REGALOS DEL CAZADOR DE VERSOS

En el pasadizo nebuloso
Calcula mágico sueño de Estambul,
Su perfil presenta destelloso
La niña de la lámpara azul.
Ágil y risueña se insinúa,
Y su llama seductora brilla,
Tiembla en su cabello la garúa
De la playa de la maravilla.

ESTE SITIO DE ANGUSTIA

Uno quisiera siempre tener su mano amiga,
su buen pan compañero, su dulce café, su
amigo inseparable para cada momento.
Quisiera no encontrar un solo fruto amargo,
una casa sangrando, un niño abandonado,
un anciano caído debajo del fracaso.

Pero a veces los días se ponen grises,
nos miran con miradas enemigas,
y se ríen de nosotros,
se burlan de nosotros,
nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,
de muchachas vencidas, de niños sin tinero.
Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,
encoge las rodillas para no perecer,
y nada, nada bueno agita las campanas,
nada bueno florece en los hombros del mundo.

Entonces es que uno llama al apio y le dice,
llama al rábano amargo y le dice también
que esta corteza de hombre debe ser un castigo,
un paisaje maldito donde el hombre no quiere,
no soporta vivir porque le sorben sangre,
porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego

Jorge Debravo


SOMOS UN SOLO LLANTO LOS TRES

Es fría la luz

Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia

tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo

así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto

crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento

sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo

Blanca Varela 

 
Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.
Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,
para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.

NERUDA

Poema Puerto Supede Blanca Varela

a J.Bartolome.Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo,
sombra veloz, nubes de espanto,
oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.
¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!

Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro
escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación,
un mismo tiempo de chorreantes dedos
y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.

Amo la costa,
ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.

Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre
ciego pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
poblado de agua y pálidas corolas.

En esta costa soy el que despierta

entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía,

el que no quiere ver la noche.

Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente
en donde lloro a solas.
 

A la muy querida, a la muy bella
A la muy querida, a la muy bella
Que llena mi corazón de claridad,
Al ángel, al ídolo inmortal,
¡Salud en la inmortalidad!

Ella se extiende en mi vida
Como un aire impregnado de sal,
Y en mi alma no saciada
Derrama el sabor de lo eterno.

Saquito siempre fresco que perfuma
La atmósfera de un reducto querido,
Incensario olvidado que echa humo
En secreto a través de la noche,

¿Cómo -amor incorruptible-
Definirte con acierto?
¡Grano de almizcle que yaces, invisible,
En el fondo de mi eternidad!

A la muy buena, a la muy bella,
Que constituye mi alegría y mi salud,
Al ángel, al ídolo inmortal,
¡Salud en la inmortalidad

Charles Baudelaire

Siempre

Siempre nos piden que entendamos

El punto de vista de los otros
Sin importar si es anticuado
Necio
Asqueroso.

A uno le piden
Que entienda
Amablemente
Todos los errores de los otros,
Sus vidas desperdiciadas,
Sobre todo si son de edad avanzada.

Pero su edad es lo único
En lo que nos fijamos.
Han envejecido mal
Porque han vivido sin enfoque
Se han negado a ver .
¿Que no es culpa suya?

Se me pide que oculte
Mi opinión ante ellos
Por miedo a su miedo.

La edad no es un crimen
Pero la vergüenza de una vida
Deliberadamente desperdiciada
Entre tantas vidas
Deliberadamente desperdiciadas
Sí lo es.

Charles Bukowski

Tengo una soledad tan concurrida
Tengo una soledad
Tan concurrida
Tan llena de nostalgias
Y de rostros de vos
De adioses de hace tiempo
Y besos bienvenidos
De primeras de cambio
Y de último vagón.

Tengo una soledad
Tan concurrida
Que puedo organizarla
Como una procesión
Por colores
Tamaños
Y promesas
Por época
Por tacto
Y por sabor.

Sin un temblor de más
Me abrazo a tus ausencias
Que asisten y me asisten
Con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
De noches y deseos
De risas y de alguna
Maldición.

Mis huéspedes concurren
Concurren como sueños
Con sus rencores nuevos
Su falta de candor
Yo les pongo una escoba
Tras la puerta
Porque quiero estar solo
Con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
Mira a otra parte
Con sus ojos de amor
Que ya no aman
Como víveres
Que buscan a su hambre
Miran y miran
Y apagan mi jornada.

Las paredes se van
Queda la noche
Las nostalgias se van
No queda nada.

Ya mi rostro de vos
Cierra los ojos
Y es una soledad
Tan desolada.

Mario Benedetti

Vivamus, mea Lesbia.
Vivamos, Lesbia mía, Cayo Valerio Cátulo.

V.
Vivamos, Lesbia mía, y amemos,
Si los sabios reprueban nuestros actos
Con excesivo escrúpulo, olvidémoslos.
Los astros se sumergen en el oeste
Para luego retornar:
Pero nosotros, cuando se extinga
La tenue luz de nuestras vidas,
Dormiremos una noche eterna.
Dadme mil besos, y después cien,
Mil besos más, y luego otros cien,
Comienza de nuevo y completa mil con cien más,
Cuando hayamos acumulado muchos miles,
Revolvamos todo y perdamos la cuenta,
Para que el malvado no pueda encantarnos,
Cuando sepa de los besos que compartimos.

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
Rumoresque senum seueriorum
Omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
Nobis, cum semel occidit breuis lux,
Nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
Dein mille altera, dein secunda centum,
Deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
Conturbabimus illa, ne sciamus,
Aut nequis malus inuidere possit,
Cum tantum sciat esse basiorum.

