulzuras,
hechizos favorables para el bien, no para el daño,
aunque con su peine y su risa me ha hecho
un embrujo de amor que me tiene
loco atisbándola por los visillos,
tratando de explicarme su encanto y su gracia,
o escribiéndole líneas que acaso le sirvan
para curarme la herida de amor que me causa.
La casa de Hielo Por Marco Martos
La entraña del lenguaje, escribe Marco Valerio Probo.
La entraña del lenguaje, escribe Marco Valerio Probo.
¡Balumba de luces! eso son las palabras.
Escribo mis poemas sobre la entraña del lenguaje,
el misterio del vocablo rosa
que no contiene aquello que evoca.
Danzan las palabras solas en el aire,
en los planetas lejanos, en las constelaciones,
lejos de la tierra, y escribo un texto
de significados neutros, zarabanda de lástimas,
quejidos de la aurora, debajo, en los fondos del mar,
se mueven los peces, y el ojo en la superficie
ve fantasmas que pululan y el sol arriba,
como una bola de luz, se hunde
en las cálidas aguas de la noche.
Todo acaba, salvo las palabras
que se quedan solas danzando en las estrellas,
lejos de los hombres y las mujeres,
en sus amores tiernos y sus cóleras sagradas.
Nadie las dice y ellas hablan,
el universo entero está hecho de palabras.
Oro No por Marco Martos Carrera
Dactílico en homenaje a Vicente Huidobro
Dactílico en homenaje a Vicente Huidobro
Dátira chúpero récolo pércolo,
lúcera,tuércala,répoba,dácala,
cártiga,bácali, póntera, mártala.
Désmola, jáquira, málcala, mórcolo.
Puéntago, tíntico, témpalo, ríscolo,
Cértigo,césaro, píncalo, récala,
mórtico, fílaca, púrpuca, máfala
llácale,dótica, lénteca, póscolo.
Díctaca, fécuca, nístera, mórcali,
Jílili, réscole,mértale,mágneto,
chócata, chímupi, réstone, pérmeto
énsate, pálcala, dírpete, néstali.
píncalo, bácaro, gápelo, trúcape,
cóstumo, púlico, désmono, cóncape.
Amanecer por Marco Martos Carrera
Oh Dioses de Marco Martos : Para Bruno Rosario Candelier
Oh Dioses de Marco Martos : Para Bruno Rosario Candelier
Oh Dioses del Olimpo, Oh Deidad de los cristianos,
Oh Buda, Oh mares de la infancia, Oh sol querido,
denme soltura en lo que escribo en mi canto afilado,
serenidad en cada verso y a veces algo áspero,
que mis palabras sean claras, que lleguen sobrias
al corazón de hombres y mujeres, que estén
siempre contra las guerras, que prevalezcan
sus afectos por los niños, las plantas y animales.
En «El mar de las tinieblas» , 1999 por Marco Martos Carrera
Ir y venir por Marco Martos
Ir y venir por Marco Martos
Vuelan sobre el lago los gansos salvajes,
pueblan un rato los verdes islotes
antes de perderse en el horizonte,
con las alas desplegadas, camino del sur.
¿Qué encuentran en ese lugar misterioso?
Si tanto aman aquello que buscan
¿por qué retornan sigilosos a nuestros lares?
Graznan cada verano en nuestros campos de trigo,
luego se difuminan en las blancas nubes,
en el azul absoluto, camino del sur.
Estoy orgulloso de ti poesía Porque usted responde mis peticiones Y nunca me dejas en la oscuridad. MARCO MARTOS
Perú por Marco Martos Carrera
Mar y viñedos por Marco Martos
Mar y viñedos por Marco Martos
Muñones de verde sobre la plata de las aguas,
un diluirse en lo líquido alrededor de la barca
que, inmóvil, parece que bailara.
Es oscuro el embarcadero de piedra.
Recuerda las montañas de la infancia,
la ingrávida sensación de la libertad soñada.
En «Vespertilio», por Marco Martos
España melancólicapor Marco Martos
Amo a España melancólica, a sus tristes resplandores,
No a Pizarro despiadado ni a Cortés y sus secuaces,
Amo a sus letras prodigiosas, las de Manrique, las de Quevedo,
Amo a la mezquita de Córdoba donde yace el Inca Garcilaso,
A la pequeña ciudad de Montilla donde Gómez Suárez de Figueroa
Tenía palique cada noche con Miguel de Cervantes Saavedra,
Pues eran los más ilustrados de ese dichoso pueblo,
Donde corre el vino blanco que llaman fino
Por múltiples razones, y se sirven aceitunas deleitosas.
Amo a Ronda, plácida en sus castillos, donde Rainer María Rilke
Pasó un invierno escribe que te escribe, sin cansarse.
Me encanta Burgos, la ciudad de Ruy Díaz de Vivar,
El campeador insigne, con quien comienza cierta historia,
Y San Millán de la Cogolla, donde hay unas letras misteriosas,
Las primeras del antiguo castellano, y las hay vascas también,
Aunque esto se sabe poco o no conviene que se diga,
Pero la poesía es atrevida y abre puertas y ventanas,
Deja que el aire circule, y por supuesto, las verdades y palabras.
Disfruto de Madrid y paseo por sus calles, aquí estuvo César Vallejo,
Aquí Pío Baroja, y Ramón del Valle Inclán, mi maestro de la prosa.
Lo que más me gusta de todo es el acueducto romano de Segovia,
Esa pequeña maravilla en lo alto de los pilares, con agua circulando
Veinte siglos, como si el tiempo fuera eterno y no hubiera muerte
Ni en la Roma de César, ni en la Hispania que habla latín como algo propio.
Marco Martos.
Aparecido El «El Peruano» 23.04.2022.
Marco Martos: Los peruanos debemos sentirnos orgullosos de la forma en la que hablamos
En el Día del Idioma que se celebra este 23 de abril, señala que el aporte de dos poderosas lenguas como el quechua y el aymara, e incluso de las lenguas de la selva, enriquecen nuestro vocabulario.
23/04/2022 El Día del Idioma representa una celebración simbólica porque se hace en torno al nombre de Cervantes cuyo aniversario es el 23 de abril, pero también en recordación de otros escritores que fallecen alrededor de la fecha. En el caso nuestro, del Inca Garcilaso de la Vega y también de William Shakespeare, afirma el presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Marco Martos Carrera.
Martos, quien es reconocido como una de las voces más representativas de la llamada Generación del 60, afirma que el idioma español apareció más o menos en el siglo décimo y se ha convertido, con el paso de los siglos, en uno de los idiomas con la mayor cantidad de hablantes en el mundo; aproximadamente unos 500 millones.
Asegura que el español tiene la ventaja de ser la lengua franca de muchas naciones; es la más difundida, y los países que lo hablan se han agrupado en lo que se llama en términos académicos, la Asociación de Academias de la Lengua Española -ASALE- a la que está asociada la Academia Peruana de la Lengua que preside y que es la defensora de la manera de hablar de los peruanos, la lengua común.
Señala que es muy importante lo que organiza ASALE, los que hacen también las academias, respecto a diccionarios, a la difusión de la lengua del español en todas partes del mundo.
Martos, quien fue distinguido por el Ministerio de Cultura como Personalidad Meritoria de la Cultura, en reconocimiento por ser uno de nuestros más importantes escritores, sostiene que los peruanos debemos sentirnos orgullosos de la forma en la que hablamos. «Yo me siento orgulloso de hablar como un peruano en cualquier parte y a defender mi derecho a hablar como nosotros lo hacemos. Eso hacía Ricardo Palma».
El intelectual piurano recuerda que el principal defensor en términos históricos, de la manera de hablar de los peruanos el español, es Ricardo Palma, que justamente es el fundador de la Academia Peruana de la Lengua y quien, frente a cuestiones un poco arcaicas de los académicos españoles, tuvo enfrentamientos con ellos en 1892. La paradoja, señala, es que actualmente el retrato de Ricardo Palma preside la Asociación de Academias de la Lengua Española en la oficina del secretario general.
Para él, eso quiere decir que se ha progresado mucho en los países, y en España también, respecto al derecho de usar las variantes de la lengua que funcionan en cada país.
«No es que haya un lenguaje americano o peruano opuesto al español. En cada hablante, en cada uno de nosotros de los que hablamos español, se da la lengua general y las características particulares de cada país. Eso permite por ejemplo a un peruano ir a España o a México y entenderse con la gente porque tiene una base de lengua general que pertenece a todos y eso incluye más o menos al 90% de los vocablos que son comunes. La sintaxis es exactamente la misma, lo que varía es un 10% que corresponde a la forma de hablar propia de cada país, pero las palabras viajan y poco a poco se van haciendo conocidas», enfatiza.
En el Perú, menciona, nuestros futbolistas «entran a la cancha», que es una palabra quechua, pero se ha impuesto a lo largo y ancho de todos los lugares donde se habla español y ha sustituido a la palabra original que es campo de juego. «Así, hay muchas otras palabras que provienen del quechua y que se han incorporado al español de hablantes españoles, no quechuas».
Martos hace la precisión de que en el Perú tenemos 40 lenguas en la selva, además del quechua y el aimara que son dos potentes lenguas que se influyen recíprocamente e influyen sobre el español. Menciona también el mochica, que, si bien ha desaparecido, asegura que se está estudiando nuevamente y podría ser reivindicado por lo menos en los lugares donde se hablaba. «Eso podría ocurrir en el futuro si es que los gobiernos lo deciden», señala.
La jerga peruana
Si bien Martos insiste en que debemos sentirnos orgullosos de la forma en la que hablamos, aclara que existen niveles de la lengua dentro de una misma comunidad. Hay una lengua estándar que es la que usamos siempre, pero hay otras particulares que es el argot o la jerga.
Trae a la memoria un viejo comercial de televisión donde se ve a un cliente en un bar que le dice al camarero: «Mozo, donde queda el ñoba, y el camarero le responde: de fresa, alfonso». Sonríe, afirma que eso es castellano del Perú, lengua popular del Perú y que la podemos usar en ese contexto, pero de ninguna manera en un salón donde vamos a dar una conferencia, por ejemplo.
Alude a una metáfora de Umberto Ecco cuando afirma que la lengua es como la ropa, es decir que nos podemos vestir como queramos, pero no podemos ir con ella a cualquier sitio. «Si voy a dictar una conferencia en sandalias y pantalón de baño no me dejan entrar. Mi libertad tiene que ver con la circunstancia social en la que ejerzo mi libertad; eso vale también para la lengua».
«Podemos hablar como peruanos en cualquier parte, el Perú también tiene su lengua estándar que es la que usamos habitualmente, pero en circunstancias familiares, en el barrio, podemos usar una lengua distinta, cambian, o aparecen algunos términos, y anota que la jerga del pasado es ahora palabra cotidiana y muchos conocen su significado.
Lenguaje inclusivo
Respecto al lenguaje inclusivo que se busca imponer actualmente, Martos señala que no está de acuerdo porque el lenguaje tiende a ser sintético, y al utilizarlo de esa manera, contradice este principio, es decir que funciona de manera sintética. «Ahí se está confundiendo sexo, reivindicaciones de grupos marginales, con el uso de la lengua. La lengua, inevitablemente durante siglos ha sido patriarcal, pero talvez en el futuro no lo sea», sostiene.
Reconoce, empero, que el uso al final se impone, y este ha impuesto que se diga ahora presidenta, jueza, médica, abogada. «Esos son espacios que se van ganando, pero no se gana por la fuerza ni atacando a los que no quieren hablar así. Entonces, esa especie de retroceso que ha tenido el lenguaje inclusivo es porque se trata desde escritorios de ministerios y de instituciones, pero en el Perú no se ha impuesto, es más, hasta diría que está en retroceso, porque viene digitado».
«En el lenguaje nada se puede obligar porque la gente habla como quiere».
Respecto a las formas cómo se escribe en las redes sociales, en las que los asteriscos, equis y arrobas, reemplazan a las letras, el poeta considera que son tendencias que vienen «desde el alfabeto fenicio, en el que no se representaban los sonidos vocales, y entonces había que adivinarlos. Eso es lo que está ocurriendo con esta simbología. «No hay porque asustarse, los símbolos también cambian. Por ejemplo, en el lenguaje de redes, el corazón rojo ya no implica amor necesariamente, sino un simple «me caes bien». Esto no amenaza al idioma de ninguna manera. No lo ha hecho en milenios», enfatiza.
Otro detalle de lo que ocurre en la actualidad y que antes no era usual, es por ejemplo que los médicos, para dar confianza al paciente, lo tutean. Señala que eso lo ha experimentado personalmente. También se da el caso del tuteo en una sola dirección, la que ocurre con los maestros que tutean al estudiante, pero no a la inversa. En San Marcos no se ve, precisa, pero en la Católica sí.
Y en ese ámbito, como docente en esencia, Martos señala que están llegando a la universidad jóvenes con menor vocabulario que en el pasado; entonces los cursos en las universidades privadas más que en las nacionales, «están apuntando a reforzar el vocabulario con lecturas, con intervenciones orales, que la clase no sea un monólogo de los profesores, sino que todos intervengan, eso es algo muy positivo».
¿La procacidad en el lenguaje? Martos asegura que, para muchos, incluyendo a las mujeres, son los primeros tiempos de libertad. Afirma sin embargo que la procacidad, provenga de hombres o mujeres, tiene un lugar en la lengua, y eso no se puede negar.
El trabajo académico
Martos es claro cuando dice que la divulgación correcta de la lengua, su protección y el enseñar el respeto por nuestro idioma, es una tarea que no se debe dejar a pesar de estas modas. Señala que desde la institución que preside procuran llegar de manera indirecta a mucha gente, por ejemplo, dando cursos a profesores de ugeles. «Eso se hace todo el año y no nos abastecemos de tantos pedidos que hay, especialmente desde provincias y nuestra página web (acota que proviene del inglés) está abierta para cualquier duda».
Martos considera que el libre acceso a libros puede contribuir a mejorar el habla y la escritura de las personas. «Lo hace la Biblioteca Nacional con muchos de sus libros, también el Ministerio de Educación. En ese sentido, asegura que la Academia Peruana de la Lengua, que es una institución pequeña, con poco dinero, está empezando a subir libros que se pueden consultar en su página electrónica libremente».
Recuerda que, en el 2016, la academia hizo un diccionario de peruanismos que se está poniendo al día y en pocos meses, posiblemente en julio, estará colgado en la red para la consulta gratuita de todos. «Tenemos el diccionario básico de español, el diccionario de la Lengua que lo hace la asociación de academias, el diccionario de americanismos que está subido en la red y DiPeru. Diccionario de peruanismos».
Muestra su optimismo por el futuro: «A pesar de las circunstancias difíciles, el porvenir es bueno para la difusión de las lenguas en el Perú, las nuestras y las lenguas extranjeras a las que hay que ponerles atención, y el caso más importante, es el interés académico por el idioma mochica desaparecido en 1920. Nosotros hemos publicado el diccionario mochica y también hay trabajos sobre el tema. Ahora mismo, acota, en la zona de Lambayeque hay un interés por usar el mochica por lo menos ceremonialmente, y en las universidades de San Marcos y Católica hay estudiosos del mochica y las otras lenguas.
MARCO MARTOS CARRERA , ESCRITOR PERUANO
«…Quien sepa hablar bien, escuchar con atención, escribir con propiedad y leer con atención , con toda seguridad, sabrá abrirse paso en la vida con mucha habilidad…»Marco Martos
Del libro «Defensa India del rey»
Mare Nostrum
I
Los espacios y la gente
Mediterráneo
En el Mediterráneo hay tres puertos seguros: Cartagena, junio y julio. Cuando llegue el invierno y se desaten todos los vientos no lleves a tu barca a navegar en el mar color vino. Ponla entre las piedras, guarda tus aparejos. ¡Que las tormentas pasen a lo lejos! Cuando el plomo del cielo y el plomo de las aguas se abracen, descansa en tierra, arrebújate en tus ansias, deja que los hielos desaparezcan en el turbión de los días, espera el añil del verano, los colores pálidos de las flores, lánzate a la aventura, en línea recta, proa a lo desconocido, así conocerás, por fin, como en tus sueños, el mismo paraíso o el infierno.
