WALTER FAILA
( a Loreena McKennitt)
Canta, Lorenna, canta,
que hay una sirena en tu garganta,
y un dios de perla que adorna,
tu voz de oro y de plata.
Gime como la luna,
con tu vestido escarlata,
y deja a mis poemas,
surgir desde la herida,
que a veces duerme y descansa.
Que importa lo que digas,
en el idioma en que hablas,
tu voz dicta el enigma,
al libro blanco del alma.
Nacen de tu canto,
mis incógnitas metáforas,
y se elevan todas las letras,
como una cobra del ánfora.
No calles, dulce canario.
Perforas el espíritu
desde tu mística Irlanda.
Deja fluir mi poesía.
Canta, Lorenna, canta.-
Walter Faila
Mayo 2007
05.08
Walter Faila
Sociedad de Poetas ArgentinosA propósito del libro “Entre Bohemias”, de Walter Faila
Versos de visión maduraPor César Cisneros de la Hoz – Poeta y escritor
Esta vez la lectura me hizo encontrar a un hombre luciendo como un poeta, a diferencia de aquellos aedos, incapaces de bajar del olimpo para vadear en el humedal de las banalidades humanas. Y al revelarse, Walter Faila, se reserva el derecho de estar triste, el silencio de su boca, las locuras de su nostalgia, y, sostenido en las horas que le faltan vivir, se atribuye los dolores del tiempo, escapado de las ciencias y de los vicios mundanos.
En el despilfarro de su bienaventuranza, hay un espacio remendado de penumbras, donde, sin asombro, vio caer la luz confundida con una estrella, mientras un ave de rapiña le arrancó los ojos en un vuelo trascendental. Pero, como a Bartimeo, la fe le devolvió la claridad del tiempo, y en el gozo, con mesura, comprendió cabalmente que la luz alumbra pero su exceso puede dejarnos ciegos, cuando la pasión, sin razón, sólo produce lamentos.
Su rapsodia es contestataria de sus cotidianeidades y en esa demencial formación, le teme a los hombres, suicidas a sueldo, describiéndolos como reptiles anónimos, simples aves sin plumas y sin huesos.
Walter Faila, escribe sin reservas. Sus versos son el escalpelo de una madura observación, arrojado esfuerzo con el que avanza por la vida, sin mirar hacia atrás, los desiertos llenos de ausencias que de nada sirven porque carecen de algo para dar. Y se forja en la hoguera de grandes llamas.
Rescato la sutileza de su pasión, aspiración vigente, sin prurito, cuando expresa: “Yo tuve una mujer que aún no ha nacido…!” Hay egoísmo? Tal vez la apetencia sórdida de la posesión carnal o la simple dulzura de una mirada cálida, donde reflejar sus sueños, mantiene vivo el encuentro con la mujer ideal. Es consciente de su finitud por eso avienta su partida y, en el rito de la noche, pide un beso en su guarida donde esconde, en sobre roto, todas las cartas de su vida.
En ese estado se pregunta: “Existes, amor?”, y en la prolongación del anhelo efímero, solicita un corazón de mujer para que, en dualidad, puedan entender qué cosa es el amor. Entonces se sabe surco, se sabe mar, se sabe viento y en el dibujo de sus tristes versos, la fantasía de los desnudos cuerpos, sin razón, expanden por los muslos, el tibio rocío del deseo. Figuras, en cuya esencia, el poeta liba cuanto reza, fulminado e impotente de abandonos humanos.
Entre tanta debilidad, se reconoce humano, sin dioses de cera y vuelve a la casa donde nació. La vuelta ancestral al imaginario de su providencia, eventualmente sea el bálsamo reparador, necesario al hombre para proteger al poeta, o al poeta que, desde el Génesis estaba previsto que ocurriera, dada la excelencia divina del hombre en su proyección histórica, para crecer abrazado a su poesía.
Realmente, sus temas son vibrantes, excitan, la furia e inflamación del autor contagia al lector, concatenando estados de vida de extrema singularidad.
Otra vez la confidencia: “si al menos los fantasmas me dejaran un instante!”. Si tal caciquismo de lémures cesara con el fastidio, encontraría destinos de bocas fusionadas, vetas inalterables de dulzura, senos de mujer… Es ahí cuando el olor de la nostalgia le devuelve un resplandor de primaveras, con un recodo de sonrisas y de besos, como pichones diminutos, ejerciendo sus derechos de vuelos.
En el sosiego, manan todos los nombres, todas las almas y, con ellos, todos sus “yo” que se escapan. Metáforas que adornan aquello que dice y guarda, niños mudos de gloria, víboras llenas de mañas, bocas frías de besos y horizontes infinitos, cuajando viejas miradas. He ahí donde rescato al hombre por su arrojo y voluntad.
Es él cuando reacciona diciendo: “Si el alma del poeta se ha quedado sin su meta, y el amor… es ahora guerra fría”. Hay temor en esas huellas, trazos de dolor y de herejía, impiedad humana, incredulidad etérea que no se compadecen; con cuya observación me permito identificar en Walter Faila a un hombre apasionado que, sin retraimientos vanos, vive, sufre y goza, lo que cualquier poeta señalaría pudorosamente, “nada os puede salvar sino el amor que os hiere”.
Los insondables contrasentidos no lo inhiben, por el contrario son la urdimbre inefable de su divinatura, imprevisible rutina que hizo posible “Entre Bohemias”. Tiene la susceptibilidad de pasar del grito al silencio con la exquisitez de los grandes poetas, colisionando con sus tribulaciones y ofrendas, las que en tiempo real no dudo le consumieron muchas energías. En su morada, es un semidiós ante sus criaturas, las que fluyen concomitantes por influjo de su vocación, semejante al amante mayor de Los Andes, Pablo Neruda. Estimo que la crítica calificará con juicio y objetividad su parecido.
Ver la tapa de su libro, me hizo asociarlo con las tortugas que salen del mar en busca de suelo firme para sembrar su descendencia. En tanto que le arda la carne y sangre de amor en sus recuerdos. Al tiempo que, aún cansado, refleje sus años en la luz de algún espejo, sintiéndose humano en su casa de grillos y de helechos, ante un arco de nubes que proyecta sombras y silencios, en el umbral del monte santiagueño donde, tras el amor, se hizo cuerpo.
Vuela su esencia en las hojas desnudas del alba, dejando huellas de un lúdico tic tac de adiós y de pausas, cual juego perverso de sueños perdidos, en el eterno abrazo de las noches con los días. Quizás se atreva a rezar un padre nuestro olvidado y uno que otra Ave María, antes de que el tiempo termine con su tiempo y otros ojos lloren sus poesías, verdaderos tasajos macerados en silencio.
FAILA ESCRIBIO :
«….los hilos se entrelazan como lo hacen los afectos, cada punto, cada paso,
es como extraer de la naturaleza la fuerza del amor y de las cosas mas
sentidas», estos cuadros hechos a punto cruz, bordados en un lapso bastante respetable, son replicas de fotografías y obras de arte pictóricas, conllevan porsupuesto todo un proceso previo y trabajo minucioso que dan como resultados la casi perfecta copia y el orgullo de quien lo realiza, para admiración de quienes los observan.-
Walter Faila