VII.
Preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia,
Me satisfacen y superan.
Cuan grande es el número de arena libia,
Rica en laserpicio*, que se extiende por Cirene,
Entre el oráculo del tempestuoso Júpiter
Y el sagrado sepulcro del viejo Bato**;
O cuantas estrellas observan, cuando la noche calla,
Los furtivos amores de los hombres;
Tantos besos le satisfacen y le sobran
Al loco de Cátulo, que los curiosos
Jamás podrán contarlos
Ni mancillarlos con sus malas lenguas.

Quaeris, quot mihi basiationes
tuae, Lesbia, sint satis superque.
quam magnus numerus Libyssae harenae
lasarpiciferis iacet Cyrenis,
oraclum Iouis inter aestuosi
et Batti ueteris sacrum sepulcrum;
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtiuos hominum uident amores;
tam te basia multa basiare
uesano satis et super Catullo est,
quae nec pernumerare curiosi
possint nec mala fascinare lingua.

LXXV.
A tal estado ha llegado mi alma por tu culpa, Lesbia mía,
Y de tal forma ella se ha perdido por su fidelidad,
Que ya no es capaz de amarte con bondad,
Aunque te conviertas en la mejor,
Ni dejar de desearte, hagas lo que hagas.

Huc est mens deducta tua, mea Lesbia, culpa,
atque ita se officio perdidit ipsa suo,
ut iam nec bene uelle queat tibi, si optima fias,
nec desistere amare, omnia si facias.

LXXXV.
Odio y amo: ¿Porqué lo hago, acaso preguntas?
No lo sé, pero siento que sucede y me atormenta.

Odi et amo: quare id faciam, fortasse requiris.
nescio, sed fieri sentio et excrucior.


LASERPICIO
Bato, personaje de la mitología griega

Si tú me dices ven
Si tú me dices ven, lo dejo todo
No volveré siquiera la mirada
Para mirar a la mujer amada
Pero dímelo fuerte, de tal modo
Que tu voz como toque de llamada,
Vibre hasta el más íntimo recodo del ser,
Levante el alma de su lodo
Y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices ven, todo lo dejo
Llegaré a tu santuario casi viejo,
Y al fulgor de la luz crepuscular,
Mas he de compensarte mi retardo,
Difundiéndome, ¡Oh Cristo!, como un nardo
De perfume sutil, ante tu altar

Amado Nervo

El Amor Engañoso.
Charles Baudelaire.

Cuando te veo cruzar, oh mi amada indolente,
Paseando el hastío de tu mirar profundo,
Suspendiendo tu paso tan armonioso y lento
Mientras suena la música que se pierde en los tejados.

Cuando veo, en el reflejo de la luz que la acaricia,
tu frente coronada de un mórbido atractivo;
donde las luces últimas del sol traen a la aurora,
y, como los de un cuadro, tus fascinantes ojos.

Me digo: ¡qué bella es! ¡qué lozanía extraña!
El ornado recuerdo, pesada y regia torre,
la corona, y su corazón, prensado como fruta,
y su cuerpo, están prestos para el más sabio amor.

¿Serás fruto que en otoño da maduros sabores?
¿Vaso fúnebre que aguarda ser colmado por las lágrimas?
¿Perfume que hace soñar en aromas desconocidos,
Almohadón acariciante o canasto de flores?

Sé que hay ojos arrasados por la cruel melancolía
Que no guardan escondido ningún precioso secreto,
Bellos arcones sin joyas, medallones sin reliquias;
más vacíos y más lejanos, ¡oh cielos!, que esos dos ojos tuyos.

Pero ¿no basta que seas la más sutil apariencia,
alegrando al corazón que huye de la verdad?
¿Qué más da tontería en ti, o peor aún, la indiferencia?
Te saludo adorno o máscara. Sólo adoro tu belleza

Me gustas
por tu rebeldía
por tu alma guerrillera
por tus inconfesables travesuras
de niña consentida.
Me gustas
por dejar que tu alas
se oxiden de monotonías
por pintar con manchas
inmaculados lienzos
impolutos.
Me gustas
por tu mirada
de mujer lasciva
por tus senos turgentes
y tus ingles
desbocadas.
Me gustas
porque entre tus palabras,
tus pinturas
y tu máscara
se cuelan retazos de tu alma,
de esa alma
que cada día
me enamora.

AUTOR José Ramón Varela
QUE ETERNA ES LA NOCHE
CUANDO A MI LADO
AL BORDE DE MI LECHO
PALPO ENTRE LAS SOMBRAS
BUSCANDO TU CALOR
Y NO TE ENCUENTRO.
Qué frías son las sábanas
qué vacío presiento
qué soledad tan cruel
es tu ausencia

Es tan grande mi deseo
tan inmensa mi locura
que al admirarte me enloquezco
.

I

AMANTES SECRETOS

Premiado en Érato y editado por el Ateneo de Sevilla. 

Entre los mugidos de las bestias
tus tediosos bostezos
despertaron mi letargo
y el brillo de azules soles
se instaló al verte
reflejada en mi mirada.