Los cananeos
Un collar de puertos adornan las colinas. Abajo el mar, el leve mar con sus ansias. Penínsulas, casas blancas, y un manantial de agua potable en el centro de lo salado, inagotable y sagrado, un Dios. Y ese molusco de los reyes, el múrice, que tiñe a las lanas de púrpura, de rosado y violeta a las lanas que van a Egipto, a todo el Levante, el Mar Rojo, el océano Índico; barcos que viven llevando cerámicas azules, vidrios de todos los colores y el betún magnífico del Mar Muerto para calafatear los barcos y más tarde los techos de las casas de Cartago. ¡Y el alfabeto! Esos magníficos garabatos que atraviesan los siglos y usas todavía cuando escribes.
Los frutos de oro
Casi besando el mar, las sedientas lenguas del desierto y ¡cuántos huertos! Arbustos verde oscuro con sus frutos de oro: naranjas, limones, mandarinas, que han venido en caravanas árabes desde el corazón del oriente. Y cactus, ágaves, nopales, tomates y maíz de México, sábila y papa del Perú, pimiento de Guyana, berenjena de la India y camellos en caravana con pimienta, sedas de la China, el marfil, la plata, las piedras preciosas y el agua dulce en botijas, más preciosa que todos los tesoros del mundo. Inacabable el arroz, milagro de los árabes, y el durazno de Catay, de Bagdad, mieles que codicia tu boca.
Mare Nostrum
En estas aguas pululan los espíritus en un presente eterno. Está Odiseo retornando a Ítaca en medio de vinosas mareas y tempestades. Está Julio César, en su barca, en la desembocadura del Nilo, esperando que las sombras traigan el fino talle y el espíritu Cleopatra. Está Octavio Augusto mandando desde Roma La Eneida de Virgilio e imponiendo su Pax Romana. Está Jesús predicando en Galilela, rodeado de sus discípulos. Están los pontífices católicos, con sus iglesias barrocas, conservando en la palabra el imperio de Carlos V. Y está la otra cara de la moneda: el islam que viene de Abraham y de Mahoma y hace de La Meca una segunda Roma. Y está Constantino dando continuidad a la civilización griega. Poco ha cambiado en el reloj de la historia. Las religiones del libro siguen ahí con sus combates. Pero la palabras vuelan sin papiros ni pergaminos en boca de todos los hombres.
Amores y odios
Solo el odio prevalece en el Mare Nostrum. El griego odia al persa y el persa lo mira desdeñoso. Con sangre y lanzas Augusto impone su pax romana. Debajo , los odios siguen burbujeando. Odia el romano al cartaginés, al fenicio, y recibe odio con la misma fuerza. Los islámicos ocupan España y son expulsados, después de siete siglos, para siempre. Dejan sus magníficas mezquitas, nombres de pueblos y nombres de las personas. Con los judíos pasa lo mismo y se cambian los apellidos: se convierten en Flores, Calvo, Oreja, Barriga. Los cristianos hacen las cruzadas y tratan de recuperar sus sagrados lugares. Constantinopla aparentemente no tuvo odios ni cruzadas. Ahora se llama Estambul, tomada por sus antagonistas. Acumula saberes el Mare Nostrum, en todo orden de cosas, en las ciencias básicas y en las ciencias humanas ,y bellezas sin par que anonadan como la mezquita de Córdoba, chorro de luz y oro manejado por manos de orífices.
Ager y saltus
Los romanos llamaban ager al campo y saltus al monte, a la selva, al desfiladero. De un lado, los cultivos y de otro la mezcla de árboles y hierba magra. Parcelas de ager descansaban algunas temporadas y el saltus a veces movía sus fronteras según la voluntad del clima. ¿Dónde vivir? Los humanos huyen de las soledades, prefieren las aglomeraciones, desde las aldeas hasta las metrópolis, y Roma era la más orgullosa. No era solamente el número de pobladores, importaban la historia, los monumentos, la administración, la política. El más humilde poblado quería parecerse a la capital, como ahora mismo. Agua y sol son indispensables y entonces lo eran. También las rutas por mar y tierra, la circulación de bienes y personas. ¡Qué importantes los puertos, los vados! Los romanos repetían, en los lugares que fundaban, campamentos militares, calles rectas, foros, monumentos, y secaban los pantanos. Los islámicos adoraban lo escaso: el agua, los oasis, las huertas, los frutos amarillos, verdes, marrones. Unos y otros vivían del ager, y temían al saltus que les atraía con ojos hipnóticos.
Senadores y caballeros
Mientras crecía, Roma se volvió confusa y explosiva. Los senadores tenían las magistraturas, los mandos militares, el gobierno de las provincias y los latifundios. Arbitrarios y poderosos, solo conciliaban con los caballeros, los dueños de los negocios bancarios. Juntos parecían inexpugnables. Aristócratas de la tierra y el dinero, cobraban los impuestos en nombre del fisco y arruinaban a los otros grupos sociales. Los pequeños propietarios cultivaban personalmente la tierra y eran arrebatados de su querencia para incorporarse a los ejércitos romanos. Regresaban rengos, cojos, mancos, llenos de gloria, colmados de tristeza. Deambulaban entonces, menesterosos, por las calles de la urbe, pululaban en el foro. Vivían de pequeñas espórtulas, menguados salarios, de la distribución pública del trigo y del aceite, de los escasos favores de los poderosos que aumentaban algo en las épocas de elecciones. Así era Roma en la época en la que nació Julio César.
Etruscos
Poco sabemos de esta gente. Nos parecen misteriosos. Vinieron de lejos. Su lengua es indescifrable. Se dice que eran rechonchos, bajos, obesos, vigorosos. De cara abultada, nariz corva, frente ancha y deprimida, casi negros, de frente ancha y deprimida, cráneo un poco aplastado y cubierto con una cabellera ondulada. Ocuparon primero el valle del río Po y después pasaron al otro lado del Tíber, a lo largo de las costas. En sus ciudades había una aristocracia rica y poderosa que cada año nombraba a los magistrados. Utilizaron las húmedas llanuras de Toscania y, merced a hábiles drenajes, consiguieron importantes cosechas en lugares que luego volvieron a ser pantanos. Sus barcos llevaban a Grecia copas, lámparas, espejos de mano, traían estatuas de barro, artículos de alfarería roja y oscura, las copiaban con esmero y las vendían pueblo por pueblo. Construyeron ciudades fortificadas con alcantarillas abovedadas, ríos regulados, con acueductos. Hablaban con los muertos y les escribían poesías que hasta ahora ignoramos. Las tumbas eran grandes salas subterráneas en cuyas paredes había gabinetes decorados con pinturas. El cadáver reposaba en lechos rodeados de ajuares; de ahí vienen los vasos y las joyas que conocemos de esos tiempos. Tenían terror a lo desconocido y por eso amaban tanto a los desaparecidos que les eran familiares. A la muerte la dibujaban espantosa y a los dioses les ofrecían sacrificios humanos. Fueron etruscos los que crearon los combates de los gladiadores para así calmar la ira de las sombras. Sus visionarios, los augures, leían el futuro en el vuelo de los pájaros, en las entrañas de las víctimas, en el parpadear de las estrellas en las noches claras.
Griegos
El sur de Italia tenía el perfume de lo griego. Nápoles, Tarento, Crotona, Síbaris, Siracusa, eran ciudades prósperas, a orillas del mar, con valles fértiles en las que florecía la cultura de la Hélade. La religión era griega, la pasión política, la voluntad de guiarse por la razón y la claridad que llegó hasta los campesinos del Lacio. Hubo entonces un equilibrio cultural. Lo que llamamos Roma en nuestras mentes es algo latino que incluye a los griegos y a los etruscos. Cada pueblo puso lo suyo. Pero los griegos dieron su escritura, su límpido pensamiento.
Agua Roja por Marco Martos
Marco Martos Tres poemas para Sylvia Plath
El mar de Sylvia Plath
Frías, llenas de sal,
ondulantes colinas del Atlántico.
Mira: suspira el viento,
y al fondo muge el mar.
Repiqueteo, lluvia en el cristal.
Animal luminoso,
arañas sobre párpados cerrados,
los brillantes espejos,
la espuma casi en cielos,
latido maternal del agua azul.
Mar disuelto en la nada
abraza temeroso al bulto mundo,
entramado de playa
en lentes de los ojos,
agujero humeante en vasto sueño.
Las montañas de piedras
moradas entrechocan, crujen ruedas.
En hora de la siesta,
más despierta que nunca,
lúgubre, conversa con la esperanza.
Párpados de los vientos,
las luces moribundas tiemblan, brillan.
Pasan grandes ballenas
con los ojos abiertos.
Herida o muerta vive Sylvia Plath.
Infancia de Sylvia Plath
El aliento del mar.
Sus luces. Patalea en corralito
de mimbre donde llueve
la sal azul del agua,
los fulgores del mar, estruendo mudo.
No sabe de naufragios,
ni de gritos ahogados en la noche,
ni de extrañas sirenas,
ni de barcos fantasmas
navegando en el fondo de la niebla.
Conoce blando légamo
donde caen las tazas de té chino
rotas en las cubiertas.
Recoge lo perdido,
atesora la astilla de lo hermoso.
Los gritos de gaviotas
en el malsano día de amarillo,
la maldad en los ojos,
mar de metal fundido,
infancia sepultada, maremoto.
La piedad es la piedra.
Erizo con sus púas para dentro,
la diferente estrella
de mares más oscuros,
camina en las cornisas de la nada.
Tulipanes
Invierno, tulipanes.
Todo blanco, tranquilo, muy nevado.
Yace sobre pared
luz blanca de la mañana,
la claridad abriéndose en los ojos.
La dama despidiéndose
sin nombre, sin las ropas de lo bueno,
trabajo de enfermeras,
agujas, anestesias,
miradas distraídas, cirujanos,
estúpida pupila
debe absorberlo todo. Las blanquísimas
cofias van, día, noche.
Imposible contarlas,
mucha tarea, peso de lo inútil.
Separada del mundo
por los vidrios más sólidos,
mira fotografías
del marido, la hija,
pegadas a la pared, garfios sonrientes.
Sylvia Plath, monja pura,
zambúllese en sosiego, se deslumbra,
deja los tulipanes
rojos que la lastiman,
escoge el velo blanco de la muerte
MÚSICA POR MARCO MARTOS DEL POEMARIO «CALIGRAFÍA CHINA»“Natural mind” de Marco Martos
“Natural mind” de Marco Martos
El mar que ahora es verde con escamas Cuando se canse será azul color índigo Y su tiempo lo tendrás en la memoria Dibujado en un pasado que no existe.
LICOR DE MANZANA POR MARCO MARTOS
LICOR DE MANZANA POR MARCO MARTOS
Tu Fu y la dama Chong saben encontrarse con señales de humo. Pululan los campesinos alrededor del mercado y el hombre y la mujer beben lentamente un licor de manzana en la taberna del pueblo. Sonríen y conversan y se miran en los ojos, suspendidos en el aire. Llega la noche y suben a un carruaje que lentamente se interna en el campo. En la oscuridad, como adolescentes, van con los dedos enlazados. ¡Da alegría que la dama Chong viva tan lejos! Silencioso el amor flota sobre las ruedas. Más tarde, solo, Tu Fu se dice: ¡Tanta belleza! ¿Existe en este mundo?
POEMA PINCELES POR MARCO MARTOS CARRERA
PINCELES POR MARCO MARTOS
Con tinta negra dibujo mis palabras y el poema huye delante y te acompaña. Me quedan el bamboleo de tu cuerpo, el abrir y cerrar de tus ojos y tu sonrisa de jade.
Pareja por Marco Martos
Pareja por Marco Martos
Como hablando francés a quien entiende castellano, o como balbuceando castellano a una oreja italiana, o como gritando italiano en una plaza de Lisboa, o como leyendo portugués en un congreso rumano, así permanecimos nosotros, duros para lenguas extrañas, juntos sin embargo durante un día, un mes, un siglo de pesadilla o sueño. Todo lo recuerdo, todo lo confundo, todo lo olvido. Sequedad ¿me perdonas? De El silbo de los aires amorosos (1981)
POEMA PINCELES POR MARCO MARTOS CARRERA
PINCELES POR MARCO MARTOS
Con tinta negra dibujo mis palabras y el poema huye delante y te acompaña. Me quedan el bamboleo de tu cuerpo, el abrir y cerrar de tus ojos y tu sonrisa de jade.
A lo lejos oigo la música, el extraño orden de tus dientes que chocan como copas cegadas por el perfume de la noche, enigmas enemigos que evocan el rumor de los eucaliptos cantando con el viento en el centro de la plaza, cielos azules, látigos de hielo en las lindes de los cerros, aguas crueles, remolinos que trituran el deseo mientras acaban las tinieblas en roncas ráfagas de luz y de olvido.
El cielo y la tierra parecen eternos y el agua de los mares. Los ríos duran y nacen o mueren con las estaciones. Apareces como la luz del amanecer, radiante luego y después sombra de la noche. Dejas tus huellas digitales en la puerta de tu casa, en tus tazas, en tus platos, en tus libros. La luz desaparece cuando finan tus hijos y tus conocidos.
ORQUÍDEA DE LI PO POR MARCO MARTOS
ORQUÍDEA DE LI PO POR Marco Martos Observo en el jardín la orquídea que traje de Chang y que cuelga en el aire en ese poco de tierra apeñuscada en un cazo. Es la belleza iluminando la eternidad, aunque dure un instante, una pureza de color morado que semeja a un quieto pájaro. Vivo para esta flor, siento que respiro y entro en la perfección de la mañana.
EL AMOR ES FUEGO WANG WI ESCRIBE A LA DAMA TUSÁN POR MARCO MARTOS
durará toda la vida y quedará después escrito en palabras intensas.
Lo acechan ¿cómo no saberlo? Mi muerte o tu muerte
o la pasión de los que hacen de la envidia su centro,
pero ha pasado por muchas primaveras
y numerosos inviernos con sus heladas
y su llama quema al que se acerca,
como una recién encendida alegría, ¡fuego de los inicios!
ANDRÓMEDA, ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS
ANDRÓMEDA, ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS
Te percibí días antes de la batalla de Filipos, desgraciada para la república de Roma, luz del amanecer para el imperio de Augusto. Recogías nenúfares a orillas del río y tu sonrisa condensaba la alegría del universo. Quedé cautivado por tu belleza y por tu nombre mítico, Andrómeda. Chocaron las armas, escapé por milagro de la muerte, y no volví a verte Andrómeda, salvo en sueños. ¡Qué triste mi vida en Roma como Cuestor del imperio! No es un bálsamo la amistad de Mecenas, conseguida luego, ni conocer a Virgilio, ni al mismo Octavio coronado, ni alternar con las patricias romanas. ¡ Quiero arrojarme en tus brazos y tú me has arrojado al olvido para siempre!
POEMA «DIMINUTO HOMENAJE » POR MARCO MARTOS
«DIMINUTO HOMENAJE » POR MARCO MARTOS
Dice la objeción que una flor
revienta de hermosura
aunque nadie la vea.
Pero yo objetaré a mi vez
que la flor enrojece de placer
cuando alguien la contempla
admirado.
Y creo que una mujer
se vuelve más hermosa y radiante
si alguien le dice en verdad creyendo
aquello que fue evanescencia
en el espejo.
Vuelve por eso
pequeña flor secreta, vuelve
a enseñarme tu rostro humano.
Así nuestra canción será
más hermosa
aunque nadie la vea.
ÁRBOL DE CANELA POR MARCO MARTOS
ÁRBOL DE CANELA POR MARCO MARTOS
No puedo tolerar que tú, la dama de los crisantemos, uses los sonidos agudos de tu flauta de plata y de cobre para perturbar la ceremonia del florecimiento del árbol del mango ciruelo… en la mañana clara del primer día de la primavera. Esos agudos, tan penetrantes, quedarán para siempre en las orejas de los viandantes, anunciando la existencia de un fruto muerto en el vientre rijoso de la eternidad. Mucho tiempo seguiré caminando por el sendero del sol, de la mano de la muchacha Ri que luce un gracioso sombrero de paja, en medio de las palmeras, y los cocos, y el aire fresco. Llegaremos al árbol de canela, y ahí, en sus concavidades, en los límites de la tierra feraz con el desierto de los tártaros, levantaremos nuestro imperio, con mariposas y pájaros y sueños.
HAY TANTA MÚSICA , ESCRIBE LA DAMA LU POR MARCO MARTOS
HAY TANTAS MÚSICAS, ESCRIBE LI PO A LA DAMA LU Por Marco Martos
Hay tantas músicas que me anonado, primero vi música en tus ojos y pude sumergirme en tus aguas, en las simas encontré la música del silencio que tú amas. Tu cuerpo entero habla la música de los cielos, la de la perfección anhelada. Desde la tierra te subo mi pequeña música como un bisbiseo de jazmines en el alba.
UN GATO NEGRO DE MARCO MARTOS
El milagro del gato negro por Marco Martos
Casi habla mientras maúlla ese gato negro que pulula por las estancias, cuando me espía, agazapado, en el orgánico vestíbulo, una selva de objetos raros, de sillas de mimbre y de plantas, en la casa de los principios, allá lejos, entre mamparas y lámparas.
En la boca trae hojas de eucalipto y se desliza suavemente por el piso de madera de cedro y ¡oh milagro! enciende la chimenea con sus ojos que son carbones en la tibia noche lóbrega. En todos los espacios se difumina un olor a bosque, a humus de la tierra, a lavanda.
Arquea entonces el lomo oscuro y se frota con afecto animal en mis largas piernas, sorprendidas, muy sorprendidas y espantadas.
Carta moral a Lucilio de Séneca por Marco Martos
Carta moral a Lucilio de Séneca por Marco Martos
Solitario y débil, el buey viejo quiere pasto tierno y los hombres, no muy diferentes, somos alimento diario de la muerte.
ESTHER VALLEJO EN JERUSALÉN POR MARCO MARTOS
ESTHER VALLEJO EN JERUSALÉN POR MARCO MARTOS
YA JERUSALÉN SE OFRECE A SUS OJOS DESLUMBRANTE EN EL CENTRO DE LO ESTÉRIL: LAS ONCE TRIBUS Y AQUELLA DE LEVI PULULAN EN CALLEJUELAS DE ABROJOS Y PIEDRAS Y ZAFIROS Y RUBÍES CON SU RARA BELLEZA. ATARDECERES VIVEN EN SUS PUPILAS Y AHÍ CRECEN LIRIOS CON SU BLANCURA IMPECABLE. SABATT. REVOLOTEAN LOS RABINOS EN LA MULTITUD. LEEN LA TORAH, INCITAN A CERRAR TODAS LAS PUERTAS. MEDITAN LAS COLINAS DE JUDEA, LOS LAMENTOS DEL MURO ESTÁN VACÍOS. ESTHER VALLEJO PIENSA EN DIOS A SOLAS. ******************* ESTHER VALLEJO, INCANSABLE VIAJERA, LLEGÓ A LOS MÁS APARTADOS LUGARES DEL MUNDO. BUENA COMO UN PAN, QUIENES LA CONOCIMOS LA RECORDAMOS CON PROFUNDO AFECTO.
LA NOVIA DEL VIENTO POR MARCO MARTOS
LA NOVIA DEL VIENTO POR MARCO MARTOS
Tú eres, Alma Mahler, la novia del viento, brisa de la mañana del verano, la mujer de mis sueños extraviados, tempestad en la noche de los mares cálidos. Te pareces al olvido y al silencio, estás en la puerta del despecho, o mío o tuyo o de un tercero, en el oscuro amanecer de la desesperanza que perdura y es la esencia del amor para que sea verdadero. Mañana serás una estatua de yeso nacida de mis manos, algo hermoso, pero inerte y frágil, como un cristal de Bohemia en la espalda de los condenados. Un día caerás en añicos Y solo quedarán mis letras angustiadas, que serán un milésimo de un milésimo de segundo en la historia del mundo contemporáneo. Esos escritos dirán que Oskar Kokoschka te amó como un loco en medio de los hielos eternos. La solitaria flecha de Eros vaga alucinada por el universo. ¿Merecías mi amor o no lo merecías? Eso nunca se sabe.
FANNY JEM WONG Y MARCO MAROS CARRERA
LA LÍRICA INTERIOR DE MARCO MARTOS
–EL RESPLANDOR SUTIL DE LO VIVIENTE Por Bruno Rosario Candelier
Para cumplir
tu destino de luciérnaga
vas a encender
esos carbones apagados.
(Marco Martos, El mar de las tinieblas,
Perú, Atenea Editores, 1999, p. 120).
Concitado por la dimensión singular de las cosas, estimulado por el acontecer cotidiano de la vida y motivado por el fluir sutil de lo viviente con su esplendor radiante, el poeta peruano Marco Martos Carrera, académico de la lengua, profesor universitario y cultor de la palabra que edifica, hace del arte de la creación verbal la fuente de sus intuiciones estéticas y el fuero de sus vivencias entrañables.
En su libro El mar de las tinieblas (Perú, Atenea Editores, 1999) Marco Martos Carrera (Piura, Perú, 1942) es uno de los grandes creadores de la lírica peruana. Autor de una docena de libros de creación poética y decano de letras de la Universidad de Lima, es director de la Academia Peruana de la Lengua y cultor del Movimiento Interiorista. Profesor y promotor cultural, ha hecho de la palabra la veta de su talento creador y, de su creación poética, el arte de su talento creador desde el modo trascendente de su obra literaria a favor del desarrollo intelectual, estético y espiritual de nuestra América.
La lírica de este eminente poeta peruano refleja una fecunda y luminosa contemplación poética del mundo con una mirada empática y fecunda que capta el encanto de las cosas y el fulgor de lo viviente con sus datos sensoriales y el fondo simbólico que edifica y complementa, como se puede apreciar en el poema “Córdoba”, signo de su habitual contemplación poética del mundo con una mirada empática y abierta que aprecia el encanto de las cosas y el fluir excitante de la belleza y el sentido con los datos sensoriales y estéticos:
Tú viste en la mezquita de Córdoba
el origen de la luz,
cascada de aire y oro
que te acompaña por el mundo.
Supiste que la historia
es un licor áspero
que se difumina en extraños sueños,
palpaste lo divino y lo humano
y comprendiste que las religiones
que se enfrentan son una sola.
(El mar de las tinieblas, p. 25).
Con la forma expresiva del verso libre y las manifestaciones sensoriales de lo viviente, nuestro poeta, emocionado con el esplendor sensorial, da una mirada de amor con el júbilo entrañable del místico, y con su creación canta lo más hermoso de la vida y lo más luminoso el mundo, que recrea para enaltecer la percepción de las cosas y columbrar el sentido edificante y agraciado de fenómenos y cosas:
…por tus manos que ofrecen
ríos de ternura, llueve o truene,
haya sol o nube o nada,
por tu sonrisa que hace de cada día,
con sus instantes, un lugar de palmeras y agua,
y alienta a continuar el camino de la vida,
levanto mi vaso de vino y brindo
por ti y por tus sueños,
y mientras lo amarillo helado
baja por nuestras gargantas
tocan timbres a lo lejos,
turbinas se alistan, alas,
y un pacto de fuego queda sellado
en nuestras miradas.
(El mar de las tinieblas, p. 31).
Con un pie de amigo al modo de la declamación trovadoresca, el poeta peruano canta al vino, símbolo de la visión festiva de lo viviente y, mediante el formato de la copla, cuatro versos en los que los tres
primeros riman, y el cuarto empalma con su igual en cada estrofa, en un estilo pintoresco y florido de la emoción compartida, escribe:
¡Oscura boca del vino
alegra todo camino!
Un vino tan oloroso,
un riojano tan sabroso,
un zumo tan animoso,
alegra todo camino.
Aspira tu risa roja,
aspiro labio que aloja,
aspiro tu aroma, hoja,
púrpura boca del vino.
(El mar de las tinieblas, p. 43).
Cinco facetas conforman la coordenada creativa de Marco Martos:
1. Motivos de la vida cotidiana, con el enfoque de lo que sucede en la realidad real.
2. Contacto vivencial con el ámbito natural, para vivir y disfrutar genuinas experiencias entrañables.
3. Aura de la sabiduría y la verdad, cifrada en una visión espiritual de lo viviente.
4. Formas medidas y libres de la expresión estética, como soneto, zéjel, coplas y versos libres.
5. Intuición de verdades poéticas, interioristas y simbólicas, signo y cauce de su inteligencia sutil.
Nuestro admirado creador vive poéticamente la vida. Vivir la vida poéticamente es vivir con comunión con los datos sensoriales para sintonizar el alma de las cosas. En ese estado de compenetración y convivencia con lo peculiar de fenómenos y cosas, el poeta interiorista de Piura testimonia lo que concita su sensibilidad y apela su conciencia con la belleza y el sentido de las cosas que iluminan y emocionan, y que fecundan la veta creadora de su expresión verbal:
Eternidad yendo y viniendo
en la espuma de las olas,
temprana agua perpetua
que va haciéndose incansable
trepada en las alas del tiempo.
(El mar de las tinieblas, p. 56).
La creación poética de Marco Marto revela el misterio que las cosas encarnan, y que los poetas con su intuición estética y simbólica, atrapan y recrean para darnos una visión reveladora del mundo y de la vida, a la luz de su percepción intelectual, estética y espiritual:
La luz de la lámpara ilumina
el centro de la habitación y forma
un círculo en medio de las sombras.
Hay una zona de penumbra
donde se dibuja el perfil del hombre,
sentado frente a la máquina de escribir.
Un ventilador corta la noche del verano
y hace un ruido imperceptible,
como el de un insecto sabio
que convive con gente
que no lo quiere.
El individuo permanece quieto.
Parece una estatua en medio de la niebla,
mirando el fondo del valle
desde lo alto de la montaña,
distinguiendo un río,
hilo de plata hondo.
(El mar de las tinieblas, p. 62).
Las cinco vertientes destacables que perfilan el arte de la creación poética de Marco Martos Carrera, las abordo a continuación:
1. Para el agraciado poeta peruano la poesía exalta el encanto de la vida a la luz de lo que sucede en el mundo, y para la expresión de la realidad real el creador amasa el fulgor de lo viviente; para la formalización de la realidad verbal, perfila el lenguaje que encarna la faceta representativa y conceptual de las cosas; y, para plasmación de la realidad trascendente, perfila el sentido sutil de fenómenos y cosas, aspectos que estos versos encarnan con sus imágenes sensibles, su belleza sensorial y su sentido iluminado:
Suben por las escalinatas
de Macchu Picchu dos mujeres
de boinas azules.
Llevan luz en su sonrisa,
alegría a la bruma de los dioses.
Adolorido las miro desde la explanada.
Camino arrastrándome
y no puedo acompañarlas.
Me parecen aves
que van volando a los cielos,
que se hacen diminutas
entrando con las piedras milenarias
en medio de las nubes.
El azul de sus cabezas
se difumina en el aire
y no queda sino su estela
en mi retina obstinada.
A mi lado pululan los turistas
con gorros y vestimentas de colores.
Esperan que aparezca el sol
trayendo amarillo al verde
de la montaña. Pero es algo oscuro
lo que viene de lo alto
y trae angustia…
(El mar de las tinieblas, p. 97).
2. La poesía de Marco Martos perfila y expresa la faceta inusitada que la vida revela en sus expresiones naturales, sociales, comunes y corrientes, una manera de exaltar el valor de las cosas sencillas, cotidianas y triviales, que contienen una lección y un valor, y tienen, para la gente del común y para los intelectuales y artistas, una singular dimensión como señal y veta de lo que el acontecer de fenómenos y cosas encarnan y representan. Esa es la linterna interior de un poeta que nada le es ajeno, nada le pasa inadvertido, y todo le dice algo a su intuición profunda, con lo que confirma que los genuinos poetas, como este ilustre vate peruano del Interiorismo en América, son los notarios del sentido sutil de la realidad trascendente, como escribe el destacado académico-poeta peruano en “Lo real imaginado”:
En la ilusión de lo real
el fuego desconocido
alumbra al fuego conocido.
Lo real no hablado, aunque visto,
es solo soñado
como una sucesión de imágenes
de indefinible pesadilla.
Habla, por eso, Santiago, no calles,
explícate lo que amas
y baja al infierno de lo ignoto,
cava ahí, en lo más oscuro,
con tu pala de sonidos.
¿En qué te convertirías si callaras?
En alguien que camina lento,
se bambolea, un oso
que no sabe de palabras,
un gruñido.
Habla para que vivas
y exista lo que sueñas.
Una palabra está siempre
disponible para ti,
un significante amo,
una llave para tu cofre.
(El mar de las tinieblas, p. 102).
3. Nuestro grandioso poeta escribe “Coplas de pie quebrado” al modo de Jorge Manrique, con verdades de vida que orientan, con imágenes que emocionan y conceptos que enseñan lo que la realidad depara en su fluir viviente, una manera lírica y estética, interiorista y simbólica de sentir y entender el discurrir del mundo a la luz de la realidad humana:
Recuerdo el gesto valiente,
tu caminar tan sereno,
tu vigor,
tus saludos a la gente,
tu manera de ser bueno,
tu rigor.
Bajo el sol del mediodía,
sombra de los algarrobos,
nos hablabas,
tu suave, serena guía,
provocaba los arrobos; y cantabas.
(El mar de las tinieblas, p. 65).
4. El arte del soneto, tan del gusto de la lírica clásica de Europa, es cultivado por nuestro poeta con el fervor del artífice de la palabra que hace de la estética el cultivo de su vocación creadora, y de la forma libre en dos cuartetos y dos tercetos el vehículo de su inspiración, con lo que exulta ese modo tradicional de formalización verbal con los datos y motivos de la vida actual, como lo ilustra el texto titulado “Mimo”:
El callado hablantín de tantas horas,
sin afeites querrá dejar la feria,
cuando llegue el aciago instante leve
que señale el final de la comedia.
Luego poco valdrá su gesto mimo
ni lo que otros dijeron e sus artes;
quedará tan vacío el escenario
que nadie pensará que fue grandioso
alguna vez, con riadas, parlamentos
del silencio, filtrándose en las tablas.
Mimo baladronándose en el aire,
creyéndose mejor que los finados,
goza ahora de aplausos respetables
que viven madurando sus finales.
(El mar de las tinieblas, p. 104).
5. Uno de los poemas más significativos y elocuentes de este libro, “Coplas de pie quebrado”, réplica y evocación de la “Copla” de Jorge Manrique escrita con motivo de la muerte de su padre, en la “Copla” del peruano fluye, con la sabiduría del avezado académico, la hondura del pensador y la intuición estética del poeta, revela lo que nos orienta en una reflexión estética y mística para que entendamos el decurso de la existencia humana y orillemos el sentido de lo eterno, eco y cauce de su hondura sutil de su inspiración, fuero de su luminoso lirismo. Se trata de un poema de largo aliento, con hondura reflexiva, belleza lírica y sentido trascendente, como se puede apreciar en la siguiente estrofa:
Nacemos para morir,
intonso quien no lo intuye;
en comedia
le agradaría vivir,
corre feliz, salta, huye,
y lo asedia
el conocimiento cierto
que conversa en toda plaza
con la suerte
y la vida en un concierto
que a cualquier hombre lo emplaza
con la muerte.