Hoy
tu locura exilia mi cordura
y titilo
al presentir que aún late la vida
en nuestros cuerpos autistas.
proscribimos las noches gélidas
que compartimos con difuntos.
Desempolvamos la pasiones dormidas
descalzado la ternura.
Mi aliento fresco
ciega tu tímida mirada.
Tus dedos temblorosos
resbalan por mi piel.
El encuentro soñado
de tu boca con mis labios,
el sutil cosquilleo en tu cuello
al posar mis ribetes carnosos
en lento descenso hacia tus senos.
Se erectan tus pezones
al sentir el calor de mi lengua,
mis besos, libando tus pechos,
como niño, como hombre,
Percibo tu estremecimiento
al paso lento por tu pubis
y me invitas en silencio
entreabriendo tu secreto
a embriagarme con la humedad de tu aroma,
a saciar mi sed con tu néctar
y penetro en ti con mi lengua
en un suave ir y venir
de arriba abajo,
entre espasmos de dicha,
y mudos gemidos de gozo.
Tus muslos enredados en mi cuello,
mi cabeza atrapada
entre tus ingles desbocadas,
el fuego ardiendo en mis entrañas.
Deseos irrefrenables de amazona
cabalgando sobre mi cuerpo,
mi cauce de aguas blancas
se desborda en tus entrañas,
colmándote de mí
antes de yacer rendidos
en un eterno abrazo,
meciendo nuestra dicha
entre vergüenzas tímidas
de una mujer pudorosa
amando a un hombre.
Mi locura y tu cordura,
tu júbilo y mi deleite
el amor de dos almas gemelas
al silencio condenadas.

II
Tengo frío
mis dedos entumecidos
no alcanzan tu piel
de escarcha y rocío,
mis caricias son témpanos de hielo
donde parpadean
esas gotas heladas
que se pierden
entre las gélidas soledades
de tus sabanas.
Miro tu cuerpo desnudo
ese cuerpo que no será mío,
esos labios que me niegan tus besos
esos senos que no amamantaran mis desvelos,
esos glúteos, macizos que anhelo
y esas manos
que se niegan a acunarme
en tu regazo.
Sí tengo frío
un frío intenso
que llena mi cuerpo
de vacíos.

~

III
Me gustas
por tu rebeldía
por tu alma guerrillera
por tus inconfesables travesuras
de niña consentida.
Me gustas
por dejar que tu alas
se oxiden de monotonías
por pintar con manchas
inmaculados lienzos
impolutos.
Me gustas
por tu mirada
de mujer lasciva
por tus senos turgentes
y tus ingles
desbocadas.
Me gustas
porque entre tus palabras,
tus pinturas
y tu máscara
se cuelan retazos de tu alma,
de esa alma
que cada día
me enamora.

IV
Tras los misteriosos secretos de tu puerto
hoy descubierto por estos ojos inocentes
plancho mis cartas náuticas,
arrancho con alimentos mi fardel
arrío las estachas que me amarran
a los muelles del hastío
y zarpo.
Singladura solitaria
en busca tus paraísos cálidos
tierra húmeda y boscosa
donde se esconden voluptuosos tesoros,
isla deshabitada
que pretendo colonizar
hincando mi estandarte
en las faldas del monte
venusiano
floreado con coros de murmullos
dulcemente expirados,
y fondearé mi nave
en la rada húmeda
del puerto de tus encantos.
Y navegaremos entre suspiros
hasta embarrancar
en las mullidas playas
que ocultan los lienzos blancos
de tu lecho.


V
Con tu encuentro
se apagaron las noches de invierno
tu calor, rozando tímido
mi cuerpo
me traslada hasta las noches estrelladas
que brotan de los candiles
de tu mirada.
Me deslizo por el tobogán de las dichas
en un ir venir sin salir de ti,
me desboco como el potrillo
por primera vez cabalgado
siento el fuerte abrazo
de tus muslos de amazona
sujetando mi ardoroso galope
entre los cauces húmedos
de tus ingles.
Dómame hasta caer rendido
como el poyuelo recién nacido
acurrucado entre los murmullos
insondables de tu éxtasis.
Atrapa esta rebeldía de adolescente
que has despertado en mi cuerpo
hazla tuya, entre enternecedores mimos
y apasionadas contracciones,
quiero marear mi inocencia
entre los espasmo profundos de tu vientre
quiero romperme en mil pedazos
gritar de desconsuelo
cuando mi vuelo
anide
en lo más profundo de tu sentimiento.


VI
Hoy tengo frío,
mucho frío,
es el gélido aliento
de tus silencios
helándome el alma.
Déjame que anide
entre tus brazos
que tu calor me hospede
que tus besos me calienten
y tu manos, entre friegas
y caricias
prendan el fuego
en mis entrañas.
Hoy, amada mía
tengo frío

VII
QUE ETERNA ES LA NOCHE
CUANDO A MI LADO
AL BORDE DE MI LECHO
PALPO ENTRE LAS SOMBRAS
BUSCANDO TU CALOR
Y NO TE ENCUENTRO.
Qué frías son las sábanas
qué vacío presiento
qué soledad tan cruel
es tu ausencia
y tu silencio.
Por qué, dime por qué
te encierras en esa celda
por qué lloras
por qué te castigas
a vivir sola
teniéndome a mí
que deseo compartir
tus soledades, tu vida
y tu lecho.