(El mar de las tinieblas, p. 78).
La expresión de una singular percepción de un hecho o una experiencia que atiza la sensibilidad e ilumina la conciencia y que llamamos verdad poética, adviene como un relámpago de la intuición, revelador, edificante y luminoso. En este poemario de Marco Martos Carrera hay verdades poéticas con la belleza que ilumina y la enseñanza que edifica, como las siguientes: “El buey viejo quiere pasto tierno” (p. 23); “Cada quien defiende con los dientes su verdad en el foro” (p. 23); “…en un niño nace el universo” (p. 55); “La belleza se desvanece y se abaten los señoríos/nada dura” (p. 67); “Vida: camino en el que nada pasa dos veces” (p. 101); “En lo alto del firmamento,/donde no hay noche ni hay días/solo el hálito de eternidad” (p. 181).
No solo la belleza sensual disfrutamos en este poemario, donde florean descripciones y metáforas, como “Cuando el sol tiñe de rosa las copas de los árboles” (p. 29). No solo fulgor excitante excita la inspiración. No solo ternura encendida convoca la sensibilidad. La belleza que la mujer encarna, la singular sabiduría que le viene de los sutiles andamios de la luz milenaria ataviada en el fuero de sus alforjas interiores que la distinguen y enaltecen, obvia alusión a la agraciada donna angelicata de belleza, gracia y luz, como decían los iluminados pensadores neoplatónicos. Así visualiza nuestro poeta a la mujer, agraciada compañía del hombre, como se exalta en el Cantar de los cantares, la Sulamita que vive en toda genuina mujer, que el afortunado poeta peruano enaltece en sus hermosos versos, como los que engalanan su poema “El umbral del paraíso”:
El rey David tenía mucho frío.
Estaba lastimado por los años.
Conocía de cerca los engaños
del poder, de la vida y su hastío.
No entraba en calor con la frazada
que le alcanzaba gente diligente;
arrugas dibujadas en su frente
anunciaban la muerte apresurada.
Con sus senos radiantes y turgentes,
la hermosa sulamita fue llevada
virgen al tálamo nupcial. Fue amada
con desesperación. Quedó en las mientes
de quien llegó al umbral del paraíso.
David por Abisag llora. La quiso.
(El mar de las tinieblas, p. 170).
Marco Martos Carrera construye mundos sensoriales y sutiles con palabras y conceptos, concita vivencias emotivas con imágenes y símbolos, perfila memoranzas consentidas con recursos intelectuales y poéticos que formaliza mediante procedimientos compositivos para hacer del arte de la creación verbal el cauce de su inspiración y la veta de sus ideales interioristas, estéticos y espirituales
MARCO MARTOS CARRERA , ESCRITOR PERUANO.
LA INESPERADA TRAVESÍA DE FRANCISCO BENDEZÚ POR MARCO MARTOS
A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de Africa ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía.
Mis muñecas han sabido de las caricias de seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios.
Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra y a ellos retornaré en un día no lejano.
Este texto abra la novela León el africano de Amín Maalouf, el fino estilista libanés, reconocido en su país y en Europa como un notable escritor, aunque menos difundido en América a pesar de que sus textos pueden encontrarse en las más serias librerías. Si se ha escogido esta cita es porque tiene vasos comunicantes con la vida y la escritura de Francisco Bendezú, uno de los poetas que enciende los más elaborados elogios de los lectores peruanos de hogaño.
Aparentemente nada más alejado del modo de vida de un aventurero que la supuesta existencia apacible de los poetas del fin del segundo milenio. En el sentido más estricto, el periplo de los vates de hoy se diferencia bastante del transcurrir tumultuoso de un Byron, un Espronceda o un Keats. Los poetas del siglo XX –dícese- se asemejan más a un Mallarmé que a un Rimbaud. Poco falta para que se sostenga que fingen sus tormentos interiores, aunque ciertamente los hay algunos como Pessoa, justamente expertos en identidades inventadas, quienes expresan alegrías y sufrimientos en los que se mezclan en proporciones desconocidas lo ficticio y lo verdadero.
Francisco Bendezú, bautizado por Roberto Paoli, con mucha razón, como albatros surrealista, resume en su vida y en su poesía, tanto el periplo aventurero de los poetas de todos los tiempos como el sereno discurrir de un apacible profesor de literatura provenzal e italiana. Seguramente es un azar que su apellido no solo tenga un origen árabe, sino que señale también el nombre del barrio moro de Ceuta. Sin embargo, los aficionados a las correspondencias y la alquimia secreta de los nombres tienen tela que cortar pensando en un poeta que maneja un diestro castellano del Perú, que es fastuoso y barroco como un Góngora con sus mejores galas, y que al mismo tiempo, como un poeta árabe, de Córdoba, de Granada, de Jaén o de Murcia, pone a los pies de la mujer amada un enjambre de palabras, como oro, incienso y mirra en su homenaje.
Las damas han sido, desde la adolescencia del poeta, el imán poderoso que despertaba sus sentidos y que daba pábulo para su creación literaria; casi podría decirse que sin la mujer como tema, como norte, como aspiración, como secreto perfume, es inimaginable un Francisco Bendezú poeta. Sin los textos amorosos su poesía sería inexistente o, en el mejor de los casos, magra. No en vano en uno de sus poemas primigenios, que se titula Eternidad, escribió:
“Solamente una mujer./ Solamente una ciudad./ Y la espesura del amor, del mediodía como un vasto / palacio de flores y de miel./ Mi juventud en las plazas, eterna. / Las horas, amada –desnudas”.
En estos versos, que seguramente habría celebrado Leo Spitzer de haberlos conocido, son una especie de programa, de aseveración apodíctica que Bendezú ha desarrollado puntualmente a lo largo de cinco décadas de exigente producción literaria.
Al lado de la preocupación obsesiva por el enigma femenino que nutre y baña toda su obra poética, Bendezú ha sido y es un hombre de su circunstancia histórica, un ciudadano de una conducta moral ejemplar, un defensor insobornable de la libertad y la paz. Sabido es que en los turbulentos años de la historia del siglo XX de nuestro país, uno de los tramos más sombríos es el que va de 1948 a 1956, cuya naturaleza perversa no puede ocultarse ni con las carreteras ni con las escuelas ni con los hospitales que entonces se construyeron; el gobierno de aquel momento ejerció una despiadada y ciega represión contra quienes no comulgaban con sus ideas. A Bendezú, estudiante de San Marcos en aquella época, le tocó una áspera porción de esa torpeza. Conoció entonces la cárcel y luego el destierro. El paso del tiempo atempera la visión del poeta y no tiene sino palabras amables, recordando los momentos más humanísimos o inclusive más hilarantes de su paso por los calabozos y los patios de la penitenciaría de Lima. Ahí fue donde pergeñó veinte líneas infaltables en toda antología de la poesía peruana que tituló Melancolía:
“Los días pasan / como tranvías./ El amor muere./ Melancolía. // Sal, cabelleras. / Sangre que mana / de mis heridas: / sangre perdida…// Las tardes rielan / en mi memoria / tal amarillas / fotografías. // ¡Noches de palmas / y colgaduras! / ¡Ay! Con las nubes / se va mi vida… // Los días pasan / como tranvías./ El amor muere./ Melancolía”.
Obviamente no necesitamos saber que este texto fue escrito en una mazmorra, ni tampoco que el poeta en cierto sentido medía el tiempo con el lento paso de los tranvías que iban espaciando su paso conforme se entronizaba la noche y que escuchaba regularmente con su fino oído en una duermevela tensa, donde la ignorancia del destino inmediato ponía una nota dramática en su ánimo de prisionero. Nos basta percibir que estos magníficos cuartetos pentasílabos poco frecuentes en la tradición poética hispanoamericana y española, traducen la imagen de la soledad de quien ha perdido un amor, y habiendo sufrido ese menoscabo, añora ese bien y permanece desorientado en la vida.
Haciéndole un daño a Francisco Bendezú Prieto, la dictadura de Manuel Odría, al expulsarlo del Perú, indirectamente benefició a la poesía. En Santiago de Chile, el joven pero antiguo sedentario que sólo había hecho rápidos viajes al interior del Perú y que conocía países y civilizaciones antiguos preferentemente gracias a los libros y los sueños, sintió el hormigueo del viajero, la gana ubérrima de conocer lo diferente, el placer de entrar en lo desconocido. Valparaíso, Viña del Mar, Iquique, Puerto Montt y tantos otros lugares, fueron ciudades familiares para el poeta, pero su ciudad, una de las más afincadas en su corazón, como más tarde lo serían Roma y París, y como lo es Lima, sin duda, fue Santiago. Alamedas, avenidas, plazas, jardines, teatros, bibliotecas y cinemas de aquellos años fueron disfrutados por el poeta, atesorados para siempre en su selectiva y exigente memoria. La ciudad, toda la ciudad de Santiago, fue su casa. Dos amores célebres lo ataron de por vida a la capital chilena, Mercedes Ramos-Olivencia, de nacionalidad española y después la chilena Gloria Elgueta. Desde entonces Chile fue, como el Perú, su bandería. Con su práctica y no sólo con su palabra, Bendezú es uno de los intelectuales peruanos que más ha contribuido al acercamiento entre los dos países y los poemas que ha dedicado a las muchachas de Santiago están entre los mas intensos salidos de su pluma.
Particularmente conmovedor es el poema “Twilight” dedicado a Mercedes, que muchos consideran el mejor de la sólo aparentemente escasa producción de Bendezú. Ese comienzo: “Yo soy el granizo / que entra aullando / por tu pecho desquiciado. // Soy tu boca.//” tiene la virtud de introducirnos de golpe de una imagen de violencia amorosa pocas veces vista en la poesía castellana. De lo real-real, de lo más palpable, el poeta eleva su dicción hasta el plano más hondo y trascendente. Demasiado se ha usado entre nosotros las referencias a Dante, pero es justamente al gran poeta florentino, al que hay que remitirnos al pensar en la capacidad metafísica, en esa ponderación del amor en sus más puras esencias que es una constante en la lírica bendezuana. El poema aludido ha sido ensalzado muchas veces y goza de un prestigio múltiple que sólo las grandes páginas tienen. Gusta al letrado mandarín universitario que lo escoge para señalar imágenes y figuras retóricas, deleita a los enamorados que quisieran detener como en una fotografía su pasión amorosa, ofrece disfrute al cuidadoso lector y deslumbra sin duda al que por primera vez conoce la lírica. Leyendo las estrofas finales en una ocasión escuchamos decir a una bellísima muchacha: “¡Cuánto ama ese hombre!”, y en efecto, eso es lo que conmueve. Si bien la literatura es inventada y todo la literatura es ficción en la medida que hay una distancia real entre el ser que escribe con su biografía, sus alegrías y pesares, y el texto que se puede y debe leer con exclusión de su autor, hay un lado verdadero, conmovedor, auténtico, en ese texto que destila un conocimiento profundo de los sentimientos humanos, que nos deja como temblando ante una verdad universal: el amor profundísimo que puede sentir un hombre por una mujer:
“¡Aspersiones de ceniza para tu boca cerrada! / Otra vez tengo veinte años y sonámbulo y en llanto / a la puerta de tu casa estoy llamando,/ al pie de tu reja, como antaño,/ bajo la lluvia sin telón ni máscaras ni agua./ ¡Oh zumbantes calendarios / que en vano el cierzo,/ como a encinas,/ deshojara! // ¡No me digas que te quise! Te quiero./ Te debía este lamento, y aunque un grito / mi sangre apenas sea,/ también te lo debía: un solo interminable / de un corazón en las tinieblas”.
“Twilight” permite acercarnos a una de las constantes de la poesía de Bendezú que tanto señala sus raíces románticas como su entronque con la tradición clásica. Una comparación con Pedro Salinas puede sernos útil. El lírico español en 1934 publicó su poemario más célebre. La voz a ti debida página a página desarrollaba todas las situaciones posibles del amor. Se describe la belleza de la amada, su entorno misterioso para quien lo adivina, el sentimiento que despierta, luego se alude al amor logrado, a la separación y finalmente al olvido, última forma de amar. Bendezú no hace nada de eso, ni en “Twilight” ni en otros textos. Hay una especie de furor eléctrico en su pasión, el amante es el granizo que entra aullando por el pecho desquiciado de la mujer amada. Y después es el que se queda detenido en el momento de la ruptura. Su poesía está hecha de desmesura, en el afecto y en el sufrimiento. En otros poemas, como en “Retrato autógeno de Cristine”, dedicado a Cristine Lhotte, una francesa que lo desquició de amor en Lima, en la década del setenta, el poeta envuelve de palabras a la mujer amada y pareciera, metafóricamente en el poema, darle uno de esos abrazos que, según se dice, quitan la respiración:
“Lo que me transporta a ti son tus enigmas / legendarios, tu nitor de sillar arequipeño / o piedra de Huamanga, tu ahogada voz / de retreta en lontananza, tu calmosa tez / esquiva, la lucífera represa de tus dientes; / tu mohín misterioso y reluctante, tu cuello / salvaje de torcaza, tus amplias faldas / atigradas de mujer de las cavernas, tus / arcaicos trazos de bañista de Campagli, / tu lábil singladura, tu exhaladora estela; / tus cónicos tobillos minúsculos y diáfanos, la / tórrida blancura de tus corvas, tus muslos / duros y pesantes, tus muslos como almenas o molinos / desde los cuales arrojar piedras, plomo ardiendo,/ dementes o palomas, ¡tus muslos!, pleamar en / los espejos, derribados blandones de / magnesio y carboncillo, bocanadas de armiño, / níveos pétalos untuosos y distantes”.
El carácter romántico de la poesía de Bendezú no necesita probanza, tampoco su riqueza proveniente tanto de la tradición surrealista, como de una verbosidad aprendida de un lado en la vida y de otro en los diccionarios que el escritor frecuenta como quien lee novelas o artículos de los diarios. Lo que resulta más difícil de percibir es su estirpe clásica que está en la gramática de la fantasía, frase acuñada por Gianni Rodari, el teórico italiano, de cada uno de sus poemas. Bendezú se sitúa en los comienzos y en los finales de la pasión amorosa. La mujer es lo más hermoso que el hombre puede encontrar sobre el redondo lomo de la tierra. Nada se le compara. Todo cuanto puede hacer el poeta es rendirle homenaje y procurar unirse a ella, ser su servidor, como un poeta árabe de tradición sufí. Lo que menos aparece, tal vez por lo que en frase paradójica podemos llamar el pudor de un exhibicionista, es el amor logrado. Y es que para Bendezú no hay palabra adecuada que pueda acercarse siquiera a expresar la pasión lograda. La sexualidad monda está en la entrelínea de la poesía. Después queda la separación, el solo interminable de un corazón en las tinieblas.
En Roma, a mediados de los años cincuenta, Bendezú volvió a ser el deslumbrado tanto por la belleza de la ciudad eterna como por el relumbre escandaloso de las mujeres romanas:
“Muchachas intensas como vitrina./ Precarias como lápidas de nieve. / Muchachas como los árboles inmobles del otoño./ Pálidas como espigas./ Delgadas como llaves./ (…) // Muchachas ignotas como vitrinas./ ¡Inminentes como la aurora!”.
Y así es toda la poesía de Bendezú, poblada de mujeres inminentes, sus textos anuncian el fuego del amor o encuentran sus cenizas. Com se ha dicho del inconsciente, el poeta y su escritura viven un eterno presente. Allí están Mercedes Ramos-Olivencia, Gloria Elgueta, Rosa Boldori, la única que alcanzó a ser novia, Cristine Lhotte, Lucy Raaijen y la para el poeta inolvidable Pinuccia, que serán jóvenes y bellas que todo lo que dure la poesía de Bendezú, porque están en el principio del principio, son de origen y la finalidad del estro del poeta y están unidas a él, quiéranlo o no, por lustros, décadas o siglos. Y he aquí una verdad de a puño: la poesía de Bendezú logra desprenderse de la biografía de su creador y ser una Vox, de las más representativas de la poesía escrita en español. Algunos lo sabemos ya y nos parece mentira poder ser amigos de tan conspicuo lírico que honraría a las letras de cualquier idioma y que le tocó nacer en el Perú. Como Hasan, que vio la luz en Granada, y decía pertenecer a Dios y a la tierra, Bendezú, natural de Lima, es de la lengua castellana y de todo lector de cualquier punto del globo terráqueo.
ADDENDA BIBLIOGRÁFICA
BENDEZÚ, Francisco
1960: Arte menor. Lima: Edición de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
1961: Los años. Lima: Edición de la Rama Florida. Ilustraciones y viñetas de Fernando de Szyszlo.
1971: Cantos. Lima. Ediciones de la Rama Florida. Viñeta de Fernando de Szyszlo y cinco reproducciones de Giorgio de Chirico.
1983: El piano del deseo. (Jazz & Poesía). Lima: Separata de la revista Socialismo y participación. N° 21.
MAALOUF, Amin
1992: León el Africano. Madrid. Alianza Editorial
PAOLI, Roberto
1985: Estudios sobre literatura peruana comparada. Florencia: Universitá degli Studi di Firenze.
Publicado en la Revista La Casa de Cartón de Oxy N° 12. Lima, 1997.
MARCO MARTOS Y FANNY JEM WONG , POETAS PERUANOS
Luis Cernuda. Página inicial de su libro «Donde habite el olvido.»
Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos. ¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada, queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra, la sombra de aquellas espinas: de aquellas espinas, ya sabéis. Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.
LA ENTRAÑA DEL LENGUAJE ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO POR MARCO MARTOS
LA ENTRAÑA DEL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO POR MARCO MARTOS ¡Balumba de luces! eso son las palabras. Escribo mis poemas sobre la entraña del lenguaje, el misterio del vocablo rosa que no contiene aquello que evoca. Danzan las palabras solas en el aire, en los planetas lejanos, en las constelaciones, lejos de la tierra, y escribo un texto de significados neutros, zarabanda de lástimas, quejidos de la aurora, debajo, en los fondos del mar, se mueven los peces, y el ojo en la superficie ve fantasmas que pululan y el sol arriba, como una bola de luz, se hunde en las cálidas aguas de la noche. Todo acaba, salvo las palabras que se quedan solas danzando en las estrellas, lejos de los hombres y las mujeres, en sus amores tiernos y sus cóleras sagradas. Nadie las dice y ellas hablan, el universo entero está hecho de palabras.
TELÉSFORO LEÓN BAJO LA LUZ DE UNA VELA POR MARCO MARTOS
TELESFORO LEÓN BAJO LA LUZ DE UNA VELA
MARCO MARTOS
En lo más alto del acantilado en medio, de la noche tan serena, bajo la luz de una vela jugué ajedrez con Telesforo León, en Yasila. Hasta el tablero llegaban numerosos mensajes del mar con su garra. A veces era una lámpara con una estrella marina que ardía sobre nuestras cabezas y el zumbido del moscardón que apenas escuchábamos y el acompasado respirar del mar lamiendo las rocas, abajo. Pero eso el mundo de afuera, adentro las fichas cobraban vida propia y libraban ancestrales batallas, indiferentes a la luz de la luna, a la suave quietud del aire marino, al propio corazón con sus reclamos. Ese combate no termina, ni acabará nunca, cristalizado como está en la memoria. Lo que ha crecido con el paso del tiempo es mi afecto por Telesforo León Vilela, el notario de Piura, con su estudio repleto de trofeos, de tableros de madera y de fichas de toda laya. Todavía estoy yendo a buscarlo, todavía partimos para Yasila en una noche encantada, encendemos las lámparas, todavía acomodamos las fichas y todavía siento, en la habitación de al lado, el respirar del mar como un murmullo que me ilumina toda la vida.
EL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO POR MARCO MARTOS
EL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO POR MARCO MARTOS
El lenguaje es forma, sobre todo es forma, una red de contrarios y de complementos. Tiene que haber dos humanos para que el lenguaje viva, y deben conocer el mismo código. Quien dice palabras para sí mismo, desdeñando las reglas y los vocabularios, es un insano, está fuera de la órbita del lenguaje, y más todavía si no tiene gestos. Las formas puras son matemática o música o puras abstracciones del ingenio humano. El lenguaje necesita el verbo para que lo conozcan. La única verdad del lenguaje es la hablada, no hay lenguaje únicamente escrito y hay numerosos lenguajes solamente usados en los confines del mundo conocido. Idolatro al latín de nuestros padres y al griego de las ciencias y de los magníficos oradores que ensalzan a Homero en calles y plazas. Los etruscos son misteriosos, su lenguaje está en la noche de Baco y en el Averno. Pero escribieron poesía, una sutil gramática y se comunicaron con los muertos que parecían vivos cuando hablaban. El lenguaje es vida y es gramática
ÚLTIMO DIÁLOGO POR MARCO MARTOS
ÚLTIMO DIÁLOGO POR MARCO MARTOS –
Tanto tiempo queriendo escribir para llegar a la conclusión de que escribir es un parpadeo y que da lo mismo escribir o no escribir, parpadear o dejar de hacerlo. ¿Acaso alguien dice: “miro tu parpadeo, es azul o es una raya en el espejo”? ¿o el parpadeo sólo se hace de humo, vive de por sí, pasa y no deja huella, como un único pájaro sobre la espuma en el verde mar inmenso, donde el olvido y sueño se juntan en un bostezo de un hombre solo con su máscara en una habitación de hotel extranjero? –¿A quién le hablas? ¿Qué dices? No te escucho. Cállate. Deja a los que han encontrado la quietud en el tráfago de lo perdido. Babel duerme. Y tú vienes con parpadeos. Busca un médico. Cúrate. Es un viejo tic inútil tu parpadeo
Valeria , la gentil, escribe Horacio por Marco Martos
Enantes Prahapor Marco Martos
Enantes platicaba a Lucía que Praha es la ciudad de mis sueños. Coloqué en sus plazas mis neblinas, tomé con Kafka la ancestral cerveza. Reía la muñeca camarera,
imaginaba al cuentista como un niño. Qué belleza cuando servía, cuando miraba.
Pagamos nuestra cuenta y salimos lentos.
Abstraídos deambulamos por la Mala Strana, mirando las puntas de nuestros zapatos.
Kafka empezó a hablar de Felice Bauer, de las veces que había ido juntos a distintas ciudades, durmiendo siempre en cuartos diferentes, con puertas interiores que los juntaban. Separaban los maceteros de arena fuliginosa y rosas de papel y se entregaban al amor con verdaderas ansias.
Luego la familia Bauer sentó en un banquito al suspirante. Y vinieron las preguntas, las demandas desesperadas. Así nació “El proceso”, ese libro insólito.
Despierto, todavía con el sabor de Praha en los labios
MARCO MARTOS POETA PERUANO
Paita por Marco Martos
Jamás pensaste, cuando arribabas al puerto de Paita, que el olor salino de sus calles, los rostros aceitunados de sus mujeres, los gritos de los marineros embarcando las reses, la belleza insólita de los atardeceres, perdurarían siempre en tu memoria como una imagen del sosiego y la hermosura; por las tardes, mientras el sol ser retiraba para hundirse con su manto de colores en las profundidades marinas, te plantabas frente a las aguas, atónito, ensimismado, distraído solamente por los arrecifes de La Punta que incrustaban su sombra en las últimas claridades del día. Llegada la noche, aparecían en las playas diferentes especies de animales: perros jugueteando con las olas diminutas, gatos de ojos fosforescentes, agazapados debajo de los pilares del muelle, rojos cangrejos yendo y viniendo de cientos y cientos de sus insólitas madrigueras como si algo los apurara en la tibieza de la noche encantada.
POEMAS DE MARCO MARTOS
Piura en la narrativa de Mario Vargas Llosa
Marco Martos Carrera
Lo que presentamos ahora es apenas un prolegómeno de un asunto que concierne en una proporción importante, aunque no decisiva, a la narrativa de Mario Vargas Llosa, la presencia de Piura en su escritura. Mucha agua ha corrido bajo los puentes, desde el punto de vista teórico, desde que a principios del siglo XX los llamados formalistas rusos señalaron que la literatura es forma fundamentalmente. Y durante mucho tiempo esa afirmación ha ocupado un lugar central en las discusiones académicas en todo el mundo. Sin embargo, aquí y allá, los otros factores de la comunicación literaria han reclamado sus fueros, el psicoanálisis y la psicocrítica, han reivindicado la importancia del autor, la sociología de la literatura ha marcado el lugar central de la sociedad en la obra literaria y lo que se llamó hace años “la hora del lector”, el valor de la recepción del texto, tiene un lugar central en las discusiones de hogaño. Es curioso como Mario Vargas Llosa, que es sin duda el escritor más representativo del Perú desde César Vallejo, expresa en su escritura todos los puntos de vista que la teoría ha discutido a lo largo de décadas. Por ejemplo, su teoría de los demonios interiores, ese fuego central que alimenta la creación pone en relieve la importancia del autor, ha creído, de modo predominante, durante varias décadas que la obra literaria contribuye de manera decisiva a la formación de la conciencia social del lector y es un devoto del cultivo de la forma, como lo dice y escribe a lo largo del tiempo. Particularmente la forma en la novela es, para decirlo en palabras cotidianas, una construcción, un armazón de palabras, de zurcido aparentemente invisible, pero de primera importancia en la elaboración del material literario. Sin ese dominio formal, la literatura no se comunica de manera adecuada con el lector. Esta convicción la tuvo Mario Vargas Llosa desde su juventud, cuando entrevistaba a los escritores peruanos de mayor edad que la suya y la mayoría de ellos no tenía clara conciencia de lo que hacían cuando escribían, pergeñaban sus escritos como escritores de domingo sin ninguna idea cabal de las formas que manejaban. Sin embargo, a pesar de todas las teorías, lo primordial, lo más antiguo en la comunicación literaria ha sido y es contar historias. Escribe Mario Vargas Llosa en el prólogo a sus obras completas:
Inventar y contar historias, es tan antiguo como hablar, un quehacer que debió nacer y crecer con el lenguaje, cuando de los gruñidos, los murmullos, la gesticulación y las muecas, nuestros antepasados, esos seres primitivos, ya no simios, pero todavía no humanos, comenzaron a intercambiar palabras y a entenderse de acuerdo a un código elemental que con los años se iría sutilizando hasta grandes extremos de complejidad. (…)
¿Por qué lo hacían? Porque inventar y contar historias era la mejor manera de enriquecer la miserable vida que tenían, de dar alguna respuesta a los millones de preguntas que los angustiaban, y porque dejarse hechizar por una historia era una magia que los distraía y sacaba provisionalmente del pavor, la incertidumbre de los infinitos peligros en que consistía su existencia. (1)
Contar historias es algo mágico y escucharlas, dejarse llevar por el hechizo de las palabras es una experiencia inolvidable en la vida de los seres humanos. Loa materiales de los contadores de historias, son hechos que conoce y que va modificando con su enfebrecida imaginación.
Mario Vargas Llosa permaneció en la ciudad de Piura durante dos años en su vida, en 1947, cuando curso el quinto año de primaria en el colegio Salesianos, y en 1952, cuando fue alumno del quinto año de secundaria en el colegio San Miguel. Esas temporadas fueron decisivas en su escritura. Los espacios que conoció en esos años, las personas que frecuentó, los hechos que a él mismo le ocurrieron, aparecen con las galas literarias propias de un gran escritor, de un modo inconfundible en sus cuentos y novelas. La presencia de Piura puede señalarse en distintos escritos del narrador: en Los jefes (1958), La casa verde (1963), El pez en el agua (1991), ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), El héroe discreto (2014). Tal hecho, perceptible por cualquier lector, incluso el más distraído es percibido de distinta manera por quienes conocemos los espacios que describe, calles, plazas, colegios, y podemos distinguir, sin demasiado esfuerzo, inclusive los nombres de las personas que dieron origen a numerosos personajes. Indudablemente esto puede parecer un ejercicio inútil para quienes hacen de la literatura solo una construcción de palabras, un mundo autorreferencial, una realidad paralela al mundo que conocemos. Pero si pensamos en la teoría de la recepción, o en los escritos de Jorge Luis Borges sobre Pierre Menard, autor del Quijote, un escrito literario mueve las fibras más secretas de sensibilidad del lector, quien acude al encuentro de la página no solamente con su visión del mundo, sino también con las imágenes de realidades remotas o próximas que atesora en la memoria. En las reflexiones que presentamos, dada la múltiple existencia de un material amplio y de poderosa belleza, solo haremos referencia a la novela La casa verde de 1967. En ella se hacen, en el caso de Piura, a numerosos lugares y espacios, algunos existentes hasta hoy día como la Plazuela Merino, un pequeño espacio grato de árboles años, jardines y bancas de madera, que no ha cambiado su fisonomía desde la época que la conoció Mario Vargas Llosa hasta hoy día. Dedicada a la memoria del pintor Ignacio Merino es uno de los rincones más gratos de la Piura contemporánea. Flanqueando ese espacio ameno, había y hay dos iglesias que desafían al tiempo, la Iglesia de la Virgen del Carmen, pegada al colegio San Miguel, donde estudió Mario Vargas Llosa en 1952, y al frente de ella, cruzando la acera de la calle Libertad, está la iglesia de María Auxiliadora, regentada por sacerdotes salesianos. En el costado derecho de la Iglesia del Carmen, vivía el sacerdote que la representaba, Jesús Santos García, español, naturalizado piurano, por los muchos años de residencia en la ciudad. Fumador empedernido y profesor del colegio San Miguel, García era uno de los hombres más ilustrados de la ciudad y estimado por sus virtudes personales y su amabilidad. De primera impresión parecía hosco, su voz gruesa atemorizaba a los niños, pero de pronto abría su corazón y se mostraba como lo que era, un hombre simpático, excelente persona a carta cabal. García había escrito y publicado libros eruditos de teología que se habían publicado en España, y aunque pocos piuranos los habían leído, saber que existían contribuía de modo decisivo a su fama en la ciudad. Cuando apareció La casa verde, los piuranos que hojeaban la novela, antes de leerla, se sintieron gratificados de que apareciesen con sus nombres y apellidos, gente que conocían como Jesús Santos García, o el hacendado José Seminario Morales, nacido en 1900 y conocido en toda la ciudad como “chápiro Seminario”, pero pronto advirtieron, metidos en la trama de la novela, que Mario Vargas Llosa, había cambiado de manera radical las características de los personajes. Había sí, tomado la figura, los gestos, la manera de hablar de estos personajes de la vida real, pero los había dotado de características simbólicas que no tenían en su diario quehacer. Para un piurano que conocía a esos personajes en su diario trajín, era inimaginable que un sacerdote como Jesús Santos García quemase el prostíbulo de la ciudad llamado La casa verde que en verdad, por lo menos inicialmente, era un salón de baile en medio del desierto donde los parroquianos acudían en búsqueda de las féminas del placer, tenían que danzar primero con la favorita de sus sueños para después salir de la mano con ella para apaciguar sus ardores en las tibias ondulaciones del arenal. Solo con el paso del tiempo, esta lección práctica de teoría literaria, fue asimilada por los primeros lectores piuranos de Vargas Llosa, y nadie objeta, ni siquiera en una conversación privada, al Santos García de la novela, personaje fundamentalista, portador de la ira de Dios, defensor de las buenas costumbres, enemigo del placer por el placer, pirómano, feliz incendiario del burdel de la ciudad. García, el de la realidad pura y lata, era un cura unamuniano, predicador que más que hablar de los infiernos, prefería, desde el púlpito acercar a sus feligreses a la infinita bondad de Dios. Nadie supo de él, jamás, que hiciera visitas, ni furtivas ni abiertas al barrio del placer, en Tacalá, Castilla, en la zona que se llama Talarita, en el camino a Catacaos. Pero de hacerlo hecho, sin duda hubiera ido en son el paz, tratando de encontrar un camino de buenas costumbres para esas mujeres de almas perdidas, obligadas por las circunstancias a vender sus carnes, prohibidas del verdadero amor. Inclusive, yendo más lejos, podemos imaginar a Jesús Santos García, haciendo misas y rogativas en favor de esos pecadores que en su inconsciencia acudían, libres aparentemente de culpa, a la casa del placer. Pero, sin equivocarnos, podemos concluir que Santos García es, en la pluma de Mario Vargas Llosa, uno de los personajes memorables de la ficción en el Perú. Los lectores de Piura, recordamos con verdadero placer intelectual a los dos Santos García, al de la ficción y al real , que era filatelista y en las noches de calor, permanecía con la puerta de su casa abierta, inclinada sobre los sellos, con una lupa y una potente bombilla de luz. Afuera, las lechuzas en el campanario de la Iglesia del Carmen, daban vueltas y vueltas, anunciado la partida de algún púber o algún valetudinario del valle de lágrimas al jardín del señor.