VIII

AROMAS
Aún dura la resaca
de aquel embriagante aroma
a té verde, esparcido por mi piel,
relajante masaje
fluyendo de tus dedos
hasta al alcanzar el límite de mi espalda.
Cordura desbocada que pide más,
¡continúa!
Desciende con tus manos sutiles
hasta hallar el cono de mis entrañas.
Volteaste mis caprichos
en un volver a comenzar,
deslizas tu lengua húmeda
por mis tostadas areolas,
pestañean erectos mis senos
y tiemblo al percibir
la lenta peregrinación
de tu boca hacia mis ingles,
voltearme una vez más
vuelve a recomenzar.
Frescas y frutales fragancias
preñadas con la pócima de tus carias
erizando mi piel.
Renacer entre susurros y sonrisas,
te esperan abiertas mis extremidades
celosas de no sentirse invadidas,
hechizadas del fresco aroma de té verde
que en el cenit de mi pasión
perfumó mi alma de mujer.
Relajante penetración,
henchida de aromas que alimentan mi deseo,
comienzo de una danza rítmica,
empeñado desde lejanos ayeres en no bailarla,
fusión de dos cuerpos
entre aromas de primavera,
el blancas lluvias derramadas
en mis entrañas,
el milagro de olvidar desencuentros
licuándonos de nuevo
en un solo ser
resucitando de nuevo
de viejos sueños
despertando
mi amor.

IX
ANTES DE QUE LA NOCHE SE VISTA DE ARRUGAS

Antes de que la noche se vista de arrugas
y broten de tus candiles perlas celestes
recuerda lo que me debes.
En el primogénito, danzaremos,
en el benjamín nos amaremos.
Sentirás en tu piel despuntar los erizos
entre bálsamos de sortilegios,
el calor húmedo de mi lengua
recorrerá todos los poros de tu cuerpo,
nevará en los valles
y los cráteres de tu pecho vomitarán erupciones,
frío intenso de miedos
caldeados de tierna pasiones.
Hoy te estrenas de mujer
entre vetustos algodones,
acomódate en las planicies de mi abdomen,
vela tu mirada a la viejas traiciones,
hoy te resucitas a la vida
y al goce de nuevas sensaciones.

X

Es tan grande mi deseo
tan inmensa mi locura
que al admirarte me enloquezco.

Quiero que se pierda mi boca
entre los orificios de tu cuerpo
que mi lengua humedezca
tus senos erectos,
que su cálida humedad
se entremezcle con tus efluvios,
arrodillarme ante ti
entreabierta,
y mientras acaricias mis largos cabellos
apresados entre tus ingles acogedoras
me embriague de ti
hasta saciar mi sed
y tu deseo.

XI

Esta noche te soñaré entre mis sábanas
sueños húmedos donde se bañan mis soledades
sueños mecidos entre suspiros
al ritmo lento de tus ternuras.

Soñaré ser tu almohada
donde reposa tu cabeza,
soñaré ser tu colchón
donde reposa tu cuerpo
y soñaré ser tu cuna
donde se mecen tus deseos.

Y soñaré que te hago mía
que penetro en ti
resbalando entres las mucosas
de la caverna donde escondes tu tesoro,
navegaré hasta el infinito fondo
donde se encrespan los espasmos
y a coro cantaremos
entre gemidos y suspiros
los gozos que el uno al otro
nos regalamos.

XII

Se ruborizan mis pudores
con sólo imaginarlo.
mi cuerpo
sumergido en tus entrañas,
mi boca
besando tus promontorios,
mis pies
enredados en tu cintura,
tus gemidos
revoloteando en
mi oídos,
yo en ti,
tú en mí,
unidos,
penetrados
gozándonos
en un éxtasis sensual
hasta alcanzar
a tocar con los dedos
el cielo.

XII

Te deseo
desnuda,
con tus ingles desbocadas,
con tus nalgas
en tensión,
con tu boca
en mis vergüenzas
y mi boca
en el cuenco
húmedo
de tu feminidad.

XIII

¿Y eso?
eso es mi mortificación
el saberte viva
y no poseerte.
el ver mis ojos
reflejados en tu mirada,
mudos ecos
de mis deseos,
el ver tu turgentes senos
moldeados por otras manos,
tus muslos
cabalgando sujeta
de otras bridas,
tus labios
posándose en otro nido.

¿Y eso?
eso es amor,
amor mío.

XVII

Y tú ¿Me lo preguntas?
Tú que me robaste el corazón
tú que de deseos me embriagas.
Hoy declaras al mundo
que estoy prisionero
de tu mirada,
tu que esclavizaste mi voluntad
hurtaste mis caricias,
robaste mi virilidad
todo te lo di,
el cuerpo
el alma
a cambio de libar
el néctar de tu cuenco
a cambio de danzar
con mi hombría
en las profundidades
de tu cavidad,
a cambio de lamer
tus inhiestos volcanes
de lava blanca,
a cambio
de besar tu boca.
Y hoy proclamas al viento
que soy todo tuyo.
Acaso crees
que habiéndome embriagado
con tu cuerpo
¿Deseo ser de otra?

XVIII

No me pidas amor mío,
que olvide aquella noche,
donde tu cuerpo sobre el mío
anidó entre gemidos,
quiero seguir alimentándome
en tus senos,
saciando mi sed
en tu cuenco,
meciéndome entre tus suspiros
preso entre tus ingles.
Quiero morir
amándote
hasta el último halo de vida,
quiero morder tu cuello
arañar tu espalda,
tirar de tus cabellos,
quiero gritar
en el justo momento
en que deposito en ti
mi blanca hombría
en el exacto instante
en que entre espasmos
me dueles entre goces.

XIX
¡Tengo sed!
Tengo hambre,
tengo sueño…
tras esta larga pesadilla
de tu ausencia.
Mis manos perdieron el tacto,
las labios la humedad
en el vacío al que me condenas
¡No quiero vivir!
sin vivir en ti,
sin acurrucarme en tu regazo
amamantándome en las fuentes
de tu senos,
saciando mi apetito
entre tus ingles,
muriendo exhausto
en el último suspiro
tras depositar
en tus pliegues
el néctar blanco
de mi cálida
virilidad.