El otro personaje piurano inolvidable en La casa verde es Chápiro Seminario, que en la vida real era José Seminario Morales, hombre de campo y de buenos reales, cazurro, dicharachero, vestido siempre de pantalón y camisa blancos, con un sombrero alón y que solía sentarse en las verdes bancas de la Plaza de Armas, bajo la sombra de los grandes árboles de tamarindo, a conversar del río y las cosechas, de las lluvias y los temblores y a veces a “revesear” como se dice, de los piuranos, amigos o desconocidos. Cuando apareció la novela, Chápiro Seminario, hombre leído, como se dice, la devoró. Algún allegado le había advertido de la célebre escena en el burdel, donde el personaje, Chápiro Seminario como él, se había matado jugando a la ruleta rusa. Entrevistado en un diario local dijo que Mario Vargas Llosa era un escritor de porvenir, un buen muchacho, con el que había mantenido una conveniente amistad, pero que no le había gustado que lo matase en el burdel. Desconocemos su esta afirmación es un rasgo de inocencia de un hombre recorrido, o una afirmación de fina ironía de un cazurro piurano. En todo caso, este hecho se utiliza en los colegios de Piura, para mostrar, de modo fehaciente, la distancia entre la realidad y la ficción.
Un ejemplo minimalista, que diferencia radicalmente la lectura de la novela por parte de los piuranos, de la que pueden hacer los habitantes de otras ciudades, es la referencia a tres lugares, entre tantos otros que aparecen en la ficción. Se trata del “Tres estrellas”, el “Reina” y “El carro hundido”. El lector de la novela que conoció esos sitios, los evoca de un modo intenso, con los detalles de su propia experiencia. El lector de otras ciudades, los imagina con las palabras de Vargas Llosa. El piurano aumenta la intensidad de lo dicho en las páginas de la ficción con detalles personales difíciles de trasmitir. El “Tres estrellas”, era un salón de té, panadería, pero principalmente una heladería, ubicada en la calle Arequipa, en esquina con la calle Ica, a pocos cuadras de la Iglesia Catedral, en el corazón de la ciudad. Muchos recordamos la sapidez de sus helados, la variedad de las frutas escogidas, sus esencias de lúcuma, de vainilla, de menta, de mango ciruelo, de algarrobo. Y esa combinación, esos sabores que se mezclan con la magia de la infancia, solo se dan en Piura, y en ningún otro lugar. La lúcuma esa fruta prodigiosa del Perú, no se encuentra en cualquier parte, es escasa. Usted no puede ir a una heladería en París a pedir helado de lúcuma, probablemente no lo encuentre. Pero hallar helado de lúcuma, junto a un helado de mango ciruelo y a otro del sabor del algarrobo, solo ocurre en el centro del departamento de Piura, en esa ciudad, sofocada por los calores, asediada por el arenal. De modo que si un personaje de Mario Vargas Llosa entra al “Tres estrellas” ya sabemos a qué va. El “Reina” era un bar restaurante en la avenida Sánchez Cerro, a media cuadra de la plazuela Merino, frecuentado por algunas de las personas que conoció Mari Vargas Llosa como Ramón Abásolo, que aparece mencionado por su apellido en Los jefes, Max Silva Velázquez, padre de Javier Silva Tuesta, amigo del escritor, Carlos Robles Rázuri, mentor intelectual de la puesta en escena en 1952 de la La huida del Inca, la primera obra teatral de nuestro autor. El bar restaurante “Reina” aparece mencionado algunas veces en Los jefes y en La casa verde, pero esas referencias que son fugaces y carecen de una descripción, despiertan diferentes reacciones en quienes sí conocieron el lugar. El “Reina” estaba administrado por una señora de ascendencia china que solía conversar con sus clientes y ser, igual que los camareros, amable con los parroquianos. Era una construcción de material noble, de un solo piso, junto a una tienda de abarrotes, de puertas a la calle. A diferencia de otros locales similares en la ciudad, el lugar tenía mucha luz. Desde las primeras horas de la mañana era un local agradable, verdadero refugio para el viandante. Cuando el calor arreciaba, al mediodía, los comensales y los bebedores se guarecían en las mesas más alejadas de la calle. Las mesas eran pequeñas y solían tener cuatro sillas de madera. Que muchos de los asistentes se conocían, se prueba porque alguno, sin que nadie se sorprendiese, se trasladaba de una mesa a otra para alternar con diferentes amigos.
En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo XX, el consumo de la chicha de jora en el Perú era mayor que el de la cerveza. Piura no era la excepción, la chicha de la localidad era muy apreciada más allá de los linderos de la región y los distintos distritos y caceríos se vanagloriaban de la calidad de la suya. En un pasado más remoto, en el siglo XIX, exactamente en 1893, el presidente Nicolás de Piérola había dispuesto la creación de un impuesto al consumo de chicha en el departamento de Piura cuyo destino final se dispuso fuera para el Colegio San Miguel que se había fundado en 1825 por disposición de Simón Bolívar. En las chinganas y las chicherías de la región, la chicha se vendía todos los días, pero especialmente los sábados y domingos a partir del mediodía. El salón principal de la chichería solía tener piso de tierra bien afirmado, mesas con manteles y tapetes, algunas veces de tela y en otras de hule. Las chicherías anunciaban sus menúes, simples pero deseados, a través de pequeñas banderas que ondeaban en techos y ventanas. Si la banderita era blanca, eso era señal de que había chicha, la espesa, más conocida, que llevaba una cantidad apenas perceptible de chancaca, o la ligera que flotaba en la parte superior de las tinajas y que se llamaba clarito y que solía servirse como aperitivo en unos pocillos de calabaza bautizados como cojuditos. A veces, en las chicherías de mayor rango, la banderita blanca era acompañada de otro gallardete, rojo, y ese era el anuncio de la venta de carne o de pescado en platos que casi siempre era también de calabaza y que eran suficientemente grandes como para aplacar el hambre de varios comensales. Había un ambiente de fiesta en las chicherías de Piura o de Catacaos, que era el lugar más famoso para libaciones y festines. Unas muchachas muy hermosas, llevaban y traían potos o platos, conversaban con los clientes, les daban falsas esperanzas. Aturdían por su belleza y les llamaba privadoras. Había un ambiente de fiesta y a eso de la una de tarde aparecía un conjunto criollo con sus guitarras y sus cantantes de voces estentóreas y entonaba canciones de la tierra, de Patorro Rojas, de Roberto Vásquez, de Adrián Flores: Por campos desolados cubiertos de abrojos iré peregrinando… sé pues tú la samaritana, calma mi sed de amor, había escrito Patorro, el más famoso de todos, perennizado en la voz de Juan Aguirre, mi Juan, para todos los que lo conocieron. Este es el clima, que un lector de Piura, moviliza en su fuero íntimo cuando Mario Vargas Llosa dice en una línea de La casa verde, ¿Dónde vamos, al «Reina», al «Tres estrellas» o al «Carro hundido»? El «Carro hundido» era, sépanlo damas y caballeros, la chichería más famosa de la región del norte. Para los de Catacaos era una joya, lo mejor que podían ofrecer al forastero, habían tal distancia con las otras chicherías que los piuranos lo admitían y los lugareños de Sechura, Narihualá, La Unión, Bernal, Chusís. Todos los varones querían ir, por lo menos una vez en su vida, al «Carro hundido» y hasta las blanquitas piuranas que pasaban sus vacaciones en Inglaterra o Alemania tenían esa inocente curiosidad. Los que iban al «Reina» eran hombres de mediana edad, abogados, médicos, vendedores, al «Tres estrellas» concurrían las familias con sus hijos y los enamorados en flor, el «Carro hundido» era un lugar mágico, un paraíso terrenal cuyo nombre todos sabían y se tejían leyendas sobre el origen de ese nombre inexplicable. Como era inexplicable el origen del hipocorístico de José Seminario Morales, el chápiro, para todos. ¿Qué significa chápiro?, pregunto a un piurano. Gua, nadie sabe, nuestro chápiro Seminario tiene un hijo que está en Lima, pero ya muy viejito, tal vez ni se acordará. Chápiro es una voz española que ha entrado en franco desuso, pero que queda para expresar enojo en frases como “voto al chápiro”, pero es también sinónimo de “capirote” que es una res que tiene la cabeza de distinto color al resto del cuerpo. José Seminario Morales, el chápiro Seminario de la realidad, era blanco, colorado, pecoso, de cabeza cana, sin un solo cabello negro; en la época en que lo conoció Mario Vargas Llosa, tenía poco más de cincuenta años y solía pasearse por la Plaza de Armas o la avenida Grau de Piura, con un sombrero alón de paja toquilla, de los mejores de Catacaos, que eran desde principios del siglo XX exportados a Inglaterra por la familia Romero, que con el andar de los años se convertiría en una de las pudientes del país.
Hablando de La casa verde, Mario Vargas Llosa ha escrito:
Es la historia de un burdel que había en Piura, que recuerdo mucho de cuando yo estaba en quinto año de primaria. Era una casa verde, una cabaña, en medio del arenal en las afueras de la ciudad, en pleno desierto, al otro lado del río. Para nosotros los niños, eso tenía un carácter fascinante. Naturalmente yo no me acerqué jamás allí… Pero es una cosa que se me quedó muy grabada. Cuando volví a Piura en quinto año de media, o sea, seis años después, existía todavía. Entonces ya fui allí… Era un burdel muy especial, un burdel de ciudad subdesarrollada. Era simplemente una sola habitación muy grande donde estaban las mujeres, y había una orquesta de tres personajes, un viejo ciego que tocaba el arpa, un guitarrista al que le decían El Joven y un hombre muy fuerte que parecía catchacanista, un camionero que tocaba los platillos y el tambor que se llamaba Bolas. Como son personajes un poco míticos para mí los he conservado en la novela con sus nombres. Entonces entraban allí los clientes y salían a hacer el amor en la arena, bajo las estrellas. Es una cosa que no he podido olvidar nunca. (2)
Este testimonio, seco, hasta cierto punto notarial, contrasta con la presencia de Piura en la prosa de la novela:
Al cruzar la región de los médanos, el viento que baja de la cordillera se caldea y endurece: armado de arena, sigue el curso del río y, cuando llega a la ciudad se divide entre el cielo y la tierra como una deslumbrante coraza. Allí vacía sus entrañas: todos los días del año, a la hora del crepúsculo, una lluvia seca y fina como polvillo de madera, que solo cesa al alba, cae sobre las plazas, los tejados, las torres, los campanarios, los balcones y los árboles y pavimenta de blanco las calles de Piura. Los forasteros se equivocan cuando dicen “las casas de la ciudad están a punto de caer”: los crujidos nocturnos no provienen de las construcciones, que son antiguas pero recias, sino de los invisibles, incontables proyectiles minúsculos de arena al estrellarse sobre las puertas y las ventanas. Se equivocan también cuando piensan: “Piura es una ciudad huraña, triste”. La gente se recluye en el hogar a la caída de la tarde para librarse del viento sofocante y de la acometida de la arena que lastima la piel como una punzada de agujas y la enrojece y llaga, pero en las rancherías de Castilla, en las chozas de barro y caña brava de la Mangachería, en las picanterías y chicherías de la Gallinacera, en las residencias de principales del malecón y la plaza de Armas, se divierte como la gente de cualquier otro lugar, bebiendo, oyendo música, charlando. El aspecto melancólico y abandonado de la ciudad desaparece en el umbral de sus casas, incluso las más humildes, esas frágiles viviendas levantadas en hilera a las márgenes del río, al otro lado del camal.
Es cierto que la literatura es forma como pensaban los formalistas rusos, pero es verdad también que cuando se llena de contenidos que son gratos al corazón, parece más hermosa y deslumbrante. Los lectores nacidos en todos los lugares de Piura celebramos a Mario Vargas Llosa, porque ha sabido como pocos, expresar la entraña de nuestra región.
(1) Mario Vargas Llosa. Narraciones y novelas. Tomo I. Galaxia Gutemberg. Madrid 2014 p 9.
(2) La frase está tomada de Parnaso, Diccionario Sopena de Literatura. I autores españoles e hispanoamericanos. Barcelona 1972. P. 749.
(3) Mario Vargas Llosa. Ibídem p.539-540.
Purgatorio por Marco Martos
Purgatorio por Marco Martos
¿Qué es el Purgatorio? me pregunto tantas veces.
He visto desde niño las figuras de los muertos vivos quemándose.
Nadie diría en principio que con los rezos podrían salvarse.
Pero quienes tienen fe oran para sacarlos de esas llamas figuradas,
que queman sin embargo y cuánto queman . Así se ve
en los antiguos libros de oraciones y en las estampas religiosas.
Los sufrientes pueden pasar ahí años de años,
tantos como vivieron en la tierra,
almas y cuerpos ignorantes, pecando.
Pero están de paso y sufren y sufren
y no hay fuego pero sí una música que les anuncia
que aunque habitan en el dolor que será muy largo,
el purgatorio no es un pequeño infierno,
sino un lugar de tránsito, la antesala del divino paraíso,
la misericordia de Dios que salva a los que tienen fe
y supremo arrepentimiento en el momento de la muerte y antes.
Pia de Tolomei es la víctima que más recordamos,
la imagen del perdón, la suprema gracia,
la dama que escogió a un cruel marido y murió de su mano,
bondad que Dante puso ante nuestros ojos
y en el centro de nuestros corazones,
para que nunca lo olvidemos.
Mujer tan generosa podemos imaginarla santa
y tenerla en nuestros altares personales.
Para que exista el purgatorio, tiene que haber pecado,
eso abominable que atormenta la vida de los hombres,
la ascesis necesita de la falta para que algo sea perdonado.
El purgatorio es una víspera del perdón divino, la antesala del paraíso,
pero es un dolor también, una noche oscura, el regreso al seno de Dios
de los que han faltado que no se hace sin desazón, sin tremendo sufrimiento.
Las almas están perdidas en el purgatorio, no tienen seguridad de nada,
No saben si están muertas o vivas, ni si eso que les pasa es en algún lugar
o es una feroz pesadilla que parece inacabable en los minutos y en los años.
El purgatorio es la montaña del sufrimiento y más arriba está la bondad de Dios,
el paraíso deseado que quiere poblarse de los bienaventurados de todos los tiempos.
“Ama, y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor. Si gritas, gritarás con amor. Si corriges, corregirás con amor. Si perdonas, perdonarás con amor. Si está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz”.San Agustín.
Poemas de César Vallejo
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
BORDAS DE HIELO
Vengo a verte pasar todos los días, vaporcito encantado siempre lejos… ¡Tus ojos son dos rubios capitanes; tu labio es un brevísimo pañuelo rojo que ondea en un adiós de sangre!
Vengo a verte pasar; hasta que un día, embriagada de tiempo y de crueldad, vaporcito encantado siempre lejos, ¡la estrella de la tarde partirá! Las jarcias; vientos que traicionan; vientos ¡de mujer que pasó! Tus fríos capitanes darán orden; ¡y quien habrá partido seré yo…!
SAUCE
Lirismo de invierno, rumor de crespones, cuando ya se acerca la pronta partida; agoreras voces de tristes canciones que en la tarde rezan una despedida.
Visión del entierro de mis ilusiones en la propia tumba de mortal herida. Caridad verónica de ignotas regiones, donde a precio de éter se pierde la vida.
Cerca de la aurora partiré llorando; y mientras mis años se vayan curvando, curvará guadañas mi ruta veloz.
Y ante fríos óleos de luna muriente, con timbres de aceros en tierra indolente, cavarán los perros, aullando, ¡un adiós!
ROMERÍA
Pasamos juntos. El sueño lame nuestros pies qué dulce; y todo se desplaza en pálidas renunciaciones sin dulce.
Pasamos juntos. Las muertas almas, las que, cual nosotros, cruzaron por el amor, con enfermos pasos ópalos, salen en sus lutos rígidos y se ondulan en nosotros. Amada, vamos al borde frágil de un montón de tierra. Va en aceite ungida el ala, y en pureza. Pero un golpe, al caer yo no sé dónde, afila de cada lágrima un diente hostil.
Y un soldado, un gran soldado, heridas por charreteras, se anima en la tarde heroica, y a sus pies muestra entre risas, como una gualdrapa horrenda, el cerebro de la Vida.
Pasamos juntos, muy juntos, invicta Luz, paso enfermo; pasamos juntos las lilas mostazas de un cementerio.
YESO
Silencio. Aquí se ha hecho ya de noche, ya tras del cementerio se fue el sol; aquí se está llorando a mil pupilas: no vuelvas; ya murió mi corazón. Silencio. Aquí ya todo está vestido de dolor riguroso; y arde apenas, como un mal kerosene, esta pasión.
Primavera vendrá. Cantarás «Eva» desde un minuto horizontal, desde un hornillo en que arderán los nardos de Eros. ¡Forja allí tu perdón para el poeta, que ha de dolerme aún, como clavo que cierra un ataúd!
Mas… una noche de lirismo, tu buen seno, tu mar rojo se azotará con olas de quince años, al ver lejos, aviado con recuerdos mi corsario bajel, mi ingratitud. Después, tu manzanar, tu labio dándose, y que se aja por mí por la vez última, y que muere sangriento de amar mucho, como un croquis pagano de Jesús.
¡Amada! Y cantarás; y ha de vibrar el femenino en mi alma, como en una enlutada catedral.
MAYO
Vierte el humo doméstico en la aurora su sabor a rastrojo; y canta, haciendo leña, la pastora un salvaje aleluya! Sepia y rojo.
Humo de la cocina, aperitivo de gesta en este bravo amanecer. El último lucero fugitivo lo bebe, y, ebrio ya de su dulzor, ¡oh celeste zagal trasnochador! se duerme entre un jirón de rosicler.
Hay ciertas ganas lindas de almorzar, y beber del arroyo, y chivatear! Aletear con el humo allá, en la altura; o entregarse a los vientos otoñales en pos de alguna Ruth sagrada, pura, que nos brinde una espiga de ternura bajo la hebraica unción de los trigales!
Hoz al hombro calmoso, acre el gesto brioso, va un joven labrador a Irichugo. Y en cada brazo que parece yugo se encrespa el férreo jugo palpitante que en creador esfuerzo cuotidiano chispea, como trágico diamante, a través de los poros de la mano que no ha bizantinado aún el guante. Bajo un arco que forma verde aliso, ¡oh cruzada fecunda del andrajo!
La zagala que llora su yaraví a la aurora, recoge ¡oh Venus pobre! frescos leños fragantes en sus desnudos brazos arrogantes esculpidos en cobre. En tanto que un becerro, perseguido del perro, por la cuesta bravía corre, ofrendando al floreciente día un himno de Virgilio en su cencerro!
Delante de la choza el indio abuelo fuma; y el serrano crepúsculo de rosa, el ara primitiva se sahúma en el gas del tabaco. Tal surge de la entraña fabulosa de epopéyico huaco, mítico aroma de broncíneos lotos, el hilo azul de los alientos rotos!
«TRILCE»
I
Quién hace tanta bulla y ni deja Testar las islas que van quedando.
Un poco más de consideración en cuanto será tarde, temprano, y se aquilatará mejor el guano, la simple calabrina tesórea que brinda sin querer, en el insular corazón, salobre alcatraz, a cada hialóidea grupada. Un poco más de consideración, y el mantillo líquido, seis de la tarde de los más soberbios bemoles.
Y la península párase por la espalda, abozaleada, impertérrita en la línea mortal del equilibrio.
II
Tiempo Tiempo.
Mediodía estancado entre relentes. Bomba aburrida del cuartel achica tiempo tiempo tiempo tiempo.
Era Era.
Gallos cancionan escarbando en vano. Boca del claro día que conjuga era era era era.
Mañana Mañana.
El reposo caliente aún de ser. Piensa el presente guárdame para mañana mañana mañana mañana
Nombre Nombre.
¿Qué se llama cuanto heriza nos? Se llama Lomismo que padece nombre nombre nombre nombrE.
IX
Vusco volvvver de golpe el golpe. Sus dos hojas anchas, su válvula que se abre en suculenta recepción de multiplicando a multiplicador, su condición excelente para el placer, todo avía verdad.
Busco volvver de golpe el golpe. A su halago, enveto bolivarianas fragosidades a treintidós cables y sus múltiples, se arrequintan pelo por pelo soberanos belfos, los dos tomos de la Obra, y no vivo entonces ausencia, ni al tacto.
Fallo bolver de golpe el golpe. No ensillaremos jamás el toroso Vaveo de egoísmo y de aquel ludir mortal de sábana, desque la mujer esta ¡cuánto pesa de general!
Y hembra es el alma de la ausente. Y hembra es el alma mía.
X
Prístina y última piedra de infundada ventura, acaba de morir con alma y todo, octubre habitación y encinta. De tres meses de ausente y diez de dulce. Cómo el destino, mitrado monodáctilo, ríe.
Cómo detrás desahucian juntas de contrarios. Cómo siempre asoma el guarismo bajo la línea de todo avatar.
Cómo escotan las ballenas a palomas. Cómo a su vez éstas dejan el pico cubicado en tercera ala. Cómo arzonamos, cara a monótonas ancas.
Se remolca diez meses hacia la decena, hacia otro más allá. Dos quedan por lo menos todavía en pañales. Y los tres meses de ausencia. Y los nueve de gestación.
No hay ni una violencia. El paciente incorpórase, y sentado empavona tranquilas misturas.
XVIII
Oh las cuatro paredes de la celda. Ah las cuatro paredes albicantes que sin remedio dan al mismo número.
Criadero de nervios, mala brecha, por sus cuatro rincones cómo arranca las diarias aherrojadas extremidades.
Amorosa llavera de innumerables llaves, si estuvieras aquí, si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes. Contra ellas seríamos contigo, los dos, más dos que nunca. Y ni lloraras, di, libertadora!
Ah las paredes de la celda. De ellas me duele entretanto, más las dos largas que tienen esta noche algo de madres que ya muertas llevan por bromurados declives, a un niño de la mano cada una.
Y sólo yo me voy quedando, con la diestra, que hace por ambas manos, en alto, en busca de terciario brazo que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo, esta mayoría inválida de hombre.
XXVIII
He almorzado solo ahora, y no he tenido madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua, ni padre que, en el facundo ofertorio de los choclos, pregunte para su tardanza de imagen, por los broches mayores del sonido.
Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir de tales platos distantes esas cosas, cuando habráse quebrado el propio hogar, cuando no asoma ni madre a los labios. Cómo iba yo a almorzar nonada.
A la mesa de un buen amigo he almorzado con su padre recién llegado del mundo, con sus canas tías que hablan en tordillo retinte de porcelana, bisbiseando por todos sus viudos alvéolos; y con cubiertos francos de alegres tiroriros, porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia! Y me han dolido los cuchillos de esta mesa en todo el paladar.
El yantar de estas mesas así, en que se prueba amor ajeno en vez del propio amor, torna tierra el brocado que no brinda la MADRE, hace golpe la dura deglución; el dulce, hiel; aceite funéreo, el café.
Cuando ya se ha quebrado el propio hogar, y el sírvete materno no sale de la tumba, la cocina a oscuras, la miseria de amor.
LXV
Madre, me voy mañana a Santiago, a mojarme en tu bendición y en tu llanto. Acomodando estoy mis desengaños y el rosado de llaga de mis falsos trajines.
Me esperará tu arco de asombro, las tonsuradas columnas de tus ansias que se acaban la vida. Me esperará el patio, el corredor de abajo con sus tondos y repulgos de fiesta. Me esperará mi sillón ayo, aquel buen quijarudo trasto de dinástico cuero, que para no más rezongando a las nalgas tataranietas, de correa a correhuela.
Estoy cribando mis cariños más puros. Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda? ¿no oyes tascar dianas? estoy plasmando tu fórmula de amor para todos los huecos de este suelo. Oh si se dispusieran los tácitos volantes para todas las cintas más distantes, para todas las citas más distintas.
Así, muerta inmortal. Así. Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre para ir por allí, humildóse hasta menos de la mitad del hombre, hasta ser el primer pequeño que tuviste.
Así, muerta inmortal. Entre la columnata de tus huesos que no puede caer ni a lloros, y a cuyo lado ni el destino pudo entrometer ni un solo dedo suyo.
Así, muerta inmortal. Así.
Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS…
¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra! ¡Si después de las alas de los pájaros, no sobrevive el pájaro parado! ¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte! ¡Levantarse del cielo hacia la tierra por sus propios desastres y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla! ¡Más valdría, francamente, que se lo coman todo y qué más da…!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos, no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la casa o ponerse a cavilar! ¡Y si luego encontramos, de buenas a primeras, que vivimos, a juzgar por la altura de los astros, por el peine y las manchas del pañuelo! ¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos en uno de los ojos mucha pena y también en el otro, mucha pena y en los dos, cuando miran, mucha pena… Entonces… ¡Claro!… Entonces… ¡ni palabra!
LOS MINEROS SALIERON DE LA MINA
Los mineros salieron de la mina remontando sus ruinas venideras, fajaron su salud con estampidos y, elaborando su función mental cerraron con sus voces el socavón, en forma de síntoma profundo.
¡Era de ver sus polvos corrosivos! ¡Era de oír sus óxidos de altura! Cuñas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (¡Es formidable!)
El orden de sus túmulos, sus inducciones plásticas, sus respuestas corales, agolpáronse al pie de ígneos percances y airente amarillura conocieron los trístidos y tristes, imbuidos del metal que se acaba, del metaloide pálido y pequeño.
Craneados de labor, y calzados de cuero de vizcacha, calzados de senderos infinitos, y los ojos de físico llorar, creadores de la profundidad, saben, a cielo intermitente de escalera, bajar mirando para arriba, saben subir mirando para abajo.
¡Loor al antiguo juego de su naturaleza, a sus insomnes órganos, a su saliva rústica! ¡Temple, filo y punta, a sus pestañas! ¡Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios! ¡Felpa de hierro a sus nupciales sábanas! ¡Mujeres hasta abajo, sus mujeres! ¡Mucha felicidad para los suyos! ¡Son algo portentoso, los mineros remontando sus ruinas venideras, elaborando su función mental y abriendo con sus voces el socavón, en forma de síntoma profundo! ¡Loor a su naturaleza amarillenta, a su linterna mágica, a sus cubos y rombos, a sus percances plásticos, a sus ojazos de seis nervios ópticos y a sus hijos que juegan en la iglesia y a sus tácitos padres infantiles! ¡Salud, oh creadores de la profundidad…! (Es formidable.)
ABSOLUTA
Color de ropa antigua. Un julio a sombra, y un agosto recién segado. Y una mano de agua que injertó en el pino resinoso de un tedio malas frutas.
Ahora que has anclado, oscura ropa, tornas rociada de un suntuoso olor a tiempo, a abreviación… Y he cantado el proclive festín que se volcó.
Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte, contra el límite, contra lo que acaba? ¡Ay, la llaga en color de ropa antigua, cómo se entreabre y huele a miel quemada!
¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos! ¡Amor contra el espacio y contra el tiempo! Un latido único de corazón; un solo ritmo: ¡Dios!
Y al encogerse de hombros los linderos en un bronco desdén irreductible, hay un riego de sierpes en la doncella plenitud del 1. ¡Una arruga, una sombra!
LOS PASOS LEJANOS
Mi padre duerme. Su semblante augusto figura un apacible corazón; está ahora tan dulce… si hay algo en él de amargo, seré yo.
Hay soledad en el hogar; se reza; y no hay noticias de los hijos hoy. Mi padre se despierta, ausculta la huida a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca; si hay algo en él de lejos, seré yo. Y mi madre pasea allá en los huertos, saboreando un sabor ya sin sabor. Está ahora tan suave, tan ala, tan salida, tan amor.
Hay soledad en el hogar sin bulla, sin noticias, sin verde, sin niñez. Y si hay algo quebrado en esta tarde, y que baja y que cruje, son dos viejos caminos blancos, curvos. Por ellos va mi corazón a pie.
ENTRE EL DOLOR Y EL PLACER MEDIAN TRES CRIATURAS…
Entre el dolor y el placer median tres criaturas, de las cuales la una mira a un muro, la segunda usa de ánimo triste y la tercera avanza de puntillas; pero, entre tú y yo, sólo existen segundas criaturas. Apoyándose en mi frente, el día conviene en que, de veras, hay mucho de exacto en el espacio; pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño, principia ¡ay! por mi boca, ¿quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad corresponde este encuentro investido de hilo negro, pero a tu despedida temporal, tan sólo corresponde lo inmutable, tu criatura, el alma, mi palabra. (Poemas humanos, París, 1939)
LOS DADOS ETERNOS
Para Manuel González Prada, esta emoción bravía y selecta, una de las que, con más entusiasmo, me ha aplau- dido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo; me pesa haber tomádote tu pan; pero este pobre barro pensativo no es costra fermentada en tu costado: ¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre, hoy supieras ser Dios; pero tú, que estuviste siempre bien, no sientes nada de tu creación. ¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas, como en un condenado, Dios mío, prenderás todas tus velas, y jugaremos con el viejo dado. Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte del universo todo, surgirán las ojeras de la Muerte, como dos ases fúnebres de lodo.
Dios míos, y esta noche sorda, obscura, ya no podrás jugar, porque la Tierra es un dado roído y ya redondo a fuerza de rodar a la aventura, que no puede parar sino en un hueco, en el hueco de inmensa sepultura.
DESHOJACION SAGRADA
Luna! Corona de una testa inmensa, que te vas deshojando en sombras gualdas! Roja corona de un Jesús que piensa trágicamente dulce de esmeraldas!
Luna! Alocado corazón celeste ¿por qué bogas así, dentro de copa llena de vino azul, hacia el oeste, cual derrotada y dolorida popa?
Luna! Y a fuerza de volar en vano, te holocaustas en ópalos dispersos: tú eres talvez mi corazón gitano que vaga en el azul llorando versos!…
PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos…
EPISTOLA A LOS TRANSEUNTES
REANUDO mi día de conejo mi noche de elefante en descanso.