XX

Hoy no puedo escribirte mis deseos
serian demasiado sinceros,
demasiado carnales
demasiado necesarios.
Y prefiero silenciar mis sueños
soñar entre bastidores
con tus pechos
con tus muslos
y tus besos.
Soñar despierto mientras camino
perdido entre las calles
en una vigilia de sexo.
Pero…
no lo olvides,
te deseo.

XXI

Y pensar
que pese al tiempo transcurrido
aún se erizan mis recuerdos
cuando el aroma de los jazmines
me embriaga de fragancias
y evoco aquel flujo de humedades
derramado entre tus ingles,
aquel que prendió la mecha
de esta ciega borrachera,
aquel que olvidar no puedo
porque aún despierta mis deseos
de penetrar en ti
y volver, una y mil veces,
a acunarme entre tus gemidos,
atrapado,
preso,
encadenado
a tus muslos lozanos,
percibiendo tus mordiscos,
los arañazos en mi espalda
y el abrazo postrero
que acunaba nuestro amor
después de habernos amado.

XXII

Te sentiste morir
como una flor ajada
entre los hastíos
de las graves monotonías
porque yo no estaba.

Y una voz plausible
agitó tu calma,
llenaste tus vacíos
entre sus brazos,
embriagándote de sus melifluas
caricias, entre sus besos
y la hiel de su saliva.

Ahora que mi alma peregrina
vuelve con el deseo
de hospedarse en tu regazo
encuentro mi cama
ocupada, otro cuerpo
se mece entre las sábanas.

Nada te reprocho
amada mía,
volaré entre mares de silencio
buscando nuevos cobijos
que me acunen entre sus muslos.

XXIII

Larga se hizo la noche
de tu ausencia.
Te esperé
hasta desangrar
mis lágrimas
con tu recuerdo.
Al ahuyentar mis fantasmas
mis pasos cansinos
le arrojaron al asfalto
camine entre sollozos.
Solos
mi soledad
tu recuerdo
y yo
te buscando
sin encontrarte.
Hoy recibo un sobre sin remitente
y dentro
la foto del delito
tú en los brazos
de otro hombre.
Otra besando tus ingles,
otras manos acariciando
tus nalgas,
otro cuerpo
penetrando en tu cuerpo
y yo,
mientras,
muriendo de frío.

XXIV

Vienes
y vas,
eres como las olas del mar,
por instantes llenas mi vida
de fluidos salinos
pata luego condenarme
a la más yermo estío,
se secan mis lágrimas
cuando humedeces mis pasiones
y brotan desconsoladas
cuando entre silencios
me abandonas
en el lecho que un día
calentaron tus nalgas.

XXV

AMOR
permite que antes de que comience la batalla,
antes que rendidos caigamos entre las sabanas
masajes con ternura tus piernas cansinas
y despeje tu mente de las ansias que te produce
el trabajo.

Quiero poseerte relajada
sin esas angustias
con las que llegas
después de toda una jornada
enclaustrada entre las cuatro paredes
de la cárcel donde te ganas la vida.

Déjame que saboree despacio
el jugo que mana en tu fuente
déjame que sorbo a sorbo
me embriague
libando el néctar de tus placeres
quiero que riegues mi boca
con los espasmos de tu goce,
luego cuando ya hayas alcanzado las cimas
y desees prolongar tu deleite
penetraré en tus entrañas
para dejar mi blanca semilla.

Hoy te deseo despierta
que te agites mientras danzas,
abrazada a mí, unida a mis
incontinencias.

Quiero bailar contigo,
mecer tu cuerpo
al ritmo del mío,
apretar tu figura maciza,
sentir el hueco de tus ingles
en mis muslos,
tus senos aplastados
contra mi pecho
y la yemas de mis dedos
resbalando desde tu cuello
hasta los glúteos.

XVI

¿Dudas de mis deseos?
Dudas de que seas tú el blanco
de mis palabras,
el punto exacto donde convergen
mis antojos,
la hembra que ansío.
Tú eres la dueña
del cuenco húmedo
del que deseo sorber los efluvios
que satisfagan mi hambre
de mujer.
Tú eres la causa
de mis desvelos
el motivo de mi demencia,
la razón de mi locura,
mi destino.
Eres tú, amada mía,
la causa de todos mis males
de todas mis hambres
de todas mis necesidades
eres el sentido
con el que lleno mi vida.

XXVII

Hoy estas triste
por la ausencia
incomoda que se posa
en tus entrañas.
Triste por el vacío
que agita tu locura,
que desgarra tu soledades
y ahoga la esperanza.

Espérame
Con tus muslos abiertos.
con tus labios pedigüeños,
dame tiempo
que aunque es largo el camino
ya estoy llegando.

XXVIII

Sola y desnuda
para mí,
para que cubra tu cuerpo
con mis besos,
Quiero vestirte
con mis caricia,
percibir el temblor
escapar por tus ingles,
y los suspiros
rendidos
tras la ocupación
de tu cuerpo.

XXIX

No llores
porque tus manos
pierdan la cordura,
el mal de amores
nos viste de ansiedades
enrojece los labios
los humedece,
erecta nuestros deseos
y despierta
esa locura
por la que tú gimes
en estos momentos.