Y, entre mi, digo: ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros éste es mi grato peso, que me buscará abajo para pájaro éste es mi brazo que por su cuenta rehusó ser ala, éstas son mis sagradas escrituras, éstos mis alarmados campeñones.
Lúgubre isla me alumbrará continental, mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.
Pero cuando yo muera de vida y no de tiempo, cuando lleguen a dos mis dos maletas, éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos, ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo en mis pasos, éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades, éste ha de ser mi cuerpo solidario por el que vela el alma individual; éste ha de ser mi ombligo en que maté mis piojos natos, ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.
En tanto, convulsiva, ásperamente convalece mi freno, sufriendo como sufro del lenguaje directo del león; y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo, convalezco yo mismo, sonriendo de mis labios.
LA RUEDA DEL HAMBRIENTO
POR entre mis propios dientes salgo humeando, dando voces, pujando, bajándome los pantalones… Váca mi estómago, váca mi yeyuno, la miseria me saca por entre mis propios dientes, cogido con un palito por el puño de la camisa.
Una piedra en que sentarme ¿no habrá ahora para mí? Aún aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz, la madre del cordero, la causa, la raíz, ¿ésa no habrá ahora para mí? ¡Siquiera aquella otra, que ha pasado agachándose por mi alma! Siquiera la calcárida o la mala (humilde océano) o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre ésa dádmela ahora para mí!
Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto, ésa dádmela ahora para mí! Siquiera la torcida y coronada, en que resuena solamente una vez el andar de las rectas conciencias, o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva, va a caer por sí misma, en profesión de entraña verdadera, ¡ésa dádmela ahora para mí!
Un pedazo de pan, tampoco habrá para mí? Ya no más he de ser lo que siempre he de ser, pero dadme una piedra en que sentarme, pero dadme, por favor, un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme en español algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse y después me iré… Halló una extraña forma, está muy rota y sucia mi camisa y ya no tengo nada, esto es horrendo.
¡CUÍDATE, ESPAÑA…!
¡Cuídate, España, de tu propia España! ¡Cuídate de la hoz sin el martillo, cuídate del martillo sin la hoz! ¡Cuídate de la víctima a pesar suyo, del verdugo a pesar suyo y del indiferente a pesar suyo! ¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo, negárate tres veces, y del que te negó, después, tres veces! ¡Cuídate de las calaveras sin las tibias, y de las tibias sin las calaveras! ¡Cuídate de los nuevos poderosos! ¡Cuídate del que come tus cadáveres, del que devora muertos a tus vivos! ¡Cuídate del leal ciento por ciento! ¡Cuídate del cielo más acá del aire y cuídate del aire más allá del cielo! ¡Cuídate de los que te aman! ¡Cuídate de tus héroes! ¡Cuídate de tus muertos! ¡Cuídate de la República! ¡Cuídate del futuro!…
ESPAÑA, APARTA DE MI ESTE CALIZ
Niños del mundo, si cae España -digo, es un decir- si cae del cielo abajo su antebrazo que asen, en cabestro, dos láminas terrestres; niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas! ¡qué temprano en el sol lo que os decía! ¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano! ¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está la madre España con su vientre a cuestas; está nuestra maestra con sus férulas, está madre y maestra, cruz y madera, porque os dio la altura, vértigo y división y suma, niños; está con ella, padres procesales!
Si cae -digo, es un decir- si cae España, de la tierra para abajo, niños, ¡cómo vais a cesar de crecer! ¡cómo va a castigar el año al mes! ¡cómo van a quedarse en diez los dientes, en palote el diptongo, la medalla en llanto! ¡Cómo va el corderillo a continuar atado por la pata al gran tintero! ¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto hasta la letra en que nació la pena!
Niños, hijos de los guerreros, entre tanto, bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo la energía entre el reino animal, las florecillas, los cometas y los hombres. ¡Bajad la voz, que esta con su rigor, que es grande, sin saber qué hacer, y está en su mano la calavera hablando y habla y habla, la calavera, aquélla de la trenza, la calavera, aquélla de la vida!
¡Bajad la voz, os digo; bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún el de las sienes que andan con dos piedras! ¡Bajad el aliento, y si el antebrazo baja, si las férulas suenan, si es la noche, si el cielo cabe en dos limbos terrestres, si hay ruido en el sonido de las puertas, si tardo, si no veis a nadie, si os asustan los lápices sin punta, si la madre España cae -digo, es un decir- salid, niños del mundo; id a buscarla!…
HIMNO A LOS VOLUNTARIOS DE LA REPUBLICA
Voluntario de España, miliciano de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón, cuando marcha a matar con su agonía mundial, no sé verdaderamente qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo, lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo a mi pecho que acabe, al que bien, que venga, y quiero desgraciarme; descúbrome la frente impersonal hasta tocar el vaso de la sangre, me detengo, detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto con las que se honra el animal que me honra; refluyen mis instintos a sus sogas, humea ante mi tumba la alegría y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame, desde mi piedra en blanco, déjame, solo, cuadrumano, más acá, mucho más lejos, al no caber entre mis manos tu largo rato extático, quiebro con tu rapidez de doble filo mi pequeñez en traje de grandeza!
Un día diurno, claro, atento, fértil ¡oh bienio, el de los lóbregos semestres suplicantes, por el que iba la pólvora mordiéndose los codos! ¡oh dura pena y más duros pedernales! !oh frenos los tascados por el pueblo! Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo, oró de cólera y soberanamente pleno, circular, cerró su natalicio con manos electivas; arrastraban candado ya los déspotas y en el candado, sus bacterias muertas…
¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas de dolores con rejas de esperanzas, de dolores de pueblos con esperanzas de hombres! ¡Muerte y pasión de paz, las populares!
¡Muerte y pasión guerreras entre olivos, entendámonos! Tal en tu aliento cambian de agujas atmosféricas los vientos y de llave las tumbas en tu pecho, tu frontal elevándose a primera potencia de martirio.
El mundo exclama: «¡Cosas de españoles!» Y es verdad. Consideremos, durante una balanza, a quemarropa, a Calderón, dormido sobre la cola de un anfibio muerto o a Cervantes, diciendo: «Mi reino es de este mundo, pero también del otro»: ¡punta y filo en dos papeles! Contemplemos a Goya, de hinojos y rezando ante un espejo, a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano tuvo un sudor de nube el paso llano o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros o a Cajal, devorado por su pequeño infinito, o todavía a Teresa, mujer que muere porque no muere o a Lina Odena, en pugna en más de un punto con Teresa… (Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él, de frente o transmitidos por incesantes briznas, por el humo rosado de amargas contraseñas sin fortuna) Así tu criatura, miliciano, así tu exangüe criatura, agitada por una piedra inmóvil, se sacrifica, apártase, decae para arriba y por su llama incombustible sube, sube hasta los débiles, distribuyendo españas a los toros, toros a las palomas…
Proletario que mueres de universo, ¡en qué frenética armonía acabará tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente, tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico, tu gana dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición, a tu enemigo!
¡Liberador ceñido de grilletes, sin cuyo esfuerzo hasta hoy continuaría sin asas la extensión, vagarían acéfalos los clavos, antiguo, lento, colorado, el día, nuestros amados cascos, insepultos! ¡Campesino caído con tu verde follaje por el hombre, con la inflexión social de tu meñique, con tu buey que se queda, con tu física, también con tu palabra atada a un palo y tu cielo arrendado y con la arcilla inserta en tu cansancio y la que estaba en tu uña, caminando! ¡Constructores agrícolas, civiles y guerreros, de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito que vosotros haríais la luz, entornando con la muerte vuestros ojos; que, a la caída cruel de vuestras bocas, vendrá en siete bandejas la abundancia, todo en el mundo será de oro súbito y el oro, fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre, y el oro mismo será entonces de oro!
¡Se amarán todos los hombres y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes y beberán en nombre de vuestras gargantas infaustas! Descansarán andando al pie de esta carrera, sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos serán y al son de vuestro atroz retorno, florecido, innato, ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas!
¡Unos mismos zapatos irán bien al que asciende sin vías a su cuerpo y al que baja hasta la forma de su alma! ¡Entrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán! ¡Verán, ya de regreso, los ciegos y palpitando escucharán los sordos! ¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios! ¡Serán dados los besos que no pudisteis dar! ¡Sólo la muerte morirá! ¡La hormiga traerá pedacitos de pan al elefante encadenado a su brutal delicadeza; volverán los niños abortados a nacer perfectos, espaciales y trabajarán todos los hombres, engendrarán todos los hombres, comprenderán todos los hombres!
¡Obrero, salvador, redentor nuestro, perdónanos, hermano, nuestras deudas! Como dice un tambor al redoblar, en sus adagios: qué jamás tan efímero, tu espalda! qué siempre tan cambiante, tu perfil!
¡Voluntario italiano, entre cuyos animales de batalla un león abisinio va cojeando! ¡Voluntario soviético, marchando a la cabeza de tu pecho universal! ¡Voluntarios del sur, del norte, del oriente y tú, el occidental, cerrando el canto fúnebre del alba! ¡Soldado conocido, cuyo nombre desfila en el sonido de un abrazo! ¡Combatiente que la tierra criara, armándote de polvo, calzándote de imanes positivos, vigentes tus creencias personales, distinto de carácter, íntima tu férula, el cutis inmediato, andándote tu idioma por los hombros y el alma coronada de guijarros! ¡Voluntario fajado de tu zona fría, templada o tórrida, héroes a la redonda, víctima en columna de vencedores: en España, en Madrid, están llamando a matar, voluntarios de la vida!
¡Porque en España matan, otros matan al niño, a su juguete que se para, a la madre Rosenda esplendorosa, al viejo Adán que hablaba en alta voz con su caballo y al perro que dormía en la escalera. Matan al libro, tiran a sus verbos auxiliares, a su indefensa página primera! Matan el caso exacto de la estatua, al sabio, a su bastón, a su colega, al barbero de al lado -me cortó posiblemente, pero buen hombre y, luego, infortunado; al mendigo que ayer cantaba enfrente, a la enfermera que hoy pasó llorando, al sacerdote a cuestas con la altura tenaz de sus rodillas…
¡Voluntarios, por la vida, por los buenos, matad a la muerte, matad a los malos! ¡Hacedlo por la libertad de todos, del explotado, del explotador, por la paz indolora -la sospecho cuando duermo al pie de mi frente y más cuando circulo dando voces- y hacedlo, voy diciendo, por el analfabeto a quien escribo, por el genio descalzo y su cordero, por los camaradas caídos, sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!
Para que vosotros, voluntarios de España y del mundo, vinierais, soñé que era yo bueno, y era para ver vuestra sangre, voluntarios… De esto hace mucho pecho, muchas ansias, muchos camellos en edad de orar. Marcha hoy de vuestra parte el bien ardiendo, os siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente y, a dos pasos, a uno, la dirección del agua que corre a ver su límite antes que arda.
DONDE NUNCA LLEGAREMOS
Donde, aún sin nuestro pie llegase a dar por un instante será, en verdad, como no estarse.
Es ese un sitio que se ve a cada rato en esta vida, andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de mi par de yemas, lo he entrevisto siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie o a puro sentimiento en pelo, que a él no arriban ni los sellos.
El horizonte color té se muere por colonizarle para su gran Cualquieraparte.
Mas el lugar que yo me sé, en este mundo, nada menos, hombreado va con los reversos.
-Cerrad aquella puerta que está entreabierta en las entrañas de ese espejo. -¿Esta? – No; su hermana.
-No se puede cerrar. No se puede llegar nunca a aquel sitio -do van en rama los pestillos.
Tal es el lugar que yo me sé.
¿QUIÉN HACE TANTA BULLA?
I
Quién hace tanta bulla, y ni deja testar las islas que van quedando.
Un poco más de consideración en cuanto será tarde, temprano y se aquilatará mejor el guano, la simple calabrina tesórea que brinda sin querer, en el insular corazón, salobre alcatraz, a cada hialóidea grupada.
Un poco más de consideración, y el mantillo líquido, seis de la tarde DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES
Y la península párase por la espalda, abozalada, impertérrita en la línea mortal del equilibrio.
TIEMPO, TIEMPO
II
Tiempo Tiempo.
Mediodía estancado entre relentes. Bomba aburrida del cuartel achica tiempo tiempo tiempo tiempo.
Era Era.
Gallos cancionan escarbando en vano. Boca del claro día que conjuga era era era era.
Mañana Mañana.
El reposo caliente aun de ser. Piensa el presente guárdame para mañana mañana mañana mañana.
Nombre Nombre.
¿Qué se llama cuanto heriza nos? Se llama Lomismo que padece nombre nombre nombre nombre.
LOS NUEVE MONSTRUOS
I, desgraciadamente, el dolor crece en el mundo a cada rato, crece a treinta minutos por segundo, paso a paso, y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces y la condición del martirio, carnívora voraz, es el dolor dos veces y la función de la yerba purísima, el dolor dos veces y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos, hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera, en el vaso, en la carnicería, en la aritmética! Jamás tanto cariño doloroso, jamás tan cerca arremetió lo lejos, jamás el fuego nunca jugó mejor su rol de frío muerto! Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal y la migraña extrajo tanta frente de la frente! Y el mueble tuvo en su cajón, dolor, el corazón, en su cajón, dolor, la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres, más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece con la res de Rousseau, con nuestras barbas; crece el mal por razones que ignoramos y es una inundación con propios líquidos, con propio barro y propia nube sólida! Invierte el sufrimiento posiciones, da función en que el humor acuoso es vertical al pavimento, el ojo es visto y esta oreja oída, y esta oreja da nueve campanadas a la hora del rayo, y nueve carcajadas a la hora del trigo, y nueve sones hembras a la hora del llanto, y nueve cánticos a la hora del hambre y nueve truenos y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres, por detrás de perfil, y nos aloca en los cinemas, nos clava en los gramófonos, nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente a nuestros boletos, a nuestras cartas; y es muy grave sufrir, puede uno orar… Pues de resultas del dolor, hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren, y otros que nacen y no mueren, otros que sin haber nacido, mueren, y otros que no nacen ni mueren (son los más) Y también de resultas del sufrimiento, estoy triste hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo, de ver al pan, crucificado, al nabo, ensangrentado, llorando, a la cebolla, al cereal, en general, harina, a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo, al vino, un ecce-homo, tan pálida a la nieve, al sol tan ardio! ¡Cómo, hermanos humanos, no deciros que ya no puedo y ya no puedo con tanto cajón, tanto minuto, tanta lagartija y tanta inversión, tanto lejos y tanta sed de sed! Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer? !Ah! desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer.
MASA
Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle: «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar.
Espergesia
Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo, que soy malo; y no saben del diciembre de ese enero. Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar: el claustro de un silencio que habló a flor de fuego.
Yo nací un día que Díos estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha… Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres, sin dejar eneros.
Pues yo nací un día que Díos estuvo enfermo.
Todos saben que vivo, que mastico… Y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro, luyidos vientos desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto. Todos saben… Y no saben que la luz es tísica, y la Sombra gorda… Y no saben que el Misterio sintetiza… que él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave.
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Hécate, Ars Poetica. Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría de la Poesía -/- Εκάτη, Ars Poetica. Διεθνής Επιθεώρηση Ποίησης, Διηγήματος και Θεωρίας της Ποίησης
A site where to find various information and resources on evaluation, public policy and evaluating public policies. / Un portal donde encontrar información variada y recursos sobre evaluación, políticas públicas y evaluación de políticas públicas.
El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar que para que se siga su rumbo. (Franz Kafka)
Leituras da prosa, poesia e teatro de David Haize (R. Roldan-Roldan). O site http://roldan.vilabol.uol.com.br deixou de existir. Seus textos serão movidos para este blog, veja ao fim do menu à direita.
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