XXX

¿Dónde estás amada mía?
¿Dónde debo satisfacer mis deseos?
si te has ido
y me abandonas
y me dejas vacío.

¿Dónde puede recoger tu último beso?
Dónde embriagarme de tus aromas
si ya no yaces en mi lecho
y la sábanas lloran
de desconsuelo.

Textos de: José Ramón Varela  

Poemas de Pita Amor 

Escaleras sin peldaños
mis penas son para mí,
cadenas de desengaños,
tributos que al mundo dí.

Tienen diferente forma
y diferente matiz,
pero unidas por los años,
mis penas, o mis engaños,
como sucesión de daños,
son escaleras en mí.

De mi barroco cerebro,
el alma destila intacta;
en cambio mi cuerpo pacta
venganzas contra los dos.

Todo mi sér en pos
de un final que no realiza;
mas ya mi alma se desliza
y a los dos ya los libera,
presintiéndoles ribera
de total penetración

VI

Yo soy cóncava y convexa;
dos medios mundos a un tiempo:
el turbio que muestro afuera,
y el mío que llevo dentro.
Son mis dos curvas-mitades
tan auténticas en mí,
que a honduras y liviandades
toda mi esencia les dí.

Y en forma tal conviví
con negro y blanco extremosos,
que a un mismo tiempo aprendí
infierno y cielo tortuosos.

Son mis viejas raíces empolvadas
la extraña clave de mi cautiverio;
atada estoy al polvo y su misterio,
llevo ajenas esencias ignoradas.

En mis poros están ya señaladas
las cicatrices de un eterno imperio;
el polvo en mí ha marcado su cauterio,
soy víctima de culpas olvidadas.

En polvorienta forma me presiento
y a las nuevas raíces sobresalto
he de legar, con mi angustioso aliento.

Mas conquistando el aire por asalto,
nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto

http://www.amor.com.mx/poemas_de_pita_amor.htm

Movimiento

Si tú eres la yegua de ámbar
Yo soy el camino de sangre
Si tú eres la primera nevada
Yo soy el que enciende el brasero del alba
Si tú eres la torre de la noche
Yo soy el clavo ardiendo en tu frente
Si tú eres la marea matutina
Yo soy el grito del primer pájaro
Si tú eres la cesta de naranjas
Yo soy el cuchillo de sol
Si tú eres el altar de piedra
Yo soy la mano sacrílega
Si tú eres la tierra acostada
Yo soy la caña verde
Si tú eres el salto del viento
Yo soy el fuego enterrado
Si tú eres la boca del agua
Yo soy la boca del musgo
Si tú eres el bosque de las nubes
Yo soy el hacha que las parte
Si tú eres la ciudad profanada
Yo soy la lluvia de consagración
Si tú eres la montaña amarilla
Yo soy los brazos rojos del liquen
Si tú eres el sol que se levanta
Yo soy el camino de la sangre

Octavio Paz

Beso soy, sombra con sombra
Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
Por haberme enamorado.
Corazón sin corazón,
De las cosas, del aliento
Sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
Pero sed alrededor.

Corazón en una copa
Donde me la bebo yo
Y no se lo bebe nadie,
Nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
Sólo por amor!

No es posible acariciarte
Con las manos que me dio
El fuego de más deseo,
El ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
Abaten en ellas hoy
Hierros que cercan las venas
Y las muerden con rencor.

Por amor, vida, abatido,
Pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
Sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
Y yo abajo siempre, amor,
Sin otra luz que estas ansias,
Sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
Escupido, sin calor
A los pies de la tiniebla
Más súbita, más feroz,
Comiendo pan y cuchillo
Como buen trabajador
Y a veces cuchillo solo,
Sólo por amor.

Todo lo que significa
Golondrinas, ascensión,
Claridad, anchura, aire,
Decidido espacio, sol,
Horizonte aleteante,
Sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
Sangre, monte rodador,
Libertades de mi alma
Clamorosas de pasión,
Desfilando por mi cuerpo,
Donde no se quedan, no,
Pero donde se despliegan,
Sólo por amor.

Porque dentro de la triste
Guirnalda del eslabón,
Del sabor a carcelero
Constante y a paredón,
Y a precipicio en acecho,
Alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre.
Sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
Me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
Que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
En tus brazos mi prisión,
En tus brazos donde late
La libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.

Sólo por amor

Miguel Hernández

Hermann Hesse

Poemas de Hermann Hesse.

Letras

escrito el 8-II-1935, que originalmente llevaba el título de Jeroglíficos:

 En ocasiones solemos coger la pluma
y escribimos, sobre una hoja en blanco,

signos que dicen esto y aquello: todos los conocen,

es un juego que tiene sus reglas.

Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco,
y, curioso observador, acercase a sus ojos

una de esas hojas con su campo rúnico,

otra imagen del mundo, extraña, de ahí lo observaría.

Acaso un salón de mágicos retratos;
vería la A y la B como un hombre o animal

moverse, como los ojos, cabellos y miembros,

allí pensativos, impulsados aquí por el instinto;

leería como en la nieve las huellas de las cornejas,

correría, reposaría, sufriría y volaría con ellas

y vería trasguear entre los signos negros, fijos,

o deslizarse entre los breves trazos,

de cualquier creación, las posibilidades.

Vería arder el amor, al dolor contraerse,

y se admiraría, reiría, lloraría, temblaría,

pues tras las mejillas de aquella escritura

el mundo entero, con su ciego impulso,

pequeño se le antojaría, embrujado, exiliado

entre los signos que, con rígida marcha,

avanzan prisioneros y tanto se asemejan

que impulso vital y muerte, deseos y pesares,

fraternizan hasta hacerse indiscernibles…

Gritos de intolerable angustia lanzaría
finalmente el salvaje, atizaría el fuego y,

entre golpes de frente y letanías,

la blanca hoja entregaría a las llamas.

Luego, tal vez adormilado, sentiría

cómo ese No-mundo, ese espejismo

insoportable lentamente retorna

a lo Nunca-sido, al Ningún-lado,

y suspiraría, sonreiría, sanaría…

UN SUEÑO

Salones que cruzamos con timidez,
un centenar de rostros que desconocemos…
Con lentitud, una tras otra,
las luces palidecen.
Allí cuando su brillo se hace gris
cuando se ciega con el atardecer,
un rostro me parece familiar,
la memoria del amor encuentra
conocidos los rostros
que antes fueron extraños.
Oigo nombres de padres,
hermanos, camaradas,
así como de héroes, de mujeres, poetas
que yo reverencié cuando muchacho.
Pero ninguno de ellos
me concede siquiera una mirada.
Como las llamas de una vela
se desvanecen en la nada
dejan en el entristecido corazón
sonidos de poemas olvidados,
oscuridad, lamentos
en torno de los días ya encauzados
en leyenda y en sueño
de una luz disfrutada alguna vez.

 

ESCRITO EN LA ARENA

 Que lo hermoso y lo hechicero
sea tan sólo hálito y tormenta,
y que lo encantador y lo precioso
y lo propicio nunca permanezca:
que flor y nube y pompa de jabón,
fuegos artificiales, risas de los niños,
mirada de mujer en el espejo
y tantas otras cosas tan maravillosas
que se extinguen, apenas descubiertas,
duren sólo un instante,
eso penosamente lo sabemos.
No nos es tan querido
lo duradero, inmóvil:
piedra preciosa con un fuego frío,
pesada barra de oro refulgente;
y las mismas estrellas
extrañas, alejadas, no parecen
iguales a nosotros, seres transitorios,
pues la hondura del alma no la alcanzan.
Parece que lo hermoso, que lo amable tienda a la destrucción,
tan cerca siempre de la muerte,
y que lo más precioso, los tonos de la música
que desde el nacimiento
huyen, se desvanecen,
hálito son tan sólo, ríos, persecución.
Y por un dolor tenue derribados de un soplo,
pues tampoco se dejan detener
por el tiempo que dura este latido, tampoco exorcizar;
sonido tras sonido, casi apenas tocados,
se esfuman y se escurren desde allí.

Así está nuestro corazón
lealmente entregado,
fraternalmente a lo fugaz,
la vida, lo que mana,
no a lo que, sólido, posee duración.
Pronto lo permanente nos fatiga, joyas,
roca y mundo estrellado,
a nosotros, en el eterno cambio a la deriva,
almas de viento y pompas de jabón,
al tiempo unidos, y fugaces,
a quienes el rocío de una hoja rosa,
a quienes el cortejo de unas aves,
la muerte del espejo de las nubes,
el brillo de la nieve, el arco iris,
la mariposa que voló, nosotros,
a quienes el sonido de una risa
que al pasar nos rozara
nos parece una fiesta 
o nos causa dolor. Amamos todo aquello
que nos es semejante, y entendemos 
lo que el viento escribe sobre la arena.

Por dentro
Mis ojos grandes, pegados
Al aire, son los del cielo.
Miran profundos, me miran,
Me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos,
Con los párpados abiertos,
Tanto dolor disimulo
Como desgracias enseño.

El aire me está mirando
Y llora en mi oscuro cuerpo;
Su llanto se entierra en carne,
Va por mi sangre y mis huesos,
Se hace barro y raíces busca
Con las que brotar del suelo.

Mis ojos grandes, pegados
Al aire, son los del cielo.
En la memoria del aire
Estarán mis sufrimientos.

Manuel Altolaguirre

PERDURAR

si solo perdurar es la estrategia
duele entonces pensar que aun estas vivo
no alcanzan las excusas al motivo
para saber que cuestiones privilegia
esa mente que juega aun traviesa
con la muerte que se torna un adjetivo.

Si vivir es un verbo-sustantivo
sin mas alcurnia que la mano que se besa
coloca la corona a tu boca de princesa
y hazla reina en el mundo sutil de los esclavos.

Si solo perdurar es lo primario
sin cruzar el puente que atraviesa
ten en cuenta que serás depositario
de todo el dolor del mercenario
que muere solo, en espera de su presa.

Arremete al amor aun quijotesca
aunque las balas hieran tus osarios
que al llegar habrá una vida, y aunque muerta
sabrás que fuiste reina
y tendrás una sonrisa como tumba
en lo que es hoy tu terreno de calvarios.-

Walter Faila

Qué duro estar prensado sin remedio
Qué duro estar prensado sin remedio
Entre los muebles tristes de la pena,
Sacar de todas partes tedio y tedio
Como un innumerable mar de arena.

Qué duro ir por la vida haciendo sueños
Y encontrárselos todos en el suelo,
Andrajosos, sin alma, pedigüeños,
Como un largo telón de desconsuelo.

Y qué duro caer sobre una cama
Donde nadie nos mira ni nos ama,
Donde sólo la sábana se mueve.

Y qué duro pensar que no hay remedio,
Que aquí y allá no brota siempre el tedio
Como una nube gris que llueve y llueve

 Jorge Debravo


El hijo del ensueño

  EL HIJO DEL SUEÑO
¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes qué es eso:
Ver nacer la vida del fondo de un beso
Por un inefable milagro de amor.
Un beso que llene la cuna vacía
Y que ingenuamente nos mire y sonría,
¡Un beso hecho flor!
¡Un hijo! Un fragante, fuerte y dulce lazo.
Me parece verlo sobre tu regazo palpitando ya;
Y miro moverse con pueril empeño
Las pequeñas manos de nuestro pequeño,
Como si quisieran sujetar un sueño
Que llega y se va.

En el agua fresca de nuestras ternuras
Mojará las alas de sus travesuras
Como una paloma que aprende a volar.
Y será violento, loco y peregrino,
Y amará igualmente la mujer y el vino
Y el cielo y el mar.
Con la sed amarga de la adolescencia
Beberá en la fuente turbia de la ciencia.
¡Mi tierno cantor!

Irá por el mundo con su lira al hombro
Dejando un reguero de rosas de asombro
Y aún áureo fulgor.
Cruzará al galope la árida llanura
Pálido de ensueño, loco de aventura
Y ebrio de ideal.

Y en su desvarío de viajes remotos
Volverá algún día con los remos rotos,
Trayendo en los labios un sabor de sal.
Caminante absurdo, de caminos muertos
Pasará su sombra sobre los desiertos
En una infinita peregrinación,
Y su alucinada pupila inconforme
Verá en su destino grabada
Una enorme interrogación.

Pero será inútil su tenaz andanza
Persiguiendo un sueño que jamás se alcanza.
Y ha de ser así, pues no hallará nunca, como yo,
La meta de todas sus ansias de hombre y poeta,
Porque en las mujeres de su vida inquieta
No hallará ninguna parecida a ti.
Que tú eres la rosa de una sola vida,
La rosa que nadie verá repetida
Porque al deshojarse secará el rosal.
Y como en el mundo ya no habrá esa rosa,
Él irá en su búsqueda infructuosa

En pos de una igual 

José Ángel Buesa

De repente.
Se me ocurre así, repentinamente,
regalarte unas palabras,
unas notas, unas frases, un poema;
tú lo haces constantemente
sin tregua, sin descanso,
me regalas tu risa, tus encantos.
Tal vez sin darte cuenta
o a propósito, me acompañas,
en mis sueños, en mi calma.
tal vez sin darte cuenta
o a propósito, te has metido
en mi corazón, en mi vida,
en mi alma.
Déjame que te regale,
aunque sea a propósito
o sin darme cuenta,
unas palabras, unas frases,
un poema.
Déjame que te muestre,
aunque sea a propósito
o sin darme cuenta,
un sentimiento, una luz,
un emblema.
Déjame que te diga
de qué forma lo siento,
deja que acuda a tu encuentro
déjame que te escriba.
Tal vez sin darme cuenta
o a propósito,
para ti hice este poema
si asi se le puede llamar

José María Eguren

La niña de la lámpara azul
En el pasadizo nebuloso
Calcula mágico sueño de Estambul,
Su perfil presenta destelloso
La niña de la lámpara azul.

Ágil y risueña se insinúa,
Y su llama seductora brilla,
Tiembla en su cabello la garúa
De la playa de la maravilla.

Con voz infantil y melodiosa
El fresco aroma de abedul,
Habla de una vida milagrosa
La niña de la lámpara azul.

Con cálidos ojos de dulzura
Y besos de amor matutino,
Me ofrece la bella criatura
Un mágico y celeste camino.

De encantación en un derroche,
Hiende leda, vaporoso tul;
Y me guía a través de la noche
La niña de la lámpara azul.

Esa eres tu amor de mi vida
mi niña de  la lampara azul

Árbol de mi alma
Como un ave que cruza el aire claro
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura;
Cuchichean las hojas: tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio: bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos: de las flores
Los gusanos y el pétalo comido
Separo: oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha,
¡Apresto el corazón enajenado!

Hagamos un trato

Cuando sientas tu herida sangrar
Cuando sientas tu voz sollozar
Cuenta conmigo.

Compañera,
Usted sabe
Puede contar
Conmigo
No hasta dos
O hasta diez,
Sino contar
Conmigo.

Si alguna vez
Advierte
Que la miro a los ojos
Y una veta de amor
Reconoce en los míos
No alerte sus fusiles
Ni piense «qué delirio»,
A pesar de la veta
O tal vez porque existe
Usted puede contar
Conmigo.

Si otras veces
Me encuentra
Huraño sin motivo
No piense «qué flojera»,
Igual puede contar
Conmigo.

Pero hagamos un trato,
Yo quisiera contar
Con usted,
Es tan lindo
Saber que usted existe,
Uno se siente vivo
Y cuando digo esto
Quiero decir contar
Aunque sea hasta dos
Aunque sea hasta cinco,
No ya para que acuda
Presurosa en mi auxilio
Sino para saber
A ciencia cierta
Que usted sabe que puede
Contar conmigo.

Mario Benedetti 

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo.
Haces cosas diariamente y piensas
Y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
Y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
Somos, y una locura celular nos recorre
Y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
Se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
Muriendo es nuestra muerte.

Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
Quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
Una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
Te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
A siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
Y giras y eres y miras incansable
Y toda tú me suenas
Dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
Y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
En estos brazos simples y cansados,
Me faltarás, amor, nos faltaremos.

Jaime Sabines

Crítica lírica.

Y la vida continúa…, en este patio de locas contradicciones.

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